La fuerza de los territorios

Idioma Español

"Por la globalización que no ha aportado ninguna solución al hambre, por la pandemia que lo ha venido a agudizar todo aún más, nos toca ahora más que nunca, como lo dijeron en el seminario arriba citado, «fortalecer los territorios desde los saberes propios, desde la construcción y el respeto por la biodiversidad. Toca también pensar en la función social de la tierra. Como un elemento fundamental para alimentarnos realmente".

Clara Yoxom López, agricultora de la granjita “El Abuelo”, Momostenango, enseñándome especificidades de su milpa. Fotografía: Red de Escuelas Interculturales por la Soberanía Alimentaria, REISA

En 2015, en la ciudad de Ginebra, Suiza, fui consultora para la municipalidad de esa ciudad, en uno de sus servicios llamado «ciudad sustentable». Me tocó visitar restaurantes y cafeterías de una lista de establecimientos que recibían algún apoyo por parte de la municipalidad ginebrina.

Mi meta era trabajar con ellos el cambio para que se abastecieran lo más posible con productores locales con el fin de apoyar el comercio local, ecológico y justo.

Recuerdo al señor M., hombre sesentón que me recibió entacuchado. Era gerente de un restaurante muy bonito dentro de un kiosko, en medio de un parque hermoso con juegos de ajedrez gigantes.

–Mire, yo entiendo su punto, señorita Hauri, yo comprendo que las fresas servidas en el mes de febrero no son muy ecológicas porque no son de temporada e impactan con su huella de carbono porque provienen de lejos, pero usted tiene que comprender que nosotros tenemos que complacer a nuestro público y en febrero, en pleno invierno, ¡necesitamos sol y colores en nuestro plato!

Le hablé otra vez de los puntos de durabilidad ecológica y apoyo económico al tejido rural local y me responde:

–Señorita Hauri, ¡es usted una anti-liberal!

–Pues, mire, si aceptar comer tomates foráneos, cultivados con energía fósil, sin sol, por trabajadores migrantes del sur de España pagados con una miseria y que además sean totalmente desabridos, sí, tal vez sea antiliberal –le contesté lo más diplomáticamente posible.

De esta anécdota me acordé hace poco, cuando vi en redes a poblaciones de Kenia y Sri Lanka manifestando por el alza fuerte de los precios de los alimentos. Esta globalización es nefasta, nos vuelve demasiado dependientes de otras naciones. Por estas razones me hace tanto sentido cuando oigo a representantes de pueblos indígenas aquí en América, hablar de sistemas alimentarios con una relación entendida con el territorioEs en parte, lo que le trataba de explicar en 2015 al señor M.

Escuché hace poco unas respuestas a la crisis alimentaria, en un seminario internacional sobre derecho a la alimentación y soberanía alimentaria, organizado por  FIAN Colombia que se puede ver  acá. Vivian Suárez Miranda, mujer indígena del pueblo muisca decía: «nosotros no hablamos de seguridad alimentaria, nosotros hablamos de autonomía alimentaria. Implica partir del relacionamiento que tenemos los pueblos indígenas con nuestros territorios. Porque ahí se configura la vida. Porque nuestros sistemas alimentarios dependen del territorio en el cual nosotros nos encontramos».

El ingeniero agrónomo, pero primero «agricultor campesino» (como me dijo él), Elder Rumaldo Elías Yoxom, maya k’iche’ de Momostenango me lo explicó muy claramente: «para nuestra visión maya k’iche’ es el maíz lo más importante y esa soberanía que contruyó mi mamá, gracias a su milpa, nos salvó durante la pandemia». Agregó: «si hablas de mi milpa, (cultivo asociado de maíz, frijol, yerbas y todo tipo de ayotes), quisiera que citaras a mi mamá, todo esto es gracias a ella». Lo confirmo: doña Clara Yoxom López, agricultora maya k’iche’ de la granjita «El Abuelo», es una maestra en su milpa y pude ir a aprender de ella a Momostenango, el año pasado.

La familia Elías Yoxom cultiva su milpa sobre mas o menos 3,000m2 para autoconsumo. De ahí logran sacar 28 quintales anuales de maíz. Esto logró alimentar, durante los seis meses de encierro y baja de trabajo por la pandemia, a 15 personas comiendo en casa los tres tiempos. He usado la palabra «autoconsumo», pero luego leí algo al respecto en  Biodiversidad AL que hace eco con el texto y necesito compartir. Dice: «En vez de hablar de autoconsumo, hablemos de cultivos soberanos».

Elder además, me explicó cómo la semilla nativa rinde más, luego de la cocción, que la semilla híbrida comprada, mal llamada «mejorada ». Me sigue contando: «como mayas k’iches’ reconocemos muy bien la diferencia entre el maíz nativo de nuestro territorio y el maíz híbrido, “mejorado”. Para preparar la comida de un gran evento, siempre preguntamos si va a ser con maíz nativo o “mejorado”. Si es “mejorado”, sabemos, sobre todo las mujeres, que pediremos mayor cantidad, porque no rinde igual».

Por la globalización que no ha aportado ninguna solución al hambre, por la pandemia que lo ha venido a agudizar todo aún más, nos toca ahora más que nunca, como lo dijeron en el seminario arriba citado, «fortalecer los territorios desde los saberes propios, desde la construcción y el respeto por la biodiversidad. Toca también pensar en la función social de la tierra. Como un elemento fundamental para alimentarnos realmente.

El verdadero alimento nos trae dignidad, nos trae fe y son apuestas que se piensan desde lo político».

Fuente: Plaza Pública

Temas: Biodiversidad, Sistema alimentario mundial

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