Incendios forestales jaquean nuevamente la Biósfera de Yungas
La baja humedad ambiente, que persiste hace semanas, y las altas temperaturas, jaquearon en los últimos días distintos pisos de las yungas salteñas. La selva pedemontana de ladera y de llanura, son los ambientes más amenazados. Desde hace 20 años, la provincia gestiona gran parte de su conservación.
El reporte diario del Servicio Nacional de Manejo del Fuego detalla que en el territorio de la provincia de Salta al menos una decena de incendios se encuentran agrupados y activos en distintos pisos de bosque y selva de Yungas del departamento Orán. El resto se distribuye entre las serranías de Yungas que no forman parte de la Biósfera, principalmente en municipios del departamento San Martín (Aguaray, oeste de Salvador Mazza y Mosconi).
La información diaria que proporciona el sitio Fire Nasa muestra que la situación se agravó considerablemente durante la última semana de octubre. Diversos focos ígneos continúan consumiendo pisos de la Reserva de Biósfera de Yungas. El combo de altas temperaturas y baja humedad ambiente elevó las probabilidades sobre tres grandes incendios que, próximos entre sí, corren peligro de unirse. En conjunto, esos incendios suman actualmente 15 mil hectáreas de bosque con focos activos. Los análisis satelitales arrojarán a futuro resultados más precisos sobre la porción exacta de bosque degradada por el fuego. Hasta ayer no hubo reportes oficiales, ni de parte de la Secretaría de Seguridad, ni de la Subsecretaría de Defensa Civil que depende del área de Frida Fonseca.
El primero de los grupos ígneos de magnitud abarca algunos de los pisos de Yungas que se encuentran al sur de los ríos El Oculto, San Ignacio y Santa Cruz. En línea recta el fuego se desarrolla 13 kilómetros al oeste de la cabecera departamental, San Ramón de la Nueva Orán. Se trata de un foco no controlado desde principios de octubre, que crece en extensión por la baja humedad ambiental. Los incendios en esa zona comenzaron durante la primera semana de octubre, cuando se permitió una excepción a la veda de pesca declarada por la Secretaría de Ambiente de la provincia de Salta. Por los puntos satelitales proporcionados por el sitio web de la Nasa, el incendio cubría hasta ayer un área estimada de 5.300 hectáreas.
El segundo incendio devora otra franja de la Reserva de Biósfera. Se trata de los bosques ubicado al sur del río Santa María y del paraje Las Quintas. Ese foco se desarrolla a 18 kilómetros al suroeste de San Ramón de la Nueva Orán y a 10 kilómetros el noroeste de la localidad de Colonia Santa Rosa. Son los focos ígneos que se encuentran casi completamente dentro del municipio de Urundel. Se activaron luego de la excepción a la veda de pesca, promovida desde principios de octubre por la legisladora oranense Carina Ceaglio y una asociación de pescadores de esa ciudad cabecera. Hasta ayer, los focos activos se movían sobre una extensión estimada en alrededor de 6.500 hectáreas.
Finalmente, cuatro kilómetros al sur de la segunda masa ígnea, un tercer incendio de grandes proporciones consume otras miles de hectáreas de la Reserva de Biósfera. Es el incendio que la provincia de Salta busca contener desde finales de setiembre, pero que a principios de octubre despertó las alarmas del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático del gobierno jujeño por su proximidad con Parque Nacional Calilegua. Hasta ayer los focos se movían en el municipio de Urundel, desde el sur del río Colorado hasta las proximidades de Riacho Seco. El incendio se extiende por una zona que se conoce por Valle Morado, y asciende hasta el paraje conocido por Lipán. El área total estimada con focos activos supera las 4000 hectáreas.
