Las voces del “otro campo” que no participó de las protestas

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País Argentina

Mientras el sector concentrado de poder económico volvió a mostrar sus dientes en pleno auge de exportaciones, la puja distributiva escribe un nuevo capítulo en un país que se divide entre privilegiados y magos de la sobrevivencia. Distintas voces disidentes criticaron fuertemente la medida de protesta.

Las liquidaciones de divisas por exportaciones de cereales y oleaginosas y sus derivados alcanzaron tanto en marzo último como en el acumulado del primer trimestre registros máximos históricos para el sector, de acuerdo con los números informados este viernes por la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC).

En ese sentido, las empresas del sector agroexportador liquidaron el mes pasado US$ 2.984,03 millones, que significaron el mejor marzo de los registros de los últimos 20 años. Así, el ingreso de divisas acumulado de la agroexportación en el primer trimestre alcanzó los US$ 7.926,08 millones. Lo liquidado en marzo significó un incremento de 7% respecto del mismo mes del año anterior, y un aumento de 16% en relación con febrero último, precisaron en un comunicado Ciara y CEC, entidades que representan el 48% de las exportaciones argentinas.

Asimismo, el ingreso de divisas del primer trimestre representó un crecimiento de 17,87% respecto del mismo período del año pasado, y récord absoluto para el mismo período desde comienzos de este siglo. Cabe destacar que, para este año, la Bolsa de Comercio de Rosario prevé que ingresarán unos US$ 38.600 millones en concepto de liquidación de divisas por las exportaciones de soja, trigo, maíz y girasol.

Cuanto peor mejor, la restauración oligárquica y su hoja de ruta

Este es un sector que claramente no deja de beneficiarse, incluso en los más álgidos contextos globales, en este caso, con la guerra entre Rusia y Ucrania, una ecuación que va de la mano con el incremento de una pobreza asfixiante que se encarga que casi 6 de cada 10 menores, abrace el dolor de la utopía de completar las comidas diarias.

El tractorazo de este 23 de abril, tiene una profunda carga política que lejos está de la idea madre de salir a mostrar los dientes ante una posible suba de retenciones. Esta movida, fogoneada por los medios de comunicación dominantes y Juntos por el Cambio, solo puede enmarcarse en la histórica necesidad de entorpecer el camino de los gobiernos populares, algo indisimulable que encuentra en la historia trágica de este país siempre a los mismos actores.

La Sociedad Rural y sus bajos instintos, el sueño húmedo de una Argentina blanca, europeizada y tan solo para un puñado de familias beneficiadas por los golpes y políticas conservadoras, sigue siendo la meta impuesta por distintas generaciones. El poder fáctico, verdaderos marionetistas que suelen moverse en las sombras con una libertad asombrosa, los dueños de todo, incluso de la subjetividad de la opinión pública.

Para comprender esta nueva pero rancia movida de quiénes se autoproclaman “el campo”, basta con repasar aquel saludo celebrando el primer aniversario del golpe militar de marzo del 76. No se sonrojaron al celebrar la política económica de aquel entonces, si bien la misma incluía la reducción del salario real de los trabajadores en un 40%, una canasta familiar que obligaba al obrero a extender su jornada laboral pasando de 6 a 18 horas para poder cubrirla, aboliendo los reclamos y distintos derechos que habían sido conquistados. El fin último de la Sociedad Rural, ya lo conocemos, la memoria se encarga de desnudarlo una y otra vez.

El último Censo Nacional Agropecuario data del año 2018 (CNA 2018), que se llevó a cabo entre el 15 de septiembre de 2018 y el 31 de marzo de 2019. El mismo indicó que el 1% de los propietarios concentran más del 40% de las tierras en Argentina, un índice muy similar al de la provincia de Santa Fe, que arrojó que el 60% de las tierras están en manos del 0,06% de la población. Lo que se dice un país inviable y alejado explícitamente de la Constitución Nacional, ley fundamental que debería organizar a nuestro país garantizando derechos. Claro, suena a una dulce utopía con tamaña concentración de privilegios.

Tiempo atrás Pedro Peretti, extitular de la Federación Agraria Argentina (FAA), supo visibilizar datos demoledores que hablan a las claras de la magnitud de la problemática a la que hacemos referencia. “El último censo agropecuario (2018) determinó que desde el 2002 al 2018 desaparecieron 82.652 explotaciones agropecuarias. Si le sumamos las que quebraron durante la década del noventa, que fueron 103.000, nos va a dar que en los últimos 30 años se nos esfumaron casi 200.000 chacras mixtas. Esto significó la pérdida de más de 900.000 puestos de trabajo en el sector rural. En el censo de 1988 la media promedio del tamaño de la explotaciones-que ya era altísima-pasó de 421 hectáreas a las hoy 826 hectáreas, un aumento del 96%”, es menester de todo aquel que se precie de bien nacido, no intentar barrer bajo la alfombra de la desmemoria lo mencionado por Peretti.

