Miles de muertes en Nicaragua a causa de un ingenio azucarero
La Isla, una comunidad que se encuentra dentro del ingenio San Antonio, el 70 por ciento de los hombres y el 30 por ciento de las mujeres han sido afectados por una enfermedad renal relacionada con los agrotóxicos producidos por la millonaria empresa.
La insuficiencia renal crónica (IRC), una enfermedad que afecta los riñones, mató a tres hermanos y al padre de Carmen Ríos, quienes trabajaban como jornaleros en el ingenio San Antonio, una empresa azucarera de 40 mil hectáreas ubicada en el municipio de Chichigalpa, al noroeste de Nicaragua. Como ellos, miles en perdido la vida durante los últimos años por causas que aún no han sido del todo esclarecidas.
El ingenio es de propiedad de la Nicaragua Sugar Estate Ltd, que forma parte del gigante económico nicaragüense, Grupo Pellas. De las cañas, la empresa saca azúcar, etanol y el muy famoso ron Flor de Caña.
Toda la costa pacífica de Centroamérica está siendo afectada por una epidemia de IRC: en el Salvador, la insuficiencia renal crónica es la principal causa de muerte entre los varones, mientras que en la población masculina nicaragüense ha causado más víctimas que el SIDA y la diabetes juntos.
En el municipio de Chichigalpa, que tiene 45 mil habitantes, alrededor de 7 mil personas padecen IRC. Los familiares de las víctimas de esta enfermedad, crearon la Asociación Nicaragüense de Afectados por Insuficiencia Renal Crónica (ANAIRC), que imputa al Grupo Pellas la responsabilidad de la muerte de sus seres queridos, ex trabajadores del ingenio San Antonio.
“El grupo Pellas afirma no tener nada que ver con los fallecimientos y dice que los pesticidas, prohibidos en los Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, no causan ninguna enfermedad”, explica Carmen Ríos, presidenta de ANAIRC.
ANAIRC nació en el 2004, y al año siguiente sus miembros marcharon a lo largo de los 135 kilómetros que separan Chichigalpa de Managua. “Desde el 9 de marzo de 2009 estamos en plantón en esta zona del centro de la capital. Pedimos que el Grupo Pellas deje con utilizar los pesticidas que dañan la salud de los trabajadores y contaminan el agua que todo el mundo toma, queremos que reforesten la zona y que se sienten a una mesa de diálogo, para fijar una indemnización por los fallecimientos y los daños que causan a nuestra salud. Queremos que la gente sepa lo que hay detrás del azúcar que consumen, detrás del ron que toman y del etanol que utilizan en sus motores, tienen que saber que aquí en Nicaragua mucha gente se está muriendo”.
El caso más grave de IRC es el de comunidad La Isla, que cínicamente ha sido rebautizada como “La isla de las viudas”, un lugar que se encuentra dentro del ingenio San Antonio. En la comunidad, totalmente rodeada por cultivos de caña de azúcar, el 70 por ciento de los hombres y el 30 por ciento de las mujeres han sido afectados por la enfermedad renal. Familias enteras han muerto por el trabajo. A todo esto, se suman los problemas sociales y psicológicos que esta situación conlleva: jóvenes que viven pensando que morirán pronto y esposas que se imaginan viudas, con hijos que criar. Los hijos, por su parte, tendrán que enfrentar los mismos problemas; es un círculo vicioso del que es muy difícil de salir, puesto que en el municipio de Chichigalpa hay pocas alternativas laborales.
“En 2006 el Banco Mundial prestó dinero al Grupo Pellas para construir la fábrica de etanol”, relata Viola Cassetti de La Isla Foundation, una fundación que trabaja en Chichigalpa. “Los trabajadores denunciaron que algunos pesticidas y la falta de protección adecuada estaba causando una epidemia. El Banco Mundial comisionó una investigación a la Universidad de Boston, que después de cuatro años aún no tiene una respuesta clara: sólo ha publicado un informe donde afirma que no ha encontrado ninguna conexión directa entre los pesticidas y la IRC, aunque no puede descartar que exista”.
La epidemia podría tener varias causas: contaminación ambiental o factores genéticos. Otra hipótesis que ha sido considerada es la deshidratación causada por el calor excesivo: los jornaleros pierden dos litros de líquido cada hora, es un tipo de trabajo que se puede paragonar con correr una carrera. Tendrían que tomar diez litros de agua al día y descansar 45 minutos por cada 15 de trabajo”.
De acuerdo con Martha Flores Recinos, de la asociación Inti Pacha Mama de Managua, esta explicación es demasiado sencilla: “El calor es una característica climática del lugar, no se puede considerar como la causa de la enfermedad de todas estas personas. En Chichigalpa el agua está contaminada con 18 tipos de agrotóxicos”. De hecho, los primeros que se enferman de IRC son jornaleros que trabajan en el ingenio San Antonio, pero la enfermedad afecta a todos los habitantes de la zona que toman agua contaminada.
El doctor Enrique José Ríos Urbina, hermano de la presidenta de ANAIRC, fue el primero en descubrir la presencia de agrotóxicos en los pozos de Chichigalpa y plantear su relación con la IRC, respaldado por los estudios de laboratorio de la Universidad Autónoma de Nicaragua. Entonces trabajaba en el hospital del ingenio San Antonio, pero cuando hizo público su descubrimiento, fue despedido. Falleció más tarde de IRC.
En octubre 2008, el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) se ocupó del caso. En su sentencia escribió: “La responsabilidad de la empresa, que resulta inocultable, se ve agravada por el hecho del virtual monopolio del servicio de salud. En efecto, el hospital del lugar es propiedad del Grupo Pellas, y los testigos denunciaron que ese nosocomio oculta las reales causas de las enfermedades y en consecuencia suministra tratamientos médicos inadecuados. Según palabras de una testigo particularmente calificada, los empleadores tenían pleno conocimiento de los hechos y orientaban verbalmente al cuerpo médico para no informar sobre las enfermedades que padecían los pacientes. En relación al grupo Pellas que opera en Nicaragua, se denunció que la empresa contaminó las fuentes acuíferas del lugar: el 98.7 por ciento de los pozos están contaminados”.
Fuente: Desinformémonos