En defensa del sagrado maíz
"Los pasados 7 y 8 de octubre se realizó en la Sierra Norte de Puebla la 2da Feria Regional del Sagrado Maíz, además de la dimensión festiva y el ritual que tuvo, la feria se convirtió en un foro de análisis sobre las amenazas contemporáneas al maíz nativo."
Los pasados 7 y 8 de octubre se realizó en la Sierra Norte de Puebla, en el municipio de Ahuacatlán, la Segunda Feria Regional del Sagrado Maíz, convocada por la Unidad Indígena Totonaca Náhuatl (Unitona) y la Organización Indígena Independiente Ahuacateca (OIIA). Además de la dimensión festiva y el ritual que tuvo, la feria se convirtió en un foro de análisis sobre las amenazas contemporáneas al maíz nativo, a la agrobiodiversidad regional y en general, al modo de vida indígenacampesino que cotidianamente resiste y se reproduce en circunstancias subalternas.
Las organizaciones locales que participan en la Unitona suscribieron y dieron a conocer el Manifiesto por la Defensa del Maíz Nativo, en el que se oponen a que se siga “haciendo de nuestras comunidades un campo de experimentación de proyectos de desarrollo impulsados desde el Estado, los cuales dañan seriamente la vida, la costumbre, la espiritualidad, la identidad y la autodeterminación de nuestros pueblos”. Una de las amenazas más significativas que perciben las organizaciones indígenas y campesinas de la sierra es el Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos (PMMM), promovido por la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México de la Confederación Nacional Campesina (CNPAMMCNC), la Universidad Antonio Narro de Coahuila y la trasnacional Monsanto.
Este proyecto funciona en todo el estado, en sus diferentes regiones: sierra norte, zona centro, altiplano y mixteca. Por medio de éste y de su programa de “custodios del maíz”, se están extrayendo las variedades de semillas nativas, además de los conocimientos de los campesinos.
Desde la perspectiva del PMMM, la protección de la diversidad genética de los maíces nativos sólo se puede lograr si se desarrolla su potencial comercial y si se construye un valor agregado que sea de “beneficio para todos sus custodios”. Quienes participan en las redes de custodios que ha formado el PMMM reciben un apoyo monetario de mil pesos por hectárea, así como otros incentivos. Señala el manifiesto: “Este proyecto está llevando las semillas y los conocimientos de los campesinos del estado de Puebla para colocarlos en un lugar llamado Banco de Germoplasma en Coahuila. Para nosotros y nosotras es claro que este proyecto es para que Monsanto pueda despojar a los campesinos de sus semillas y de sus conocimientos. No necesitamos custodios, siempre los hemos tenido a lo largo de generaciones y son nuestros propios campesinos indígenas”.
En el mismo manifiesto existe un pronunciamiento en contra de la puesta en marcha del programa Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (Masagro), dirigido a pequeños productores que, según la visión del discurso dominante, no tienen acceso a tecnologías modernas, son de escasos recursos, practican la agricultura tradicional o de subsistencia y no participan en el mercado. Además de la capacitación agronómica para “mejorar y dar mayor precisión a las prácticas agrícolas”, Masagro propone a los productores la introducción de “semillas mejoradas de alto rendimiento” para sustituir progresivamente las semillas “convencionales”. De esta manera se busca apoyar a los agricultores innovadores para obtener mejores rendimientos y sobre todo estabilidad en la productividad. Se argumenta que de esta manera el cambio climático no tendrá efectos adversos en los rendimientos ni en la calidad de las cosechas. El cuestionamiento que se hace en el pronunciamiento es sobre “la sustitución de las semillas nativas por otras supuestamente híbridas. Esto con el pretexto de ofrecer una alternativa para los campesinos frente a situaciones como las sequías tan fuertes como antes no se habían presentado”.
La feria del sagrado maíz se convirtió en un foro de denuncia de otros proyectos que ya están en marcha en la región, como las Ciudades Rurales Sustentables, la prospección y la extracción minera, la delimitación de zonas para creación de reservas financiadas con Pago por Servicios Ambientales (PSA) y la cada vez más extendida producción de jatropha para la producción de agrocombustibles. Cada una de estas amenazas, en conjunto, constituye el despliegue del proceso de espacialización capitalista en la región. Se señala en el manifiesto: “Otra de las amenazas a nuestro maíz y a nuestra forma de vida es lo que se está conociendo en el estado como las ‘ciudades rurales’, de las cuales el gobierno del estado quiere construir 50. Además de ello, las plantaciones de jatrofa que están avanzando en el estado para la producción de agrocombustibles, la explotación minera en comunidades como Xonotla, en el municipio de Zacatlán, y los programas para el pago por servicios ambientales (…) se está apoyando desde el estado la siembra experimental de maíz transgénico, contaminando seriamente a nuestra producción de maíces criollos”.
Como se puede advertir, la disputa actual por el maíz no se reduce al hecho de que es un recurso estratégico que ocupa un papel central en el sistema alimentario mundial, sino por ser un cultivo emergente en la agroindustria orientada a la producción de los agrocombustibles. No sólo es la disputa entre dos racionalidades ecológicas excluyentes: para los campesinos; la disputa por las semillas es la disputa por la vida, por la producción, reproducción y el desarrollo de la vida en comunidad.
Fuente: La Jornada del Campo