Es indisimulable que, bajo las normas impuestas por el actual modelo productivo, la idea de consolidar una Argentina más equitativa y sustentable, seguirá siendo una dulce utopía. El sostenido y avasallante camino del latifundio viene imponiendo las reglas de un juego en el que siempre ganan los mismos.

Voces disidentes, el campo que alimenta toma la palabra

Con la intención de problematizar sobre una desigualdad que se profundiza ante la mirada esquiva de las mayorías, Conclusión pudo recabar una serie de testimonios que intentan aportarle cierta claridad a un debate empapado de voces hegemónicas. Jeremías Chauque es agricultor e integrante de la organización campesina Desvío a la Raíz de Santa Fe. Consultado sobre una nueva movilización de los sectores concentradores del campo, indicó que “no son el campo, son empresarios con campo. Los datos son concretos, para producir 17.000 hectáreas de soja y maíz transgénico, se necesitan en siembra 7 personas, 3 encargados, 1 o 2 Ingenieros agrónomos y 7 personas para cosechar, que en la mayoría de las veces son los mismos que siembran”.

“Están matando el campo, nada es casual, para ganar destruyen, porque esa es la lógica que impone un agronegocio que especula con la miseria, con la destrucción de las culturas, economías, cosmovisiones, ambiente e idiosincrasias regionales. Son las carabelas, la campaña del desierto con sus estructuras e intereses intactos. La tierra es para quien la trabaja, la respeta, protege y multiplica, eso es ser mucho más que campo, es ser hombre y mujer de la tierra que labra futuro, soberanía y derechos en cada territorio”, concluyó Chauque.

Marcos Marini integra el Frente de Familias Productoras y del Trabajo Agrario de Berisso. Alertado sobre el tractorazo organizado por la Sociedad Rural y fogoneado por sectores de la política, espetó: “Lamentamos nuevamente un intento más de las corporaciones de desestabilizar el poder. En termino macroeconómicos ese sector agrofinanciero que dice llamarse el campo, ha tenido y está teniendo grandes ganancias. Nada de eso tiene que ver con el productor real que trabaja el campo y lamento que aún no interpreten que ese sector es el que tarde o temprano los va a dejar sin trabajo. Ya que asistimos a una profunda intromisión del poder financiero en toda la cadena productiva, asociando el alimento al juego de la especulación financiera. Ya pasó en los 90, con los remates de miles de hectáreas de campo y el éxodo del productor hacía los centros urbanos”, indicó.

“Dicen estos poderes que el mundo debe ir en ese camino, mayor superficie de producción, pero con menos gente. Los productores que acompañan el tractorazo, asisten a la destrucción de la ruralidad. Y a una mayor concentración de la riqueza, porque convengamos que el precio de los alimentos en Argentina es barato, pero los sueldos son bajos, entonces en definitiva se trata de la distribución de la riqueza, algo que aún no se ha logrado y merecemos que se llegue a un nuevo Pacto Social y poner un límite al poder financiero y monopólico”, cerró diciendo Marini.

Remo Vénica, al igual que su compañera de vida, sobrevivieron a la dictadura refugiándose en el monte chaqueño, y hoy son los responsables de la chacra “Naturaleza Viva”, una demostración cabal que se puede producir sin agredir a la naturaleza, sin envenenar los alimentos y sin esclavizarse como productores. “Debemos reflexionar qué cosas estamos haciendo para mejorar las actividades y recomponer este desastre que está ocurriendo en este planeta. Guerras, sistemas de producción con agrotóxicos que le dan vida a alimentos contaminados, agrediendo permanentemente al aire, la tierra, el agua, el mar, los ríos, lo que está sucediendo es tremendo. Pese a todo esto se atreven a hacer marchas, tractorazos ¿Para qué? Si todos deberíamos estar unidos para cambiar el rumbo que ha tomado este planeta, deberíamos poner las fuerzas para plantearnos una nueva agricultura, la agroecología, la permacultura, la biodinámica, sistemas que están funcionando muy bien en el país y nos van a ayudar a recomponer este desastre”.

