La cantimplora
"Los costos ambientales de la producción de agua embotellada no son precisamente pequeños. Según el diario suizo Le Temps, la energía utilizada en todo el proceso de fabricación y posterior deshecho de una botella de agua equivale a llenarla de petróleo en un cuarto."
Dispongo de los barriles de petróleo suficientes para que en el Estado español, 20.00 coches, más o menos, puedan aprovisionarse de combustible durante un año (según unas extrapolaciones de los cálculos que hace Emily Arnold del Earth Policy Institute). O mejor todavía, tengo la fórmula para que el planeta se ahorre ese consumo de petróleo. Está en nuestras manos. En todas las manos que compran agua embotellada para satisfacer la necesidad de beber. Los costos ambientales de la producción de agua embotellada no son precisamente pequeños. Según el diario suizo Le Temps, la energía utilizada en todo el proceso de fabricación y posterior deshecho de una botella de agua equivale a llenarla de petróleo en un cuarto.
España es (con datos del 2004) el sexto país en el consumo de agua embotellada per cápita. Alrededor de 140 litros por persona al año. Un 40% más que sólo cinco años atrás. Ciertamente la tendencia de usar agua embotellada en detrimento del agua de la red es apreciable en muchos hábitos que todos nosotros y nosotras habremos observado. No se trata de dejar de beber, claro. Se trata, como siempre, de disponer de la información correcta para poder tomar nuestras decisiones a la hora de decidir entre las opciones de plástico o la opción del agua de la red.
La información: Al coste ecológico que significa la elaboración de tantas botellas para el agua embasada, como citaba al principio, hay que añadirle que, por ejemplo en los EEU, sólo 14 de cada 100 botellas van al contenedor de reciclaje apropiado. Y más preocupante aún es que el reciclaje de las mismas se hace en muchas ocasiones en países empobrecidos del Sur. Una característica propia de nuestro modelo capitalista postcolonial. Deshacernos de nuestras basuras en los patios de otros, como la India o la China, en este caso.
Si todo esto no nos hace entrar un mal regusto de boca cuando bebemos agua embotellada (hay muchas marcas pero controladas todas por pocas empresas, con Nestlé a la cabeza), piensen en su bolsillo. En general, en países como el nuestro, donde el agua de la red es tan saludable como el agua embotellada, esta última puede costar hasta 10.000 veces más cara que la del grifo. Como dice Annie Leonard en su documental ‘La historia del agua embotellada’, ¿te imaginas pagar 10.000 veces más por un mismo producto?
¿Dónde dejé mi cantimplora?
Fuente: Palabre-ando