Minería en Honduras: Valle del Siria... entre la agonía y la muerte
"De pronto aparece verde como una gran alfombra tapizada de potreros maizales y frijolares. Al avanzar valle adentro la fertilidad de sus tierras brota como negra simiente deseosa de semillas. Pero al levantar la vista para admirar los cerros protectores del Valle, generosos en manantiales, nos encontramos con un inmenso lunar, con un horrible cráter de tierra erosionada y estéril justo encima de las aldeas"
Estimados amigos y amigas:
En Julio de este año cuando nos reunimos en el Valle del Siria para analizar el impacto de la minería en centroamérica escribí el siguiente artículo que muestra lo que observé y sentí. Hoy me ha llegado un comunicado de prensa (al final del artículo) que reafirma científicamente lo que está ocurriendo en este valle de lágrimas. La solidaridad con todos los pueblos que sufren la minería debe concretarse en hechos concretos.
Un abrazo para todos.
Marco Tulio Araya: rc.oc.eci@baocram
VALLE DEL SIRIA… entre la agonía y la muerte
Marco Tulio Araya
Julio 2006
De pronto aparece verde como una gran alfombra tapizada de potreros maizales y frijolares. Al avanzar valle adentro la fertilidad de sus tierras brota como negra simiente deseosa de semillas. Pero al levantar la vista para admirar los cerros protectores del Valle, generosos en manantiales, nos encontramos con un inmenso lunar, con un horrible cráter de tierra erosionada y estéril justo encima de las aldeas.
“Es la mina” dice con retenido rencor un campesino. Algo malo está pasando con la mina que se muestra en las palabras, en las miradas, en los cuerpos. Es como una inmensa desilusión que los viene envolviendo y que se arrastra por el valle envenenando los cuerpos pero sobre todo las almas.
Es la decepción que salta a la vista cuando los sueños se ven truncados; es la amargura fruto del engaño, porque cuando la empresa minera iba a iniciar operaciones prometieron empleo bien remunerado, educación, buenas carreteras, salud, mejores viviendas, trabajo, trabajo para todos. Hablaron de progreso y bienestar y quién no quiere un legado de felicidad para sus hijos.
Un buen grupo de vecinos se ilusionó… fueron contagiados con la fiebre del oro, esa extraña enfermedad que solo se cura con el tiempo, cuando la persona se percata de que el oro se le escapa de las manos, cuando la persona ve que el oro en lugar de brillar nubla y en lugar de alegrar entristece.
Porque da tristeza ver hoy los callejones secos y empedrados por donde, no hace mucho, bajaban de los cerros cantando los ríos y las quebradas.
Porque da tristeza ver la piel escamosa que pica y arde al contaminarse con el agua y con el aire antes limpio y puro.
Porque da tristeza ver la cabeza de los niños y niñas con pellizcos arrancados por las sustancias dañinas que antes de la mina no existían.
Lo más grave es que la intoxicación es lenta pero letal a tal grado que muchos habitantes del Valle del Siria aún no saben que día a día y poco a poco se están envenenando.
Es necesario alzar la voz y denunciar que los botes que utilizan muchas familias para almacenar agua son contenedores donde se transporta el cianuro líquido y que esos envases deben ser devueltos a la fábrica para darle un tratamiento adecuado pero nunca ponerlos a la venta.
Es urgente decir que tubos y los plásticos utilizados por la empresa, estuvieron en contacto con cianuro y otros químicos altamente peligrosos hoy están siendo utilizados por los vecinos convirtiéndose en fuentes de envenenamiento.
Llegó la hora de detener las empresas mineras y exigirles que cumplan con las regulaciones ambientales y de salud.
Llegó la hora de prohibir la minería metálica como ya lo han hecho muchos países y estados, porque no es una opción de desarrollo o bienestar, al contrario las comunidades donde opera una mina siempre quedan en peores condiciones económicas, sociales y ambientales. Los empresarios mineros se llevan las riquezas y dejan la tierra, el agua y los bosques contaminados por años y años.
Las opciones duraderas para los habitantes de los campos son por ejemplo la agricultura orgánica y el turismo rural pero estas actividades no se pueden dar donde opera una mina ni después de que se van. Cuando el oro se acaba la empresa se va y la contaminación queda por años y años. ¿Quién descontamina la tierra y el agua? ¿Quién desintoxica la población?
Los habitantes del Valle del Siria, de San Andrés y muchas otras localidades, sufren hoy el impacto de transnacionales que operan en estos lugares en condiciones que son prohibidas en sus países de origen. También sufren la indiferencia de las autoridades que no cumplen con el deber de defenderlos y de una población desinformada que no se ha percatado que estas comunidades agonizan y si no encuentran solidaridad muy pronto les llegará la muerte a la que se le debe llamar genocidio.
COMUNICADO DE PRENSA
Con mucha urgencia y preocupación, nuestro Comité Ambientalista del Valle de Siria compartimos el día de hoy los resultados de los estudios independientes hechos recientemente por el Dr. Juan Almendares y el biólogo Flaviano Bianchini, comprobando el peligro real de los altos niveles de metales pesados en nuestras fuentes de agua y en la sangre de los pobladores. Los análisis de laboratorio no dan lugar a dudas: en los diez muestreos de sangre, los niveles de arsénico y plomo sobrepasan los límites considerados ya peligrosos por la Organización Mundial de Salud, en algunos casos hasta más que tres veces.
Son años que la población del Valle de Siria estamos denunciando la contaminación del agua de la región y las graves enfermedades que sufren las comunidades afectadas por la mina de oro a cielo abierto San Martin, propiedad de la Entre Mares, subsidiaria de la transnacional canadiense Glamis Gold. Tanto la empresa como el Estado de Honduras han hecho caso omiso de la crisis de salud en el Valle de Siria, negando la verdadera situación así como vemos evidenciado en estos días en los campos pagados y espots que vienen inundando los medios de comunicación de parte de la industria minera. Por todo lo anterior, exigimos el cierre inmediato de la mina San Martin, porque al continuar la actividad minera sabiendo los impactos que la misma está ocasionando, nos estarían sometiendo a una muerte paulatina y silenciosa. Existen evidencias claras, más que lo suficiente para que el Estado cancele el contrato de concesión a&nb sp;Entre Mares, según lo estipulado en la décima cláusula de dicho contrato.
A la empresa Entre Mares, se le exige la recuperación integral de toda la zona afectada, no sembrando zacate y eucalipto, con lo cual quieren demostrar que ya está recuperada dicha zona. Al contrario, exigimos el pronto saneamiento de nuestras aguas, ya que la contaminación existente continuará a muy largo plazo a través del drenaje ácido si no se tomen medidas de mitigación.
De igual manera, demandamos que el Estado como garante de la salud pública de Honduras, derecho consagrado en la Constitución de la República, deduzca responsabilidades para resarcir todos los daños a la salud de las comunidades. Mientras que las instancias gubernamentales siguen alargando las supuestas investigaciones en ese campo, la crónica de una muerte anunciada en los pobladores del Valle está demostrada en este último estudio técnico.
De no tener ninguna respuesta del Estado, estamos anunciando desde ya acciones concretas y legales para exigir nuestros derechos.
Valle de Siria, Francisco Morazán, 17 de agosto del año 2006.