La soya trangénica de Monsanto es peor de lo que imaginábamos
De acuerdo a un reciente estudio, la soya genéticamente modificada de Monsanto contiene residuos de su propio herbicida y es inferior nutricionalmente.
Estados Unidos, Brasil, Argentina y Paraguay son los países con mayor producción de soya genéticamente modificada en el mundo, proveniente especialmente de la controversial empresa Monsanto. Aunque la mayoría de este cultivo no es consumido de forma directa por las personas, estamos expuestos a ella día a día. Ya sea que la soya sirva de alimento para los animales que se convertirán en nuestro alimento, o bien, como aceite comestible.
Un reciente estudio publicado en la revista científica Food Chemistry nos proporciona datos importantes respecto a este tipo de cultivo de soya. Los investigadores concluyeron que la soya de Monsanto - diseñada supuestamente para tolerar su propio herbicida Roundup Ready - contiene mayores residuos que la soya convencional. Además encontraron que la soya transgénica es nutricionalmente inferior.
Para llegar a esas conclusiones, los investigadores observaron muestras de tres tipos de soya en el estado de Iowa, en Estados Unidos:
- La proveniente de semillas genéticamente modificadas de Monsanto, tolerantes el herbicida Roundup Ready.
- La que provenía de semillas convencionales, pero en la que se utilizaron métodos industriales de agricultura con agroquímicos.
- Soya orgánica, sin agroquímicos.
Los investigadores encontraron residuos de glifosato - ingrediente activo del Roundup - así como ácido aminometilfosfónico, el compuesto en el que se descompone el glifosato, en las 10 muestras de semillas de soya transgénicas, mientras que en las convencionales y orgánicas no se encontró rastro alguno.
El promedio de residuos encontrados fue de entre 11.9 partes por millón (ppm) y 20.1 ppm. Esta cantidad se encuentra dentro de los límites permitidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y por la Unión Europea. Pero los autores recuerdan que en 1999, Monsanto reportó que los residuos encontrados en ese año fueron de 5.6 ppm, siendo un caso excepcional y un nivel extremo.
Hay que recordar que este límite permisible de glifosato en la soya es aún controversial. Aunque el límite de 20 ppm significaría que tal cantidad no genera daños al ser humano, la biodiversidad o al medio ambiente, un estudio independiente de 2012 del científico Rick Relyea de la Universidad de Pittsburg demostró que 3 ppm encontradas en el agua inducen cambios morfológicos en las ranas.
También científicos alemanes publicaron en 2012 un estudio en el que encontraron que varias especies de bacterias típicas de las aves de corral sujetas a niveles de 5 ppm de glifosato, algunas bacterias benéficas como los lactobacilos habían sido dañados, mientras que los patógenos como la salmonella tendían a ser altamente resistentes. Estos resultados sugieren que el glifosato puede cambiar el balance de la flora intestinal, generando cambios importantes en el cuerpo y en la salud.
En relación con la calidad nutrimental de la soya, los investigadores encontraron diferencias entre los diferentes tipos de soya analizados. Los niveles de proteína en la soya orgánica fueron ligeramente más alto que los otros dos, mientras que sus niveles de ácido grado omega-6 fueron menores. En cuanto al ácido graso omega-3 las diferencias no fueron significativas. Esto es importante pues una alimentación con un número mayor de omega-3 es más sana que una dieta con omega-6.
Pero el glifosato no llega al cuerpo humano solamente a través de los alimentos, sino que éste ha sido detectado en aguas superficiales, lluvia y aire como en la cuenca del río Mississippi. Lo más preocupante es que aún no se saben los efectos a largo plazo que las exposición al glifosato podría tener, aunque ya empezamos a ver algunas consecuencias mortales.
"Es probable que la exposición alimentaria humana al glifosato en estos momentos sea probablemente la más alta de cualquier plaguicida utilizado en Estados Unidos", afirmó Charles Benbrook, investigador de la Universidad Estatal de Washington. Tampoco ayuda que en años recientes el uso de herbicidas haya aumentado por la plaga de maleza resistente a ellos.
Fuente: Veo Verde