Guatemala: ¿En marcha un nuevo proceso de colonización?

Idioma Español
País Guatemala

Los padres de la patria nos acaban de recetar otra traición. Al aprobar la tristemente célebre Ley Monsanto, se expropia a los campesinos de su derecho a la producción de semillas y con ello Guatemala renuncia “voluntariamente” a su soberanía alimentaria.

¿En qué cabeza cabe someterse a semejante vasallaje en una de las tierras más benditas por la biodiversidad? ¿En qué cabeza cabe renunciar al soberano derecho a generar alimentos sin la dependencia a empresas transnacionales?

 

¿Qué fundamento legal permite a pasajeros congresistas trasladar bienes ancestrales que son un patrimonio intangible de nuestro pueblo y que, en medio de todos los desmanes de los infinitos gobiernos, han mantenido comida en los mercados y en nuestras mesas?

 

Pues bien, ahora resulta un delito sembrar. Las semillas pueden ser “patentadas” y, por consiguiente, adquiridas exclusivamente de “sus propietarios”. La transgresión a este régimen se convierte en un crimen. ¿Quién convirtió a estos nuevos colonizadores en Dioses detentadores de la vida o la muerte? ¿A quién se le ocurrió expandir el ámbito de la propiedad privada hasta el límite en que un paupérrimo campesino ya no puede ni siquiera sembrar porque el derecho a las semillas ya no le pertenece?

 

Aparte de lo anterior, la ley abre la puerta para el ingreso y utilización en el país de semillas transgénicas. Las semillas transgénicas tienen la potencialidad de alterar el equilibrio biológico de los territorios. Contaminan y extinguen especies nativas. ¿Qué necesidad teníamos de esto? ¿Queremos aniquilar la generosa biodiversidad que nos hace uno de los países más singulares del planeta?

 

Pues bien, toda esta negociación de profundo impacto, que atraviesa a lo largo y ancho los intereses de “todos” los guatemaltecos, fue tomada sin previa consulta, sin diálogo, con un proceso acelerado de “emergencia nacional” y… durante el Mundial de Fútbol. ¿Es así como se maneja la democracia en este país?

 

Los alcances de este funesto desmán político son tremendos. La destrucción de nuestro medioambiente, la dependencia alimentaria, la pauperización (aún más profunda) de los más pobres, la criminalización de prácticas ancestrales, una violación a la cultura agrícola que tiene la potencialidad de destruirla.

 

La crucial pregunta es ¿vamos a quedarnos cruzados de brazos? ¿Vamos a tener nuestra usual actitud de indiferencia o de obtusa sumisión? ¿Vamos a poner cara de víctimas y a bajar la cabeza ante lo “irremediable” de nuestra condición?

 

Esta afrenta merece una articulada oposición. Una masiva y aglutinadora protesta. La pregunta que muchos nos hacemos ante los tiempos que vivimos es: ¿Se ha convertido este país en un lugar donde solo se puede con dignidad desde la resistencia?

 

Fuente: El Periódico

Temas: Derechos de propiedad intelectual, Transgénicos

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