El agrotóxico usado en los monocultivos de árboles que contamina para siempre

Por WRM
Idioma Español

Uno de los peligros latentes que conlleva el establecimiento de plantaciones de monocultivo, que generalmente queda invisibilizado, es el alto uso de agrotóxicos. Los agrotóxicos coinciden en sostener los lucros de las empresas de plantaciones y de sus financistas, mientras que envenenan la vida.

Uno de los peligros latentes que conlleva el establecimiento de plantaciones de monocultivo, que generalmente queda invisibilizado, es el alto uso de agrotóxicos. Los agrotóxicos son productos químicos sintéticos utilizados para el control de plagas y enfermedades, que coinciden en sostener los lucros de las empresas de plantaciones y de sus financistas. Los agrotóxicos generan graves impactos de contaminación en el suelo y en las fuentes de agua, así como el surgimiento de plagas resistentes y el envenenamiento de las personas y los animales que viven alrededor de dichas plantaciones. 

Uno de estos peligrosos agrotóxicos es usado en cebos para el control de hormigas cortadoras de hojas en los monocultivos de árboles y representa una amenaza para los mantos acuíferos y la salud de trabajadores y comunidades expuestas. Se trata de la sulfluramida, un hormiguicida extremadamente persistente que puede tardar cientos de años en degradarse y cuyo uso debe ser prohibido. No obstante, en América Latina se ha aumentado el uso de este agrotóxico debido a la expansión de los monocultivos de árboles de eucalipto, palma aceitera y pino; aunque también se aplica en diversos cultivos agrícolas, árboles frutales e incluso para uso doméstico. La sulfluramida se usa para el control de hormigas y termitas con las marcas comerciales de Mirex, Atta Kill, Fluramin, Grao Verde, Dinagro-S, Forisk AG, AgriMex, Mix-Hortall, entre otras.

Brasil se ha convertido en el principal productor y exportador de sulfluramida de América Latina y el mundo, después que este agrotóxico fue retirado del mercado en Estados Unidos, Europa e incluso China, que también era un importante usuario y exportador. La producción industrial de sulfluramida en Brasil creció de 30 a 60 toneladas por año de 2003 a 2013 para uso interno y para la exportación, principalmente a Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Venezuela. Aunque también hay información de exportaciones a Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay. 

El uso de la sulfluramida en Brasil se realiza principalmente en los Estados de Minas Gerais, Saõ Paulo, Mato Grosso do Sul, Espírito Santo y Bahía. La consecuente contaminación de los mantos acuíferos se ha documentado en los estados donde hay grandes extensiones de monocultivos de árboles, industria que a nivel nacional alcanzó los casi 8 millones de hectáreas. La expansión de la industria de plantaciones de árboles – y por tanto del uso de sulfluramida – en Brasil y en otros países de la región está poniendo en riesgo los mantos acuíferos para las futuras generaciones y dejará un legado de contaminación en el suelo y el agua, mientras que el agronegocio de plantaciones saca millonarias ganancias por esta actividad. Urgen se tomen medidas para frenar y eliminar el uso de este agrotóxico.

El Convenio de Estocolmo y los lobbies de la agroindustria

En el Convenio de Estocolmo se prohíbe la sulfluramida para uso urbano y en jardines. Sin embargo, este se vende en numerosos países de la región sin ningún control, aprovechando que este acuerdo internacional obligatorio aún no tiene instrumentos de sanción por incumplimiento. En este Convenio solo se permite la sulfluramida para uso agrícola, incluido el uso en monocultivos de árboles, para el control de dos tipos de hormigas cortadoras de hoja de los géneros Atta y Acromyrmex, y no se ha puesto aún fecha límite para terminar con su uso global.

Dicha excepción de tiempo ilimitado fue posible debido a la aceptación de la recomendación del grupo de expertos del Comité de Revisión de Nuevos Contaminantes Orgánicos Persistentes, que es el organismo subsidiario del que salen las recomendaciones a ser aprobadas por el pleno de los países parte del Convenio de Estocolmo. Este Comité de Revisión aceptó los argumentos presentados por funcionarios del ministerio de agricultura de Brasil en alianza con la industria brasileña productora de este agrotóxico, que fabricaron la evidencia de que no era posible controlar efectivamente a estos tipos de hormigas con otro producto o medida. En efecto, las industrias productoras de este agrotóxico (Atta-Kill, Unibrás y Dinagro) formaron la Asociación Brasileña de Empresas Fabricantes de Cebos de Insecticidas (ABRAISCA), que participó como observador de la mano con funcionarios del ministerio de agricultura en el Comité de Revisión. En ABRAISCA destaca la empresa Atta-Kill, ya que pertenece al Grupo Agroceres, un poderoso grupo ligado a la Asociación Brasileña del Agronegocio (ABAG).

Posibles alternativas

A pesar de lo expuesto por ciertos funcionarios del ministerio de agricultura brasileño y ABRAISCA, en el mismo Brasil hay productos alternativos a la sulfluramida, autorizados para la agricultura orgánica, como el producto comercial Biosca con ingredientes botánicos. Además, tanto en Brasil como en otros países de América Latina, como Cuba, México y Colombia, se han empleado exitosamente diversos agentes de control biológico (hongos entomopatógenos como Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae y extractos vegetales) para el control de hormigas cortadoras de hoja, que se fabrican de manera artesanal o a escala comercial.

En el caso de los monocultivos de árboles a gran escala, el control de las hormigas cortadoras de hoja representa un gran reto, pero la solución no se encontrará solo comparando la sulfluramida con otro agrotóxico químico o biológico, sino integrando un conjunto de medidas de control y modificando el manejo de la plantación. El hecho es que a fin de cuentas el modelo de plantaciones a gran escala es un modelo insostenible y tóxico en sí mismo. De una u otra manera, este contamina y destruye la biodiversidad, los bosques, la fertilidad de los suelos, las fuentes de agua y afecta seriamente a las poblaciones que viven dentro y alrededor de estas industrias.

Por tanto, la discusión sobre las medidas alternativas posibles y su evaluación (intercalar franjas de bosque nativo, siembra de plantas repelentes, uso de agentes de control botánico o biológico, entre otras) debe ser parte de un proceso de discusión transparente, donde los organismos reguladores privilegien el interés público sobre el interés privado. En este proceso de discusión y evaluación deben participar organizaciones de productores, de campesinos, de la sociedad civil, y de técnicos sin conflicto de interés con la industria química, los gobiernos de turno, el agronegocio o la industria de plantaciones.

La expansión de los monocultivos de árboles que usan sulfluramida está creando una deuda ambiental que debe evitarse y remediarse en la región. Las industrias de plantaciones y el agronegocio en general, que han causado el problema, deben otorgar fondos para pagar los gastos de evaluación y remediación de los daños ambientales y sociales ya ocasionados. Se deben evaluar también los daños a la salud pública asociados a trabajadores y población expuesta con sistemas efectivos de vigilancia. Los usos no agrícolas de la sulfluramida se deben prohibir de manera inmediata. Para los usos agrícolas, incluyendo a las plantaciones de árboles, se debe poner fecha límite para terminar con su uso. Además se debe fomentar el intercambio de experiencias exitosas entre agricultores, abriendo un proceso con plena participación de las organizaciones de trabajadores, comunidades, organizaciones y expertos de la sociedad civil.

Fuente: WRM

Temas: Agronegocio, Agrotóxicos

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