Enganchados al petróleo
Una actividad como la agricultura que por esencia es energéticamente rentable la hemos convertido en “insostenible”. Mientras que en la tradicional agricultura cerealista se calcula que dedicando una caloría de energía se obtienen rendimientos de 20 calorías, en el sistema agroalimentario estadounidense hay que invertir 10 calorías petrolíferas para llevar una caloría a la boca
Tenemos claro que el petróleo, como fuente energética, es una energía no renovable, que existe un límite, y por lo tanto, debemos ser muy rigurosos con su uso. Pero nos falta información. No sólo consumimos petróleo en nuestros desplazamientos en automóviles, en la elaboración de plásticos o en el movimiento de motores, turbinas, etc., también comemos petróleo.
La revolución agrícola permitió aumentar los índices de productividad de nuestras tierras a la vez que aligeró las duras tareas agrícolas, fundamentada en una gran petrodependencia. El petróleo es necesario para la elaboración de pesticidas, fertilizantes, maquinaria agrícola y la conservación y transporte (en ocasiones transcontinental) del alimento hasta que llega a nuestras mesas. Pero la revolución se pasó de vueltas y hemos sustituido completamente el uso de energías renovables (la tracción animal, la escardada manual, el uso de estiércol, etc.), por una energía fósil.
Dicho de otra manera, una actividad como la agricultura que por esencia es energéticamente rentable (las plantas transforman la energía solar en energía calórica, en alimentos) la hemos convertido en “insostenible”. Mientras que en la tradicional agricultura cerealista se calcula que dedicando una caloría de energía se obtienen rendimientos de 20 calorías, en el sistema agroalimentario estadounidense hay que invertir 10 calorías petrolíferas para llevar una caloría a la boca.
Sin necesidad de volver a la prehistoria, toma sentido apoyar iniciativas de agricultura ecológica y consumo de temporada y local. A su vez, con estas mismas prácticas favorecemos a los pequeños agricultores de los países en vías de desarrollo.
Reduciendo nuestros excedentes dejaremos de inundar sus mercados locales. Y sin la presión de la importación que nosotros ejercemos, será más fácil que en estos países se lleven a cabo políticas de apoyo a una agricultura para su propia alimentación.
Reivindico otra forma de entender el uso de los bienes naturales: un campesino africano le explicó a un anciano honorable del país, que con el uso de fertilizantes había doblado el rendimiento de su plantación. –Perfecto –le contesto- ahora cultivarás sólo la mitad de la parcela.
Gustavo Duch Guillot
Director de Veterinarios sin Fronteras
gro.aegnap@hcudgsaretnorF
Fuente: PERIODICO DE CATALUNYA