MST: «venimos a colaborar con un proyecto soberano»

Con apoyo del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra de Brasil, MST, el gobierno venezolano impulsa el programa «Patria Grande del Sur», que busca ocupar tierras, expandir la producción agroecológica y fortalecer la autonomía alimentaria en una región estratégica y poco poblada.
Desde hace dos décadas, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil mantiene una estrecha relación con Venezuela, colaborando en proyectos de formación, producción agrícola y organización popular.
Este vínculo se ha fortalecido con el lanzamiento del programa «Patria Grande del Sur», una iniciativa del gobierno venezolano que busca garantizar la soberanía alimentaria del país mediante la ocupación productiva de 180 mil hectáreas en el estado Bolívar, al sureste de Venezuela.
La coordinadora de la brigada del MST en Venezuela, Rosana Fernandes, explicó en una entrevista con Brasil de Fato los desafíos y perspectivas de este proyecto, que combina agroecología, formación técnica y políticas públicas para consolidar la producción de alimentos en una zona aislada y de baja densidad poblacional.
El proyecto
El municipio de Angostura, donde se implementará el proyecto, tiene un tamaño comparable al estado brasileño de Paraíba pero solo 57.000 habitantes. «La baja densidad poblacional es uno de los primeros obstáculos», admite Fernandes. La región, rica en cultivos de yuca, papaya y ñame, carece de infraestructura básica: «Faltan caminos para transportar materiales y puentes que conecten con los centros urbanos».
Ante este panorama, la coordinadora del proyecta señala que el trabajo se ordenará en tres ejes estratégicos que incluyen: la formación técnica en agroecología para familias locales; la expansión de la producción más allá de la subsistencia y, como tercer eje, el desarrollo de canales de comercialización.
«Actualmente, los cultivos son perecederos y solo llegan a pueblos cercanos. Queremos implementar agroindustrias para procesar la producción y distribuirla a nivel nacional», explica la coordinadora. Sin embargo, aclara que aún no hay metas cuantitativas definidas: «Primero debemos poblar el territorio y resolver las limitaciones logísticas».
Geopolítica y soberanía
La ubicación del proyecto añade otra capa de complejidad. Angostura colinda con la zona del Esequibo, territorio venezolano en disputa con Guyana. «Hay una necesidad geopolítica de consolidar presencia venezolana en esta frontera», reconoce Fernandes. Para ello, trabajan con la Unión Comunera, organización campesina venezolana, en la creación de un campamento que albergará a familias de otras regiones del país a partir de abril.
Este asentamiento funcionará como escuela de agroecología: «Formaremos a las familias en sistemas integrados de cultivo y ganadería, con técnicas que ya aplicamos en Brasil». La iniciativa busca también transitar hacia modelos más sostenibles: «Muchas comunidades ya producen, pero no bajo criterios agroecológicos. Queremos cambiar eso sin desarticular sus dinámicas».
Sobre la invitación pública de Maduro a «mil sin tierra brasileños» para sumarse al proyecto, Fernandes es enfática: «El MST no trasladará familias de Brasil. Nuestra posición es clara: la reforma agraria en Brasil es responsabilidad del gobierno brasileño«. Añade que, en Venezuela, el movimiento actuará como asesor técnico: «Enviaremos especialistas en agroforestería, veterinaria y cooperativismo, pero no como reemplazo de la población local».
Esta postura, según explica, surgió tras dialogar con comunidades venezolanas que inicialmente vieron con recelo la propuesta presidencial: «Les aclaramos que no venimos a ocupar sus tierras, sino a colaborar en un proyecto soberano».
Un laboratorio para el poder popular
Más allá del proyecto Patri Grande del Sur, el MST mantiene proyectos educativos y productivos en estados como Lara, Sucre y Mérida. Para Fernandes, la experiencia venezolana ofrece aprendizajes clave: «Aquí vemos cómo se construye poder popular desde los territorios. En Brasil, muchos en la izquierda subestiman este proceso».
La militante concluye con una reflexión: «Sin organización popular, ningún proyecto —por más bienintencionado que sea— es viable. Venezuela lo entiende; Brasil aún tiene que aprenderlo».
Mientras el sol tropical seca el barro en los primeros surcos de Angostura, esta alianza entre el MST y Venezuela escribe un nuevo capítulo en la lucha por la soberanía alimentaria.
Fuente: Resumen Latinoamericano