Los trenes de la soja
A primeros de agosto vi pasar uno de ellos. Son los trenes de la soja. Una locomotora arrastrando 17 vagones similares a una tolva gigante. Por lo que he leído, dicen que cuentan con capacidad para transportar unas 900 toneladas de harina de soja, lo que equivale a unos 35 camiones de los grandes. Seguramente ya los había visto en otras ocasiones, porque de un tiempo a esta parte son muy habituales, pero no había tomado conciencia.
Sin hacer una investigación exhaustiva, y solo centrado en Catalunya, podemos observar cómo en los últimos meses se están abriendo muchas y nuevas líneas de transporte ferroviario para estas habichuelas mágicas. Es lógico, el crecimiento de la industria porcina no se detiene y, dado que estos granos son fundamentales para incorporar proteínas en los piensos de engorde de la ganadería estabulada, se multiplican las fórmulas para trasladar esta leguminosa a las fábricas de pienso.
En septiembre de 2019, en el puerto de Tarragona se puso en marcha un servicio de tres trenes semanales para el transporte de granos, a cargo del operador ferroviario Go Transport. Su destino, la terminal de mercancías de Zuera en Zaragoza, para suministrar a fábricas de piensos como la del Grupo Alendi a pocos kilómetros y, que según su web, cuenta con la capacidad de producir pienso a la velocidad de 40 toneladas por hora. Pienso que es mucho pienso.
Pocos meses después, el pasado abril, este servicio se amplió con dos trenes semanales más, de manera que los cinco días laborables de la semana existe un ‘puente terrestre’, en trayecto de ida y vuelta, entre Tarragona y Zuera para el pasaje de soja y cereales como el maíz o el trigo.
El transporte anual de las 207.000 toneladas de grano que se mueven en la línea ferroviaria diaria entre Tarragona y Zuera emite a la atmósfera un total de 1.000 toneladas de CO2.
Solo dos meses después, un tren idéntico de 17 vagones y cargado de otras 900 toneladas de soja salió también del puerto de Tarragona, pero con destino a Lleida, reactivando, después de veinte años sin servicio, una antigua línea de transporte de mercancías. De momento, dice la noticia, esta ruta –operada por Renfe Mercancías– tendrá una frecuencia semanal y abastecerá a algunas de las 10 fábricas de piensos del grupo Bon Área –els amos del territori, como se les conoce en la zona–, con una producción anual de piensos de más de 1.300 millones de toneladas. Pienso que es mucho pienso.
La prensa también informa que ese mismo mes, el pasado junio, la multinacional Bunge, líder mundial del comercio de oleaginosas como la soja, con instalaciones propias en el Puerto de Barcelona, ha puesto en marcha otro de estos trenes de la soja que, operado de nuevo por Go Transport, les permite transportar, al ritmo de 900 toneladas por tren, la harina de soja desde Barcelona hasta la terminal de Zuera. Y ya no quiero buscar más información (aunque hay otras conexiones entre estos dos puertos y ciudades claves para el sector porcino como Vic o Monzón).
Es evidente que el traqueteo de tantos trenes es causa y consecuencia de estar en el pódium de la producción porcina mundial. España es el cuarto mayor productor mundial –y segundo de la UE-27– detrás de China, EE.UU. y Alemania, y el tercer exportador mundial –primero de la UE-27–, solo por detrás de EE.UU. y Canadá.
En otros textos se han explicado las consecuencias sociales y ecológicas de esta epidemia de macrogranjas (purines contaminando tierras y fuentes, emisiones de CO2, desaparición de pequeñas granjas, etc.), pero, ¿qué supone tanto despliegue de medios de transporte? ¿Lo tenemos analizado?
Sería oportuno, porque si bien es cierto que todo este mercadeo emite menos emisiones en un tren que en 35 camiones, aun así estamos hablando de un grave problema. Solo el transporte anual de las 207.000 toneladas de grano que se mueven en la línea ferroviaria diaria entre Tarragona y Zuera emite a la atmósfera un total de 1.000 toneladas de CO2. Es decir, el equivalente a lo que un bosque joven y cuadrado de 1,5 km de lado tendría la capacidad de absorber. No me consta que se planten bosques a la velocidad necesaria.
Fuente: Palabre-ando