Guerra biológica contra las drogas
Los discursos patrióticos y los informes de la prensa comercial no mencionan que Cuba ha acusado repetidas veces a Estados Unidos de realizar ataques biológicos contra su agricultura, tan recientemente como la década pasada. Wáshington, desde luego, lo niega tajantemente.
La prensa comercial nos da la impresión de que las investigaciones científicas que Estados Unidos realiza sobre la guerra biológica están exclusivamente dedicadas a la defensa. Nos presentan imágenes de biólogos en batas blancas diligentemente buscando curas para el ántrax y otros microbios.
Y ya se está comenzando a hablar de agroterrorismo, el uso de armas biológicas contra la agricultura. Un ataque agroterrorista podría llevar toda una nación a la ruina económica o la hambruna sin necesidad de disparar un solo tiro. Los buenos científicos del gobierno de Estados Unidos están haciendo lo posible por eliminar del mundo la amenaza agroterrorista, ¿No es así?
Los discursos patrióticos y los informes de la prensa comercial no mencionan que Cuba ha acusado repetidas veces a Estados Unidos de realizar ataques biológicos contra su agricultura, tan recientemente como la década pasada. Wáshington, desde luego, lo niega tajantemente.
Pero Wáshington está desarrollando actualmente armas agroterroristas, abierta y públicamente, y utilizando las más avanzadas técnicas de ingeniería genética. El objetivo de estas armas biológicas es el cuco de la posguerra fría: el narcotráfico. Estados Unidos tiene la intención de desatar sobre Asia Central, y Centro y Suramérica hongos genéticamente alterados que se espera que lleven la planta de coca y la amapola de opio a la extinción.
En la ex-república soviética de Uzbekistán, científicos estadounidenses están experimentando con un hongo que destruye plantas, llamado fusarium, el cual es tóxico a más de 125 especies agrícolas, incluyendo plátano, yuca y maíz. Las facilidades que están usando pertenecían al programa de guerra biológica de la Unión Soviética.
En el curso de su investigación, los científicos soviéticos descubrieron que la toxina de este hongo no se disuelve en agua y permanece por años en los suelos que infecta, impidiendo el crecimiento de la vegetación. En los laboratorios de Uzbekistán, ahora con nuevos dueños, los científicos están alterando genéticamente el fusarium para multiplicar su toxicidad y entonces usarlo sobre cultivos ilícitos, como coca y opio.
Este proyecto, que procede bajo secretividad extrema y sin la más mínima monitoría independiente, es de conocimiento público por lo menos desde 1998, cuando lo reseñaron los periódicos Christian Science Monitor, de Estados Unidos, y Sunday Times, de Inglaterra. Según el reportero investigativo Jeremy Bigwood, la CIA experimenta con fusarium por lo menos desde 1983.
El investigador principal en este tipo de guerra biológica es David Sands, dueño de la compañía Ag/Bio. Sands sostiene que 17 asperjaciones aéreas de fusarium sobre un país serían suficientes para exterminar la coca. "Me parece que eso es lo que queremos, algo que cubra un área entera, de modo que si el cultivador decide extender sus propiedades y sembrar un poco más, el hongo ya está allí", declaró Sands.
Respecto a la decisión del gobierno colombiano de rechazar el proyecto, Sands respondió, "Creo que tendrán que sufrir las consecuencias de esta decisión". Cuando se le preguntó si se debería rociar el fusarium, aún sin el consentimiento del gobierno, contestó sin vacilación que sí.
Amenaza a la ecología
Organizaciones latinoamericanas de sociedad civil, como Acción Ecológica de Ecuador ( http://www.ecuanex.apc.org/accion/), el Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo, y la Red por una América Latina Libre de Transgénicos ( http://www.biodiversidadla.org), se oponen al uso de armas químicas y biológicas, aunque sea con el loable propósito de acabar con la drogadicción. Sostienen que, no importa con qué propósito sea, el uso de estas armas es agroterrorismo, y que tendrá consecuencias ecológicas incalculables.
Tomemos el caso de Ecuador, país que se está convirtiendo rápidamente en cabeza de puente de la estrategia antidrogas de Estados Unidos.Ecuador es uno de los doce países más biodiversos del mundo. Con 9.2 especies por kilómetro cuadrado, es el país con mayor biodiversidad por unidad de área en el mundo. Su territorio es hogar de 20 a 25 mil especies de plantas con flores, 1,300 especies de helechos, y 414 especies de anfibios. Ecuador ocupa el noveno lugar mundial en diversidad de mamíferos, con 369 especies; y cuarto lugar mundial en diversidad de aves, con 1,616 especies.
En la amazonía ecuatoriana los recursos de biodiversidad son aún más impresionantes: ocupa el tercer lugar mundial en número de especies de anfibios, cuarto en aves, y sexto en mariposas. En una parcela de una sola hectárea en la Reserva Natural Cuyabeno se encontró la marca mundial de especies de árboles para un predio de ese tamaño: 400. Y se encontraron también 449 especies de arbustos, 92 especies de lianas, 96 especies de hierbas y 22 de palmas. La jungla amazónica es además el centro de origen del cacao, yuca, papaya y la chirimoya. ¿Qué va a pasar con toda esta riqueza biológica cuando le caigan encima con yerbicidas y armas biológicas?
Amenaza a la paz mundial
El Proyecto Sunshine, organización dedicada a prevenir la proliferación y uso de armas biológicas, teme que el uso de fusarium contra las drogas desataría una carrera de armas. Según Edward Hammond, director de la organización:
"Para controlar la proliferación de armas biológicas, es clave que la comunidad internacional condene cualquier esfuerzo de un país (o países) para desarrollar un agente biológico para matar cultivos en otros países. Si la comunidad internacional no actúa y deja abierta la puerta para desarrollar tales agentes, ¿Dónde vamos a parar? La misma ciencia utilizada en el proceso de armar una guerra biológica contra la coca, marihuana, o amapola podría ser aplicada a otras cosechas como trigo, maíz o cebada."
"Mientras que (el programa de control de drogas de la ONU), Estados Unidos y Colombia sigan considerando el uso de armas biológicas, esta política funcionará para alentar a los demás países (y sectores armados) a que consideren las posibilidades de usar agentes biológicos para servir sus fines políticos... Imaginen cómo reaccionaría Estados Unidos si un país, con ciudadanos víctimas de cáncer debido a las exportaciones de tabaco desde Estados Unidos, decide desarrollar un agente biológico para arrojar en los campos (de tabaco) de Virginia y Carolina del Norte."
PARA MAS INFORMACIÓN:
http://www.tni.org/drogas/index.htm
Carmelo Ruiz Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 22 de febrero 2002