Mala sangre: La campaña continúa
Esta campaña que está comprobando la presencia masiva de agrotóxicos en sangre, ha iniciado un franco movimiento en muchos puntos del país. Gran cantidad de personas se comunican para averiguar cómo hacerse las determinaciones y conocer su carga de sustancias ajenas al organismo. Cada vez más personas se están haciendo los análisis.
La ausencia sistemática y esmerada de estudios epidemiológicos vinculados a los daños que producen los agrotóxicos por parte de las autoridades sanitarias, nos hace valorar aún más el esfuerzo que están haciendo todos los que participan, y realizar un modesto estudio epidemiológico con los datos preciosos que nos está facilitando la gente.
Por ello, hemos confeccionado una mínima encuesta para todos los que se analizan, y trazar asociaciones entre lugares / hallazgos / dolencias, etc.
Si Ud se ha hecho o se hará los estudios, no deje de contactarse así le enviamos la ficha. Podremos construir nosotros mismos, los ciudadanos preocupados, nuestros propios registros epidemiológicos.
Al detectar estas sustancias en todos cuantos nos hemos analizado, rápidamente nos han dicho:
“Si todos tenemos de estas cosas en el cuerpo, ¿de qué preocuparnos?”
Debemos preocuparnos
Porque estas sustancias deprimen el sistema inmunitario. Hacen a la persona más sensible a enfermar de muchas patologías.
Porque si le sumamos malnutrición, hay más probabilidad de enfermar portando estas sustancias en su organismo.
Porque impactan de modo diferente en los diversos estadíos del desarrollo: su presencia en el período de gestación, o en un niño en crecimiento, o en un adolescente en desarrollo genera efectos dispares.
Porque una persona expuesta a agrotóxicos de modo cotidiano por manipulación o por recibir las derivas de las aspersiones vecinas, es más proclive a enfermar.
Porque poseen un elevado potencial de bioacumulación en la cadena alimentaria y en los tejidos humanos.
Porque las personas de mayor edad tienen niveles mayores porque hace más años que lo bioacumulan y porque nacieron en momentos en que el uso de estos compuestos era más intenso.
Porque se pueden combinar y sinergizarse: aunque de modo individual sean bajas dosis, unidas a otras bajas dosis pueden generar fuertes efectos.
Porque presentan efecto paradojico: pueden provocar efectos más intensos a bajas que a altas dosis.
Porque muchas de estas sustancias son disruptores endocrinos que alteran el funcionamiento de las hormonas.
Y cuando nos dicen: “Dónde están los enfermos, si todos tenemos estos químicos en la sangre?”
… podemos señalarles la emergencia de una gran cantidad de dolencias que hace apenas 20 años eran ocasionales, raras, y hoy son masivas y enormemente preocupantes: diabetes, cáncer, malformaciones, alergias, rinitis, asmas, trastornos en el aprendizaje, hiper o hipo tiroidismo, Mal de Párkinson, problemas de fertilidad, problemas hormonales, neurológicos, disfunciones renales. La evidencia científica y clínica es abrumadora.
¿Coincidencia? Creemos que no.
Contacto:
Lic. Silvana Buján – 0223 479-2474
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BIOS es miembro de
RENACE – RED NACIONAL DE ACCION ECOLOGISTA www.renace.net
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Fuente: RENACE