“Ciertos sectores del país y del mundo están ayudando a destruir nuestras formas de ser, de vivir y de actuar. No podemos permitir este tipo de marchas que solo buscan obstaculizar el proceso que junto a muchos compañeros hemos emprendido, debemos construir caminos nuevos que nos lleven a una nueva vida y a una nueva visión de este proceso de reconstrucción de una Argentina nacional y popular”, sostuvo Remo Vénica.

Desde Bigand, se levanta la voz de resistencia a un modelo expulsivo, contaminante y concentrador, allí emerge la figura de Sandra Gobbo, mujer campesina que lucha junto a su compañero de vida Oscar Marinucci, contra una Fundación que ilegalmente pretende desalojarlos. Sobre el A23 o tractorazo como lo han calificado, opinó que “al ver las imágenes donde se promociona esta movilización, entristece de sobremanera, es la imagen real de la codicia, avaricia y empatía que hoy tiene parte de la sociedad y que colabora para nos hundamos. Nosotros seguimos luchando por una agricultura donde entremos todos, incluso ellos también, aquellos que pueden comprarse esos tractores tan poderosos que le quitan trabajo a muchísimos otros tractores pequeños que utilizamos las familias de agricultores o de la economía popular en las huertas”.

“Pero ellos, que no dejaron de ganar durante la pandemia, y que hoy, algo tan duro como la guerra les está dejando ganancias extraordinarias, tampoco los empuja a pensar en los que menos tienen. Solo piensan que no le cierran los números para poder mantener un sistema de vida privilegiado ante tamaña desigualdad, tenemos que repartir más, para que entremos todos y así poder vivir con dignidad. No me manifiesto en contra de las nuevas tecnologías, pero para que la misma les sirva a las próximas generaciones, tenemos que entrar todos, incluso aquellos como nosotros, que utilizamos nuestras manos para producir”, concluyó Sandra Gobbo.

Quién también acercó su medular punto de vista en torno a una clara y altisonante movida política, fue Mónica Polidoro, presidenta de la Comisión Directiva de AMRAF (Asociación de Mujeres Rurales Argentinas Federal). “Debo decirte que me siento un tanto reiterativa con respecto al análisis, pero es que así se manifiesta la actitud de estos señores que salen a protestar (entre comillas), la sensación que me genera es de vergüenza, como se dice vulgarmente, vergüenza ajena. Más que nada porque una proviene de ese imaginario colectivo que ya está instalado que es el campo, se escucha permanentemente el campo sale a protestar, y todos sabemos que no todo el campo es lo mismo, en realidad todas y todos sabemos que salir a protestar, o salir a demandar como van a hacer estos señores (entre comillas), con la opulencia de siempre a protestar, cuando todas y todos sabemos la difícil situación que está atravesando nuestro país, y que debe cargar con una deuda generada precisamente por un gobierno apoyado y respaldado por los mismos que hoy salen a protestar. ¿Protestar de qué?”.

“Tiene que quedar absolutamente claro que estos señores súbditos del poder real, lo único que persiguen es tratar de desestabilizar y golpear a un gobierno nacional y popular. Está muy claro que la mesa de enlace es un partido político, y pertenece a una de las patas del PRO. Por ello, esa palabra que durante tanto tiempo me ha representado y ha dignificado el trabajo de mis padres, desde mis abuelos, donde se han criado mis hijos y que tiene que ver con el campo, hoy la representen hegemónicamente y deplorablemente estos sectores. Nosotros somos el campo de la agricultura familiar, del campo nacional y popular, por eso es imposible esquivarle a la vergüenza que nos genera que se hable de campo, y es allí donde transformamos la misma en lucha, se traduce en seguir dando esa batalla cultural ante tamaña manipulación de la verdad que se amplifica a través de los medios de comunicación dominantes que no son otra cosa que los medios del poder económico”.

Para finalizar, Mónica Polidoro indicó que “estos señores que salen a protestar con sus vehículos alta gama, no tienen absolutamente nada que ver con las necesidades del pueblo. Están muy alejados de lo que significa producir alimentos, la agricultura familiar, que por otro lado se está fortaleciendo para realizar los planteos pertinentes al ministro de agricultura Julián Domínguez, cuando le decimos que el valor agregado lo tenemos que hacer aquellos que producimos en pequeña escala, y no las grandes empresas. Lamentablemente hoy el gobierno se sienta a dialogar con los creadores del problema, no con las soluciones, por eso le insistimos al gobierno que nosotros somos parte de la solución, por suerte, y después de tanto insistir, hemos conquistados algunos programas que empujan a realizar distintas pruebas piloto para que podamos aportar alimentos sanos y a precios justos”.

Fuente: Conclusión

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Agronegocio

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