Hoy es el COVID-19, mañana será la emergencia climática
De manera articulada y a nivel global, el cambio climático desplazó otros temas y tomó la relevancia que nunca antes había tenido. Ya sea por los hechos o no, pero el rol de los movimientos juveniles como Friday For Future o Extinction Rebellion, han sido claves.
Se levantaron desde el norte del globo como en el sur, pusieron en la agenda global algo que era secreto a voces: la importancia que debe tener el cambio climático. Comenzó un emplazamiento internacional a las distintas autoridades, como también a la ciudadanía, para tomar medidas urgentes en avanzar a una transición de modelo.
El desafío global que nos plantea el covid-19
Distintas marchas y acciones colectivas de desobediencia civil no violentas, se convocaron en una articulación nunca antes vista tanto en Chile, Sudamérica, como en el resto de los continentes. Organizaciones nacientes como aquellas que venían problematizando la lucha ambiental en Chile, pudieron articularse ya no solo en torno a sus demandas locales, sino contextualizarlas en el marco del cambio climático. En el caso nacional, pudimos ver cómo tomó fuerza la lucha contra el extractivismo en el caso particular de la privatización de las aguas.
Sumado a una oportunidad internacional histórica y mal aprovechada, como fue la COP25, la cual prometía en darle importancia a escala planetaria a los océanos, ello fue opacado por la intrascendencia y falta de acuerdos ante un crítico escenario ambiental, presidido por la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt.
Hoy con una pandemia en desarrollo, ha dejado en descubierto que las distintas medidas de las potencias mundiales y de los distintos países, han tenido efectos reales en la naturaleza: la disminución de los gases tóxicos en la atmósfera. Y es que las medidas de aislamiento social total ha puesto en evidencia como nunca antes en distintas ciudades, la paralización de la vida capitalista-neoliberal. Eso significa que si la comunidad internacional le toma el peso al cambio climático; le pone urgencia y cumple los acuerdos asumidos; escucha a las organizaciones y movimientos sociales, a los gremios y grupos de profesionales, podemos tener una efectiva respuesta. Sin embargo, ello compromete el término de una forma de vivir como lo hemos hecho con fuerza desde la Revolución Industrial, y que se acrecienta con el neoliberalismo desde los 70 hasta la actualidad.
Hoy por hoy, le estamos dando un leve respiro al planeta azul.
Ahora, ¿cómo afrontaremos el cambio climático?
Finalmente, las respuestas a la crisis global que nos ha llevado el COVID-19, ha demostrado que prácticamente en todos los países -podríamos poner entre paréntesis a Chile- la respuesta ha sido la promoción de lo público por sobre lo privado; el interés ciudadano por sobre el mercado; finalmente, la respuesta ha sido más Estado al servicio de la población y menos neoliberalismo al servicio de unos pocos.
No creemos que exista una respuesta y solución única al cambio climático, pero pareciera ser que esta crisis sanitaria que estamos viviendo, nos pone en ejercicio ante algo que es evidente y que no podemos dejar pasar: la crisis climática es real, si no actuamos prontamente y a escala global, comunidades que no tienen o tendrán acceso a una serie de servicios mínimos, no podrán sobrevivir.
Los movimientos sociales y las ciencias comprometidas con los cambios, como también gobiernos y autoridades, deben tomar este momento como algo que volverá a pasar pero ahora, por el clima. Y allí, ¿cómo actuaremos? las lecciones de este momento las debemos tomar, canalizar, y comprometer a una transición climática.
Fuente: El Mostrador