El ajo y sus propiedades medicinales

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El Allium sativum o ajo, especie vegetal de largo uso con fines culinarios y medicinales, es una planta de la familia de las liliáceas pero que actualmente se ubica en la de las amarilidáceas. De ella se emplea fundamentalmente el bulbo, que es blanco, redondo y de olor fuerte.

El ajo procede del centro y sur de Asia, desde donde se propagó al área mediterránea y de ahí al resto del mundo. Existen evidencias de que su cultivo por el hombre data de miles de años, en antiguas civilizaciones como la india y la egipcia. A finales del siglo XV los españoles lo introdujeron en el continente americano.

Por su amplio uso y acciones farmacológicas demostradas, el bulbo de ajo fue incluido en el primer volumen de las ‘Monografías de plantas medicinales de la OMS’. En este texto se le registran las siguientes indicaciones:

  • Usos respaldados por datos clínicos: Como coadyuvante del manejo dietético en el tratamiento de la hiperlipidemia y en la prevención de cambios vasculares ateroscleróticos dependientes de la edad. Puede ser útil en el tratamiento de la hipertensión leve.
  • Usos descritos en farmacopeas y en sistemas tradicionales de medicina: En el tratamiento de infecciones respiratorias y del tracto urinario, tiña y afecciones reumáticas, como carminativo en el tratamiento de la dispepsia.
  • Usos descritos en la medicina popular, no respaldados por datos experimentales o clínicos: Como afrodisíaco, antipirético, diurético, emenagogo, expectorante, sedante, antiasmático, para tratar la bronquitis y para promover el crecimiento del cabello.

De acuerdo con este texto, el uso medicinal del bulbo de ajo se contraindica en pacientes con alergia conocida a la planta, aunque su nivel de seguridad se respalda por el uso mundial que tiene la planta como condimento. De cualquier manera, se advierte que el consumo de grandes cantidades de ajo puede aumentar el riesgo de sangrado posoperatorio y se recomienda alertar a los pacientes que reciben terapia con warfarina u otros anticoagulantes que el ajo y sus formulaciones farmacéuticas derivadas pueden aumentar el riesgo de sangramiento. Al respecto se ha informado que los tiempos de coagulación sanguínea se duplican en quienes toman warfarina y suplementos de ajo.

Las principales reacciones adversas asociadas a su uso, ya sea en su forma natural o las formulaciones farmacéuticas derivadas, son las alergias ocasionales, entre ellas las dermatitis de contacto y los ataques asmáticos. Se plantea que quienes son sensibles al ajo también son susceptibles de serlo a la cebolla o al tulipán. La ingestión con el estómago vacío de los bulbos frescos, los extractos o el aceite de esta planta puede ocasionalmente causar acidez estomacal, náuseas, vómitos y diarrea. El olor a ajo en el aliento y la piel es con frecuencia perceptible, motivo por lo que a veces se le hace rechazo a su consumo.

Estudios desarrollados en nuestro país apuntan al ajo y sus fitofármacos entre los de mayor número de reportes de reacciones adversas según datos del sistema cubano de farmacovigilancia. Por ello, siempre es importante ajustarse a las cantidades y formas de consumo recomendadas cuando de usos medicinales se trata. En este sentido, el modo de consumo del ajo varía en correspondencia con sus diferentes formas de presentación. En el caso del bulbo fresco, la dosis diaria es de entre dos y cinco gramos, lo cual equivale más o menos a entre uno y dos dientes y medio. Es preferible su ingestión con alimentos, para prevenir así la aparición de molestias gastrointestinales.

Nuevas evidencias sobre el ajo

El primer volumen de las ‘Monografías de plantas medicinales de la OMS’ fue publicado en 1999. En los últimos 25 años se han ido acumulando otras evidencias a favor del uso del ajo, con diferentes niveles de recomendación en correspondencia con la fortaleza de los estudios.

Algunas referencias obligadas son:

  • Farmacopea Vegetal Caribeña (tercera edición, 2013): Avala su uso contra la fiebre, los parásitos intestinales, la pesadez gástrica, las náuseas y las flatulencias, para lo cual se recomienda preparar una decocción con entre uno y dos dientes y medio de ajo fresco, dejando hervir la masa vegetal en recipiente tapado por 10 minutos con una taza de agua, equivalente a 250 mililitros. Luego esta decocción se deja enfriar, se filtra y se bebe una taza 3 veces al día.

También refiere el valor de la especie contra afecciones cutáneas, prurito, candidiasis, dolor de muela y dolor de oído. En estos casos se debe pelar y lavar adecuadamente entre uno y dos dientes y medio de ajo fresco, los que se machacan y se aplican sobre la zona afectada dos veces al día.

  • Monografía de la Agencia Europea de Medicamentos (actualizada en 2016): Refiere el empleo de los bulbos de ajo en la prevención de la ateroesclerosis y para el tratamiento de los síntomas del resfriado común, sobre la base del uso tradicional documentado.

En estos dos textos se plantea, indistintamente, que se debe suspender su consumo siete días antes de una cirugía o una intervención odontológica. También se le atribuye la posibilidad de causar gastroenteritis y provocar reflujo esofágico. Además, se contraindica su empleo con fines medicinales en el hipertiroidismo, en la inflamación gástrica aguda o crónica y cuando hay marcada irritación o inflamación de otras mucosas. Por último, se señala que tampoco se recomienda su empleo en personas bajo tratamiento hipoglucemiante, anticolesterolémico o antiinflamatorio no esteroideo (ibuprofeno, naproxeno), entre otros.

En no pocas revistas biomédicas se han publicado recientemente artículos donde se reportan al menos resultados promisorios con el ajo para la prevención y como terapia coadyuvante del cáncer colorrectal. También acerca de su impacto en el abordaje del hígado graso no alcohólico, en enfermedades metabólicas como la diabetes y se tienen evidencias experimentales de que puede contribuir a regular el ciclo menstrual, el equilibrio hormonal de la mujer, mejorar la fertilidad y contribuir al tratamiento de algunos trastornos reproductivos. En todos estos casos, se trata solo de resultados preliminares, los que en muchas ocasiones no coinciden con un uso tradicional y deben ser mejor investigados.

De esta forma el ajo es un condimento largamente conocido y una planta medicinal que impacta en el manejo de no pocas enfermedades. Tomando en cuenta la alta prevalencia de hipertensión arterial en la población cubana, sería importante considerar su consumo en forma de bulbos frescos o los fitofármacos que con este vegetal se elaboran. Igual, sabemos que tiene otras aplicaciones. Sin dudas, Allium sativum es útil, y podría serlo todavía más, para cuidar nuestra salud… ¡desde lo natural!

Fuente: Cubadebate

Temas: Biodiversidad, Ciencia y conocimiento crítico

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