El fuego no solo pone en jaque pisos de selva que se encuentra dentro de una propiedad privada con áreas de reserva en el municipio salteño de Urundel (Finca Nocetti). En territorio de la provincia de Jujuy, la Reserva El Pantanoso corre peligro porque uno de sus límites se encuentra a solo 10 kilómetros del tercer incendio. El área protegida privada se extiende al sur del río Piedras. Desde la coordinación de El Pantanoso, informaron a Salta/12 que observan con mucha preocupación su desarrollo. “Protegemos 4.500 hectáreas de selva pedemontana y en este momento la situación del bosque es extremadamente seca”, detalló Soledad De Bustos, coordinadora de la reserva propiedad de Fundación Biodiversidad. “Estamos muy asustados porque el fuego que viene desde Salta continúa, y el riesgo que pase a Jujuy es muy alto. En la Reserva solamente contamos con un guardaparque. No tenemos infraestructura para hacerle frente”, amplió.
Por otro lado, fuentes consultadas en Finca Nocetti (vecina a la Reserva El Pantanoso, pero del lado salteño) afirmaron que el fuego no da tregua. Hasta el viernes 28, múltiples focos activos abarcaban todo el arroyo Lipán, y se había ramificado en dirección al camino principal de Valle Morado (kilómetros 18, 20 y 21). Los puntos satelitales disponibles en el sitio Fire Nasa confirman la descripción de un foco ígneo que se agranda con el paso de los días.
Desde que Salta solicitó ayuda al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación a pedido del gobierno de Jujuy, sobre ese incendio en particular trabajan los bomberos de Colonia Santa Rosa apoyados por brigadistas nacionales y personal de apoyo afectados por el Ministerio de Ambiente nacional. El reporte del 28 de octubre del Servicio Nacional de Manejo del Fuego informa con precisión que se encuentran afectados para operar sobre ese sector del municipio salteño de Urundel, “un avión hidrante y un helicóptero con helibalde”. El recurso humano enviado está compuesto por miembros de la Brigada Nacional Sur, del Servicio Provincial de Catamarca, y de la Brigada Forestal de la Policía Federal Argentina.
El último informe de prensa de gobierno de Salta sobre la tragedia ambiental data del 24 de octubre. El fuego no sólo se desarrolla al oeste de San Ramón de la Nueva Orán. Desde principios de octubre el municipio de General Ballivián presenta dos focos de importancia: uno a la altura del paraje Solasuty y otro por las proximidades del río Tomasito. Al sur del municipio de Aguaray, a la altura de los parajes Peña Colorada y Pelícano, otro conjunto de focos activos se mueve en las proximidades de la Reserva Provincial Laguna Pintascayo. Mirar de reojo el pronóstico esperando la lluvia salvadora, no sepultará la gigantesca degradación de pisos de la Biósfera de Yungas. A diferencia de los meses de agosto y setiembre, esta vez el fuego no ingresó en áreas urbanas. Consume pisos de bosque nativo en la selva de Yungas.
La gestión responsable de los bosques
Uno de los ecologistas y defensores más activos de la Reserva de Biósfera de Yungas, incluso antes de su incorporación al catálogo de UNESCO (2002), es Martín Herrán. Para el ingeniero industrial y profesor adjunto de matemática en la Universidad Nacional de Salta, “los incendios se concentran particularmente en la selva pedemontana de ladera”. Se trata de las “primeras estribaciones que se observan cuando uno viaja por la ruta nacional 34 o 50 y mira hacia el oeste. Se incendian desde hace meses”.
“La que está en jaque es la selva pedemontana de llanura”, continuó explicando. “De ella queda muy poco, sobre todo en la zona de Yuto (Jujuy), Urundel (Salta), por el río Santa María (Salta), la zona de Hipólito Yrigoyen, el oeste de la ruta nacional 50, y algunos parches de selva en el departamento San Martín”. La gravedad de la degradación pasa por los pisos de Yungas comprometidos. “Otro ambiente en peligro es la selva pedemontana de ladera, serranías bajas de no más de 200 metros que hoy son pasto de las llamas”, dijo el ambientalista. Aunque la diferencia entre los dos ambientes sea sutil, Herrán recordó que al momento de la creación de la Reserva de Biósfera de Yungas, esos dos ecosistemas eran de los más amenazados de extinción en Argentina.
