El Laudato Si´ hace bien en rechazar el mercado de carbono
Como se esperaba hace unas semanas, la encíclica papal Laudato Si' dedica una buena parte al problema del cambio climático. En algunas partes menciona particularmente el tema del mercado de emisiones como una forma errada de enfrentar el problema del clima: "La estrategia de compraventa de 'bonos de carbono' puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes..."
Este sistema parece ser una solución rápida y fácil, con la apariencia de cierto compromiso con el medio ambiente, pero que de ninguna manera implica un cambio radical a la altura de las circunstancias. Más bien puede convertirse en un recurso diversivo que permita sostener el sobreconsumo de algunos países y sectores" (Párr. 171).
Esta posición resulta muy importante más aún porque se complementa con la afirmación del principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas con respecto a las emisiones de gases con efecto invernadero (Párr. 170).
La encíclica papal reconoce lo que desde hace casi 20 años vienen sosteniendo organizaciones sociales y pueblos respecto a la falsa solución al calentamiento global: el mercado de carbono.
Los mecanismos neoliberales creados por el Protocolo de Kioto han privatizado la atmósfera, pretenden desviar la atención frente a las causas del problema –la quema de combustibles fósiles- y apuestan por nuevas formas de colonización en los países y territorios del Sur por parte de los países industrializados.
El comercio de carbono en su forma de REDD+ incluye a los bosques, que en su mayor parte han sido protegidos y mantenidos por los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales, pero que al involucrarlas en este tipo de proyectos REDD se les restringirá en el uso de la tierra y los bosques de los que viven y dependen, y directamente se les estaría atribuyendo la responsabilidad de la deforestación y de provocar el cambio climático. En el Ecuador REDD se ha manifestado en el programa Socio Bosque.
Estos contenidos de la encíclica papal frente al cambio climático llegan en un momento preciso, cuando pueblos y comunidades en todo el mundo están tomando decisiones e impulsando acciones de resistencia para evitar que se extraiga el petróleo, el gas o el carbón en sus territorios, y millones de personas claman porque se termine la dependencia a los combustibles fósiles mientras impulsan iniciativas locales por fuera de la matriz energética diseñada a partir del petróleo.
Con la iniciativa Yasuní-ITT el Ecuador fue pionero en plantear una propuesta concreta para detener el calentamiento global. Sin embargo, esta iniciativa no sólo que fue cancelada desde instancias del gobierno sino que se hostiga con furor a quienes presionan por mantenerla vigente desde espacios propios de la sociedad.
En varias partes de la encíclica se refieren hechos que son parte de la realidad ambiental de nuestro país. Avance de la contaminación por la extracción, transporte o refinación del petróleo, bosques y áreas de cultivo destruidos por la expansión de los cultivos de palma aceitera, el avance de la explotación maderera y la frontera petrolera. Probablemente sepa que los líderes que se oponen a estas actividades están siendo criminalizados.
Sus palabras en defensa de los pueblos y sus territorios, y la crítica a un modelo depredador son contundentes.
La encíclica revela una clara consciencia de que el mercado de carbono y otros servicios ambientales constituyen falsas soluciones a la crisis climática porque le hacen el juego al modelo extractivista. No se puede estar en contra de la explotación petrolera, minera, y apoyar el mercado de carbono.
La encíclica trae un mensaje importante a la humanidad porque llama a cuidar y defender la vida, y honrar a sus custodios.
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Fuente: Acción Ecológica