La muerte regada: glifosato y cáncer en la Argentina
El Glifosato es el plaguicida de mayor uso en Argentina y en el mundo. Es un herbicida sistémico, no selectivo y de amplio espectro que actúa inhibiendo competitivamente a la enzima “EPSPS” de plantas y microorganismos, eliminando malezas y plagas de todo tipo.
A lo largo de los años las fumigaciones y los criterios de seguridad se basaron en los efectos agudos. Al aplicar plaguicidas a los cultivos solo se tenían en cuenta las dosis letales, es decir las dosis con las que se puede matar directamente a una persona. Pero los plaguicidas generan un efecto a largo plazo debido a la exposición crónica a bajas dosis de las partículas del producto.
Los plaguicidas llegan a las personas por medio de los alimentos rociados, las partículas transportadas por el viento y el agua. Persisten en el tiempo, en el ambiente y en las personas. El SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) halló 52 tipos de pesticidas en frutas, hortalizas y verduras basándose en controles que realizaron en los últimos 5 años en zonas urbanas.
De los pesticidas encontrados 2 están prohibidos (DDT y Endosulfan), 4 no están autorizados para usar (Diazinon, Aldicarb, Acrinatrina y Hexaconazole) y 2 fueron prohibidos por Resolución 149/2016 del SENASA el 1 de Julio de 2016 (Metil Azinfos y Metamidofos). Los encontrados en mayor presencia fueron el Clorpirifos, Deltametrina, Cipermetrina, Endosulfan, Lambdacialotrina, Imidacloprid, Carbendazim, Pyremethanil y Diclorvos.
Los resultados confirman la gran exposición a la cual estamos sometidos todos. Con los años, la exposición da lugar a enfermedades endocrinas, neurodegenerativas, alteraciones del desarrollo embrionario y al cáncer.
A nivel general los plaguicidas actúan como disruptores endocrinos que alteran la síntesis, liberación, transporte, metabolismo, acción o eliminación de las hormonas naturales, modificando el funcionamiento del sistema hormonal humano. Por efecto símil estrógeno alteran los procesos normales de reproducción y desarrollo, es por eso que los efectos se manifiestan con más severidad en el desarrollo embrionario produciendo malformaciones y abortos.
En el hombre está relacionado con cáncer de testículo y próstata, disminución de los niveles de testosterona y de la cantidad de esperma. En la mujer se relaciona con cáncer de mama, ovario y útero.
En el año 2017 se emplearon 3,8 millones de toneladas de agrotóxicos en el país. Argentina lidera el ranking mundial de litros de agrotóxicos por habitante. Se estima que hay 12 millones de personas expuestas habitacionalmente a pesticidas en el país. Diversos son los estudios a lo largo del mundo que han demostrado su nocividad sobre la salud.
El laboratorio de Biogeoquímica y Química Ambiental de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP, junto con el Defensor del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, han llevado a cabo un relevamiento sobre la utilización de agroquímicos en la provincia de Buenos Aires. Para el mismo se obtuvieron muestras de suelos y aire colectados en toda la Provincia de Buenos Aires. Entre los plaguicidas encontrados, se confirmó la predominancia de Endosulfanes y de compuestos prohibidos como Dieldrin y DDTs en la zona hortícola.
El estudio asevera que los plaguicidas aplicados en el campo llegan a las ciudades aledañas, con un fuerte incremento durante el verano debido a las mayores fumigaciones en esa época del año. Las concentraciones de plaguicidas se disparan hasta 25 veces, en mayor medida se observa el incremento de Endosulfanes y Clorpirifos (máximos de 100-500 veces) adquiriendo niveles elevados, similares a los reportados para la India, lo que refleja el impacto de las aplicaciones locales.
La relación entre pesticidas y Cáncer ha sido documentada en el estudio multicéntrico titulado “Valoración de la exposición a plaguicidas en cultivos extensivos de la argentina y su potencial impacto sobre la salud” financiado por el Ministerio de Salud Argentino en el año 2014.
Los resultados obtenidos dan cuenta de una asociación positiva entre la intensidad de exposición (evaluada a través del Índice de Exposición Acumulada a Plaguicidas- IEP) y la mortalidad por cáncer total en varones, y cáncer de mama en mujeres. El área pampeana del país agrupa los IEP mayores al promedio nacional. Los mayores Índices de Impacto Ambiental Total (IIAT) fueron para los plaguicidas 2,4-D y Clorpirifos en igual zona.
Los Altos Índices de Impacto Ambiental Total de Cipermetrina y Clorpirifos se asocian con más mortalidad de cáncer de mama, y los de Glifosato y Clorimuron con la de cáncer total en varones. Mayores síntomas generales, cardio respiratorios, dérmicos y daño genotóxico fueron mayores en las personas encargadas de las fumigaciones, que en las no expuestas. El daño genotóxico provocado por los pesticidas es un factor potencial de riesgo primario para efectos a largo plazo, tales como cáncer y alteraciones reproductivas. Además el estudio, concluyó que el entorno de residencia de los niños/as que pertenecen a zonas fumigadas, constituye un contexto de alta vulnerabilidad.
El Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA) perteneciente a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata ha llevado a cabo la investigación que demuestra que los plaguicidas aplicados en las fumigaciones se evaporan y caen, luego, con las lluvias. Es decir, llueven agrotóxicos. El objetivo del trabajo consistió en estudiar los niveles de Glifosato y Atrazina en aguas de lluvia en núcleos poblacionales urbanos y periurbanos de la Región Pampeana.
Para ello se realizaron muestreos de los eventos de lluvia en la provincia de Bs. As, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. El glifosato fue el herbicida más detectado con un 90% de resultados positivos, una media y una máxima de concentraciones regionales de 6,5 µg/L y 67,3 µg/L, para la Atrazina en el 79% de los casos con media- máxima de 1,5-15,7 µg/L y el AMPA con 35% de detección y media-máxima de 0,8-7,9 µg/L. Del glifosato se produce un metabolito ambiental por acción de las bacterias del suelo, llamado AMPA, con mayor capacidad genotóxica. Las provincias donde se detectaron las mayores concentraciones fueron Córdoba, Santa Fe, Bs. As. y Entre Ríos.
La investigación “ Glyphosate and Anencephaly ” llevada a cabo por el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge y publicada este año en el Journal of Neurology and Neurobiology, reveló que el glifosato una vez en la circulación del embrión genera dos consecuencias, anencefalia y detención del desarrollo embrionario.
El estudio aclara el rol del herbicida en las enfermedades neurológicas y degenerativas. El glifosato acumulado a lo largo de la vida, actúa sustituyendo al aminoácido glicina durante la síntesis de proteínas de funciones vitales lo que ha contribuido al aumento de enfermedades debilitantes, como la ELA, el parkinsonismo y el autismo.
La investigación recorre todas las vías metabólicas en las que el glifosato actúa de forma perjudicial. De los múltiples caminos que llevan a la anencefalia, el glifosato actúa en todos. Su exposición perjudica la absorción de nutrientes esenciales, actuando como quelante de varios minerales, incluyendo al zinc, manganeso, cobalto, cobre y de múltiples vitaminas que su déficit están vinculadas al desarrollo de anencefalia, incluyendo folato, cobalamina, vitamina D y el aminoácido metionina. El glifosato además de inducir el estrés oxidativo en las células humanas, sustituye las Glicinas en el receptor de insulina lo que está vinculado a la actual epidemia mundial de diabetes tipo II.
La conclusión más importante es el rol del glifosato en la formación de micronúcleos, relacionados en los procesos cancerosos, en dosis bajas y continuas, y el daño que provoca al ADN de las células, considerado lesión precancerosa. El estudio coincide con la realidad a la que se enfrentan los pueblos fumigados de la Argentina, con las tasas más altas del país en malformaciones y cardiopatías congénitas.
Otro estudio realizado en conjunto, entre la Universidad de Córdoba y la Universidad Nacional de la Plata sobre la localidad de Monte Maíz en el año 2015, confirma alta tasa de abortos espontáneos, con una frecuencia que es 3 veces mayor a la media urbana en el país; y la presencia de niños con malformaciones congénitas que duplican la tasa provincial y nacional.
Actualmente el Senasa busca ampliar el uso de agroquímicos en varios cultivos y la cantidad de veneno permitida en los alimentos. El objetivo es aumentar los agroquímicos autorizados para los cultivos como el pomelo, pelón, damasco, cereza, arándanos, higo, banana, kiwi, palta, hinojo, puerro, brócoli, coliflor, pepino, zapallito, berenjena, acelga, rúcula, espinaca, legumbres, cereales en grano, frutos secos, hierbas aromáticas y tés. Junto con la introducción de nuevos agroquímicos que no tienen antecedentes ni dentro ni fuera del país.
No es admisible que se autorice el registro y comercialización de plaguicidas sin investigaciones realizadas por centros y con control público de universidades y organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente anunció en la última inauguración del 25° Congreso de la AAPRESID, la idea de acortar por resolución la distancia mínima para la fumigación con Glifosato a nivel Nacional. La medida no tendría intervención del Congreso ni del Ministerio de Salud y achica las fumigaciones a una distancia de 100 metros.
Argentina vulnera las leyes de protección y defensa de derechos humanos. Se incumple la ley general de ambiente, la ley de residuos peligrosos, el artículo 41° de la Constitución y el Pacto Internacional de derechos económicos sociales y culturales, ratificado por nuestro país, que protegen a la ciudadanía de los daños cometidos por sustancias nocivas como el Glifosato.
A nivel Nacional rige de forma genérica el “Principio de Precaución” para todo el territorio de la Argentina. Conforme con el artículo 4° de la Ley Nacional de Ambiente n° 25675, la ley obliga a quienes aplican sustancias químicas que puedan amenazar la salud a que adopten “medidas eficaces para impedir la generalizada degradación del ambiente, sin importar costos o consecuencias”. Pero la ley nunca se aplicó a la agricultura, así lo comprobó la Auditoría General de la Nación.
El campo de la salud tiene un gran compromiso con esta problemática al revelar las vulnerabilidades, los daños a la salud y las inequidades sociales relacionadas con el modelo agrario químico. Debemos producir una crítica profunda al modelo de ciencia que sustenta las decisiones en el ámbito de las políticas, en especial, las de salud pública, y proponer otros modelos de estudios que consideren la complejidad de los problemas de salud y las acciones preventivas para la protección de la salud.
Fuente: Rebelión