Endosulfán: más de medio siglo autorizado y unos cuantos persistiendo
El día 9 de junio la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) anuncia que tomará acciones para prohibir el uso del agrotóxico endosulfán.
Esta decisión se suma a la ya dada a conocer en julio del año pasado por Bayer, que plantea que va a reemplazar el endosulfan por alternativas “con un perfil de riesgo significativamente menor”. Es decir, que la propia Bayer acepta que su producto tiene “un perfil de riesgo” alto.
Ambas medidas resultan luego de años de campañas de denuncias realizadas en todo el mundo por parte de la Red Internacional en Plaguicidas (PAN), de sus organizaciones constitutivas y aliados en contra del endosulfán, por ser un insecticida muy persistente en el ambiente, que se bioacumula en las cadenas alimentarias, que contamina la leche materna y que se vincula a diferentes enfermedades crónicas del sistema nervioso, afectando también al sistema endocrino, siendo causa de muerte y de severos daños a agricultores a través del contacto directo y la exposición crónica. Es capaz de viajar a través del planeta por aire y tierra y se lo encontrado en lugares en los que antes nunca ha sido usado, como es el caso del Ártico. También se le reconoce por provocar autismo, malformaciones de nacimiento y alteraciones en el desarrollo humano.
En diciembre del 2009, el comité examinador del Convenio de Estocolmo, que tiene como objetivo eliminar las sustancias denominadas contaminantes orgánicos persistentes (COPs) ha reconocido que el endosulfán tiene las características para entrar en la lista de las sustancias a ser eliminadas por este convenio.
El endosulfán es un insecticida y acaricida de contacto y estomacal de amplio espectro; es decir, tiene un efecto tóxico mortal al entrar en contacto o ser ingerido por una amplia variedad de insectos chupadores y masticadores que atacan a una variedad importante de distintos cultivos agrícolas.
Este agrotóxico fue desarrollado a principio de los años 50 y en el 1954 el departamento de agricultura de EEUU le otorgó a Hoechst AG (ahora Bayer CropScience), la licencia para su comercialización. Se encuentra prohibido en más de 62 países, incluyendo a la Unión Europea.
Endosulfán en Uruguay
El endosulfán se ha usado en nuestro país desde fines de los años 80 y desde ese entonces las autoridades lo han catalogado como un organoclorado, categorización que tienen los plaguicidas COP.
El endosulfán tiene las mismas características de los insecticidas clorados formulados a base de aldrín, dieldrín, endrín, clordano, heptacloro, isómero gama de hexaclorociclohexano, DDT y Thiodan”, restringido su uso en el 1986 y totalmente prohibidos en setiembre del 1997.
En marzo 2009 el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca resuelve restringir el uso del endosulfán, “Uso / aplicación exclusivamente para el control insectos plaga pertenecientes a la Familia Pentatomidae comúnmente llamados “chinches”. Cabe resaltar que la restricción permite que sea utilizado exclusivamente para combatir la “chinche”. Muchos son los cultivos que son atacadas por este insecto y uno de ello es la soja transgénica. Según las estadísticas de intención de siembra de primavera del 2009, el cultivo de soja significa el 83% del área de cultivo de verano, con una previsión de 859 mil hectáreas, todas ellas rociadas con este insecticida.
Los impactos de esta sustancia son reconocidos tanto en registros consecutivos de mortandad de peces, animales varios, como lo ocurrido en Guichón en abril del 2009 donde 60 terneros murieron al romperse uno de los mangones de un avión a pocos minutos de emprender el vuelo; su objetivo era fumigar unos campos de soja transgénica.
Recientemente a través de un artículo periodístico se ha dado a conocer que: “En marzo y abril, apicultores de Nuevo Berlín y de San Javier enviaron a un laboratorio de Alemania muestras de abejas muertas, cera y miel de sus colmenas afectadas. Los resultados llegaron a la semana: si bien la miel no estaba contaminada, se detectó que las abejas habían muerto “por envenenamiento de endosulfán [insecticida] en un grado bastante alto”. El artículo continúa diciendo que: “Muestras tomadas en la misma ocasión fueron enviadas a la División Laboratorios Veterinarios (Dilave), del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), pero hasta el momento no han tenido respuesta.”
Queda claro que el endosulfán esta causando impactos negativos en nuestro país, pero lo más alarmante de esta situación es que por un lado se conoce hace décadas la toxicidad de esta sustancia, sin embargo su uso sigue permitido, y empresas de China, India y Argentina están autorizadas a continuar la comercialización hasta el 2013. Ni siquiera el reconocimiento de su propio creador (Bayer) acerca de sus impactos ha sido suficiente argumento para que nuestras autoridades lo prohíban.
Como el endosulfán es una sustancia bioacumulable y persistente, es probable que aún luego de su eventual prohibición siga presente por largos años en el ambiente y, dado su carácter tóxico, seguirá afectando a nuestros ecosistemas y a nuestra gente por mucho tiempo. Y lo que es peor: con el conocimiento y el aval de nuestras autoridades.
Fuente: RAPAL Uruguay