México: dejan maquiladoras muerte y contaminación
Los sangrados, la leucemia y el cauce sin vida del río Atoyac son evidencia suficiente para 13 comunidades de Tlaxcala y Puebla sobre la contaminación industrial en esa zona semirural. Pero no es así para las autoridades
Enviarán caso de Atoyac al Tribunal del Agua. Color índigo evoca la muerte
Tlaxcala - Los sangrados, la leucemia y el cauce sin vida del río Atoyac son evidencia suficiente para 13 comunidades de Tlaxcala y Puebla sobre la contaminación industrial en esa zona semirural. Pero no para las autoridades, por lo que la comunidad se prepara para enviar su caso al Tribunal Latinoamericano del Agua, que dará un fallo ético en el marco del Foro Mundial del Agua el próximo marzo.
Hablar de las riberas color índigo del río Atoyac, lejos de ser una metáfora, es evocar una condena a muerte dictada a la población, a la flora y a la fauna por el amasijo de desechos en las lavanderías de mezclilla, otras fábricas y drenajes domésticos, a la par de la cercanía a tres corredores industriales en la próspera frontera de Tlaxcala y Puebla.
Beatriz Carmona, de 32 años de edad, y con una perforación al interior del tabique nasal, habita en San Baltazar Temaxcalac, apenas a unos metros del corredor Quetzalcoatl en una calle que desemboca en la fábrica KN. No es la única en sufrir las consecuencias de la exposición a los químicos del lugar.
KN es una de tantas propiedades de Kamel Nacif, conocido como el “rey de la mezclilla” en México que ha hecho tanto de Puebla como de Tlaxcala un interesante línea de fábricas, lavanderías y armadoras de jeans para todas las marcas que se asocian a la globalización.
Estas cadenas incluyen, como en San Mateo, desde plantas gigantescas a talleres familiares que llevan al cabo una pequeña parte del proceso para hacer mezclilla de exportación, particularmente el lavado donde mediante el uso de grandes cantidades de agua, cloro y otros químicos se le da a la tela el acabado para verse suave, clara o, incluso “usada”.
El corredor Quetzalcoatl, a unos minutos del Atoyac es en realidad una calle larga con un intenso olor a chicle quemado, a dónde arriba la fuerza de trabajo femenina de
Areslux, maquiladora de piezas de baño, misma que emplea a mujeres en su mayoría.
Enfrente está la textilera Morales y luego Silicatos y Derivados. Más adelante Oxiquímica, productora de los saborizantes para las golosinas y comida rápida del país, una ladrillera, así como Racini, fábrica de autopartes que ha dejado las tierras más cercanas oscuras e inservibles, a decir de la población local.
Ninguna de estas prósperas industrias se hace responsable por las denuncias por daños a la salud de algunos trabajadores ni de la gente del lugar, quienes temerosos de perder sus fuentes de trabajo o enfrentarse a los vecinos poderosos han sido reacios a denunciar.
Apenas del otro lado de la autopista a Tlaxcala, en San Lucas Atoyatenco, Julián Pabana, un albañil con más de 60 años de edad padece leucemia, al igual que Bradi Rojas Pérez, de ocho años de edad, que vive más adelante en Villa Alta, la primera comunidad en dar la voz de alerta, una de las 13 que apoyan el proyecto civil Por un Atoyac con Vida.
A la fecha registran 46 casos de trastornos inusuales en Ixtacuixtla, Tepetitla y Nativitas, de Tlaxcala; así como Huejotzingo y San Martín Texmelucan, en Puebla, en el estudio interinstitucional Documentación de Daños a la Salud, Sustancias Tóxicas y Derechos Humanos en el Río Atoyac.
INDIGO EN LA PIEL
Inicia con sangrados diversos, puede presentarse fiebre y alteraciones en el estado de conciencia que pueden ir del letargo al coma. La aparición constante de moretones en la piel da el nombre de púrpura trombocitopénica al trastorno sanguíneo detectado en seis personas, la mitad de ellas provenientes de San Mateo Ayecac.
De acuerdo con esta investigación premiada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2004, la población sana presenta cinco veces mayores daños por la presencia de sustancias genotóxicas y posiblemente carcinógenas en su cuerpo que el grupo de control proveniente de la ciudad de México.
En noviembre del 2002, algunos médicos de la Secretaría de Salud observaron que en cinco comunidades aledañas al río la prevalencia de leucemia era 8.54 por ciento más alta que la media nacional. Sin embargo, ninguna autoridad de salud se ha comprometido con las y los enfermos.
Sin embargo, hoy las indagatorias del Centro Fray Julián Garcés pueden vincular las enfermedades a “compuestos orgánicos volátiles que no se encuentran contemplados por la normatividad mexicana, como el cloroformo y el cloruro de metileno, determinados como sustancias tóxicas.”
De acuerdo con los estándares de la Comisión Nacional del Agua, el Atoyac tendría una calidad aceptable para el cultivo de forrajes pero impedida para la piscicultura, el nado o la preservación de la vida acuática.
En algunas partes del río, ya no hay vida alguna y en otras sólo se pueden hallar unos gusanillos rojos llamados tubiflex, alimento para peces en los acuarios.
“Para nosotros son un parámetro porque esos animalitos sobreviven en lugares muy contaminados” indica Eduardo Morales, urbanista y coordinador del proyecto Por un Atoyac con Vida.
Eduardo Morales puntualiza que según a la investigación no hay ninguna industria que arroje los tóxicos por si mismos. Por ello, se tiene que seguir analizando como, al mezclarse las descargas domésticas y las industriales, incluyendo las lavanderías que desaguan en el drenaje doméstico, los desechos se convierten en sustancias
peligrosas y, así ubicar responsables.
Por todas las implicaciones a la salud, los derechos humanos, la flora y la fauna, así como las responsabilidades omisas de industriales poderosos y autoridades de todos los niveles, el caso del río Atoyac se considera apto para ser llevado al Tribunal Latinoamericano del Agua que se llevará al cabo en marzo del próximo año y que recibe ya los casos sobre presuntos daños al recurso hídrico en el continente. (2005/MR/SJ)
Miriam Ruiz, enviada Cimac.
Fuente: Cimac