A su entender, uno de los problemas más graves es el modo de gestionar los recursos naturales por parte de distintas administraciones del gobierno de la provincia de Salta. “La gran agricultura de caña de azúcar, la fruticultura y la horticultura de los años sesenta y después, en los ochenta, se ha centrado en esta franja de selva”, detalló. Por décadas la actividad agropecuaria transformó el bosque pedemontano, “un bosque alto que se llama selva de palo blanco y palo amarillo”, explicó. En ellas “hay robles, cebiles, urundeles, tipas y toda una fauna asociada, muchas de las cuales no existen en otros ecosistemas argentinos, como los coendúes”. Herrán contó que en Yuto (municipio jujeño con incendios en agosto y setiembre) biólogos registraron las únicas dos especies de coendúes en territorio nacional (el de espina blanca y el bicolor). “Además, en esos pisos de selva existe una composición de aves, anfibios, y reptiles. También, micromamíferos que están asociados únicamente a la vida en los árboles. Son las especies más amenazadas en los últimos cuarenta años”.
Para Herrán, no cabe duda que el fuego es intencional. El objetivo antrópico es “ganarle tierras de cultivo a la selva, extender la frontera agropecuaria. La Ley de Bosques impide el desmonte. Cuando se quema el bosque está ecológicamente muerto. Entiendo que, con un trámite rápido, pasa de categoría roja a amarilla o verde”. A su entender, a pesar de la vigencia de la Ley de Presupuestos Mínimos para el Bosque Nativo, “igual se ha avanzado sobre las franjas de bosque montano que quedan. Muchas veces, violando los colores establecidos”, precisó. “Otras veces, regulando la escala de la entrega de parcelas” que pasan a agricultura después de incendios forestales de magnitud como los que se desarrollan desde principios de agosto.
El segundo gran problema para Herrán son los desmontes con intención de abrir picadas para futuros proyectos viales. “Es el caso de la ruta Embarcación y San Ramón de la Nueva Orán”, sostuvo. El tercer gran problema es la escasa conciencia ecológica. “Existe otra muy diferente, ilegal y delictiva. La desarrollan cazadores y exploradores, que andan en motos, en vehículos de todo terreno. Pescadores que no tienen ningún escrúpulo en dejar fuegos encendidos en sus campamentos. Y luego, los pequeños productores que prenden fuego al monte para ir ganándole fracciones a la selva con el argumento de que el fuego mejora”. En éste punto Herrán fue muy preciso: “es una verdad a medias”, explicó, “porque la cantidad de nitrito y fosfato que se incorporan al suelo después del incendio (por las cenizas) hace que la fertilidad instantáneamente aumente. Brotan muchas de las especies resistentes que son de interés para el ganadero. Sin embargo, al poco tiempo, se observa un empobrecimiento ecológico del ambiente”.
Finalmente, opinó sobre el proceso de revisión del Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos en Salta. “La actual es una revisión para los sectores poderosos. Greenpeace, entre otros, han publicado las estadísticas de hectáreas, año por año, de bosques en zonas rojas o amarillas, que han pasado a topadora. Los números son escandalosos”. Reclamó luego por un nuevo relevamiento que sirva para una lectura analítica y crítica de la verdadera situación. “De otro modo, la realidad de las Yungas será mucho más dramática que entre los años 1997 a 2008”, opinó. “Deberíamos lograr, entre todos los actores que hoy discutimos el reordenamiento, conformar un Consejo Asesor del Ordenamiento Territorial de Bosque Nativo. La presión sobre el bosque sigue siendo gigantesca”.
Luego aseguró que existe una crítica soez por parte de funcionarios del gobierno salteño sobre quienes piensan que los bosques son el futuro de la humanidad. “Nos dicen que somos ecologistas idealistas, cuando no digo terroristas. La verdad es que el Estado debe ejercer un poder de policía mucho más fuerte sobre los grandes intereses que están permanentemente empujando para que más porciones de bosque se incorporen a la matriz productiva”.
Fuente: Página/12