La falacia de la celulosa
La promoción de los biocombustibles -también llamados agrocombustibles- es componente central de la política energética del presidente estadounidense Barack Obama. Pero los cultivos biocombustibles, que son mayormente de maíz, caña de azúcar, palma y soya, están en serios problemas debido a la abrumadora y creciente evidencia del daño ambiental que causan.
Además, toda agricultura industrial en gran escala requiere de grandes cantidades de combustible fósil, lo cual descalifica los biocombustibles como fuente de energía alterna.
La administración de Obama y los partidarios de la agroenergía reconocen estos problemas pero apuestan a que pueden ser resueltos por una nueva generación de agrocombustibles derivados de celulosa. Este emprendimiento contará con la participación plena de la industria de biotecnología.
El gabinete de Obama está presto a la encomienda. Cuando era gobernador de Iowa, el actual secretario de Agricultura, Tom Vilsack, fue nombrado Gobernador del Año 2001 por la Biotechnology Industry Organization, en honor a su apasionada y descomunal defensa de la industria biotecnológica. Por su parte, el secretario de Energía, Steven Chu, fue el principal arquitecto de un controversial convenio de $500 millones entre la petrolera BP y el Recinto de Berkeley de la Universidad de California. Este dinero, una suma sin precedentes en la historia de la academia, se dedicará al desarrollo de novedosos biocombustibles mediante biotecnología.
La celulosa, el compuesto orgánico más común en la tierra, es un componente estructural clave de las murallas celulares de plantas verdes y muchas formas de algas. Alrededor de 33% de toda la materia vegetal del mundo consiste de celulosa. Científicos han dedicado grandes esfuerzos al desarrollo de maneras prácticas de convertirla en combustible líquido. En la naturaleza sólo los hongos y ciertas bacterias encontradas en los sistemas digestivos de termitas y mamíferos rumiantes (como reses y caballos) producen enzimas que pueden digerir celulosa. La capacidad de convertir celulosa en combustible haría posible utilizar cualquier materia vegetal, viva o muerta, a este fin.
El argumento principal de los partidarios de la celulosa es que esta tecnología no competirá con la producción de alimentos, ya que puede utilizar materia vegetal no comestible, como hierbas y “desperdicios” agrícolas.
Pero hay sectores ambientalistas que advierten que el “boom” de la celulosa en nada resuelve los problemas de la actual generación de biocombustibles.
El pasado mes de enero un grupo de organizaciones diversas, que incluyeron el Instituto de Ecología Social, Food First y Grassroots International, emitieron una carta abierta que denuncia los agrocombustibles como una solución falsa a la crisis energética y el cambio climático. Los firmantes sostienen que los combustibles de celulosa presentarán los mismos problemas que los biocombustibles de hoy, y que también competirán con la producción de alimentos.
“Más y más terrenos que podrían ser usados para cultivos alimentarios o conservación de la biodiversidad serán dedicados a la producción de energía”, dice la carta. “La demanda de tierras para la agricultura y producción de madera ya es intensa y se está incrementando globalmente a medida que los recursos de agua, suelo y biodiversidad se reducen y el clima se hace más inestable.”
“Todas las plantas, comestibles o no, requieren de suelos, agua, fertilizante y tierra, todos los cuales están escaseando”, declaró Rachel Smolker, co-firmante de la carta y especialista en agrocombustibles del Global Justice Ecology Project. “Sin embargo, estas tecnologías insustentables están acaparando la vasta mayoría de los incentivos contributivos para energía renovable, a costa de soluciones energéticas genuinas y limpias como la conservación y eficiencia, y las energías de viento, solar y oceánica.”
Los planteamientos de esta carta abierta no son nuevos. En 2007 se publicó “Agrofuels: Towards a Reality Check”, informe redactado por once agrupaciones de sociedad civil, incluyendo el Grupo de Reflexión Rural de Argentina, Watch Indonesia, EcoNexus, Corporate Europe Observatory y Amigos de la Tierra Dinamarca, el cual hacía advertencias similares.
El documento sostiene que el uso de “desperdicios” de jardinería y agricultura para hacer combustible es una mala idea:
“La remoción total de materia vegetal probablemente acelerará las pérdidas de suelos, causando una reducción mayor aún de nutrientes del suelo. Esto podría tener serias implicaciones para la salud humana en lo que se refiere a deficiencias nutricionales en los cultivos alimentarios en el futuro. Esto también probablemente reducirá la retención de agua en los suelos, haciendo la agricultura más vulnerable a sequías.”
El informe continúa, “La remoción de árboles muertos y moribundos de bosques manejados ya ocasiona pérdidas de biodiversidad en gran escala... Remover aún más los ‘residuos de madera’ para agrocombustibles casi de seguro aceleraría la pérdida de biodiversidad y reduciría el almacenamiento de carbono en bosques. Cultivar millones de hectáreas con cultivos perennes para bioenergía pondrá una presión intensa sobre la tierra para producción de alimentos y comunidades, y ecosistemas naturales. Muchas plantas que han sido identificadas como las preferidas para agrocombustibles de segunda generación ya causan serio daño ambiental como especies invasivas.”
Entre las soluciones verdaderas que propone la ya mencionada carta abierta figuran: masivo apoyo a mejoras en eficiencia energética y transporte público y reducciones en el consumo en Estados Unidos y otros países económicamente privilegiados. También, rechazo al agronegocio industrial y la biotecnología y en su lugar apoyar un regreso a prácticas agrícolas diversas y controladas por las comunidades, con miras a alimentar gente, no carros, que conservan suelos y agua, maximizan el secuestro de carbono y protegen la biodiversidad.
La carta abierta señala como problema de fondo el siguiente: que la fiebre de los biocombustibles se basa en la idea de que la masiva demanda energética de los países ricos puede y debe ser satisfecha. Sostienen los firmantes que esa demanda no debe ser aceptada como un hecho inalterable sino que debe ser cuestionada.
*El autor es director del Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico.
Para más información: http://carmeloruiz.blogspot.com/search/label/Biocombustibles
Fuente: CLARIDAD