En Puebla, el cultivo de maíz y frijol dejó de ser rentable
En la región de Ciudad Serdán la labor del campo ha dejado de interesar a las nuevas generaciones, sólo tres de cada 10 jóvenes son trabajadores agrícolas, el resto busca otros tipos de empleos en municipios más grandes, migran a Estados Unidos o son reclutados por el crimen organizado, comentan productores.
Las tierras que heredaron de sus padres o abuelos las han vendido a acaparadores, a un precio que ronda el millón de pesos por hectárea, y prefieren trabajar con ellos, por un salario de 100 o 200 pesos máximo al día, sin prestaciones de ley, ni alimentos.
Duna María Ramos Pérez, integrante de la Unión de Productores de Maíz del Valle de Serdán, explica que esta situación se genera porque desde hace años el campo no es rentable y la falta de apoyos gubernamentales agudiza el problema.
Detalla que las nuevas generaciones se desalientan al ver los precios, pues el kilo de maíz ronda los cinco pesos y aunque los productores han solicitado que por lo menos se pague a ocho no han logrado ser escuchados.

Por todo ello y porque los especuladores de tierras se han enfocado en el cultivo de hortalizas, estima que la producción de maíz, frijol, haba y calabaza se ha reducido hasta 33 por ciento en Serdán y municipios aledaños, como Palmar de Bravo.
Este último forma parte del área conocida como Triángulo rojo, donde anteriormente se reportaba una alta incidencia de ordeña de ductos de Pemex, y ahora persiste el robo a transportistas y de vehículos, lo que a su vez explica por qué los jóvenes en la actualidad se inmiscuyen con facilidad en actividades ilícitas.
Otra situación que afecta al campo es que los agricultores se han visto orillados a rentar sus terrenos con riego e ir a medias con sus arrendatarios para poder producir alimentos para autoconsumo y venta.

Por falta de agua dejan de cosechar cebada
La falta del recurso hídrico ha generado que se deje de cosechar cebada porque es una plantación de las que más agua requiere. Por ahora los labriegos se enfocan en maíz criollo, de colores azul, rojo y lila, pues no quieren que se pierdan estas variedades, así como calabaza, haba, frijol y trigo.
Rolando Aguilar, presidente del Consejo Regional de la Nación Popoloca Nguiva Ngigua Ngwa, refiere que en la Mixteca poblana, la zona más árida y carente de líquido de la entidad, no tienen condiciones económicas ni ambientales para trabajar el campo.
Señala que el agua es escasa no sólo porque llueve menos, sino porque grandes empresas, sobre todo trasnacionales, extraen grandes volúmenes.
Explica que es una competencia desigual, pues mientras las compañías cuentan con pozos de hasta 16 pulgadas, los que se ocupan para abastecer a los pueblos son de apenas dos pulgadas por segundo.
Las bajas ganancias son también un factor que desalienta a las nuevas generaciones, así como la desaparición de especies nativas como la pitaya, guamúchil o ciruela; mientras el maíz, frijol y calabaza cada vez tienen menor producción porque en su mayoría dependen de la temporada de lluvias.
Agrega que los campesinos mixtecos son víctimas de exclusión por parte de las autoridades porque Sembrando Vida contempla sólo cultivos como el café o árboles maderables, que no se dan en sus terrenos por las mismas condiciones climáticas y de suelo.
En Puebla hay un millón 124 mil 581 hectáreas de uso agrícola, de éstas 14.73 por ciento, unas 165 mil 674 hectáreas, no han sido sembradas, de acuerdo con el Censo Agropecuario 2022 del Inegi.

El estudio señala que los cinco principales problemas a los que se enfrenta la entidad son los altos costos de insumos y servicios, la baja de precios o disminución de ventas a causa de la pandemia de covid-19, la pérdida de fertilidad del suelo, la inseguridad y la escasez de mano de obra.
Según los datos del Inegi, 71.8 por ciento de los productores de Puebla está por arriba de 45 años y sólo 28.1 por ciento por debajo de esta edad.
Fuente: La Jornada