Ecuador: una doble apuesta en el Yasuní

Idioma Español
País Ecuador

Nadie puede dudar que hoy en día en Ecuador hay dos temas a discusión trascendentales, el problema de la representatividad política y la necesidad de instaurar una democracia integral en la que el pueblo tenga más poder de decisión que aquella democracia de plastilina controlada por las elites mafiosas, por una parte, y por otra, el problema relacionado con la degradación ambiental que perjudica a las comunidades locales y al conjunto de la nación

Estos problemas tienen un mismo fondo, el desarrollo capitalista y particularmente su actual modo neoliberal, que ha dado más prioridad a la explotación del trabajo y de la naturaleza que a la vida misma.

A nadie le cabe duda que la mayor trinchera para pelear por la democracia, en el momento actual en el Ecuador, es la Asamblea Constituyente y todos los pasos necesarios para llegar a esta, donde se incluyen la movilización popular, las batallas legales, la propaganda, y otras prácticas.

En lo referente a lo ambiental, una trinchera fundamental es el Yasuní, pues hoy esta amenazado por la explotación petrolera, a pesar de ser un Parque Nacional y Reserva Mundial de la Biosfera, de contener los registros de la biodiversidad más altos, no sólo del país, sino del planeta, de ser reserva de agua dulce, de contener los bosques maduros que más contribuyen a la estabilidad del clima en la región y de ser además el hogar de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario.

El actual gobierno ha demostrado que su verdadero poder reside en la fuerza del pueblo, no en el petróleo ni en la renta que tardará en llegar. Y este apoyo masivo, este poder, no es otra cosa que un despertar de la conciencia sobre la necesidad de pelear por una democracia real, a la que además se suma una creciente conciencia ecológica que va generalizándose en todo el país, y particularmente en los pueblos que han sido afectados, cómo da muestra la situación actual de la minería, o la lucha contra la impunidad de Texaco....

Pelear por la naturaleza ya no es sólo una necesidad ética y moral, que bastaría para defender al Yasuní, sino que hoy significa un acierto político práctico pues es ya una exigencia de amplios sectores. La democracia debe también significar toma de decisiones sobre los recursos que tiene el país, sino no puede ser democracia, y cada vez la naturaleza es comprendida más cómo riquezas, no para explotar, sino para vivir.

La defensa de la Constituyente, además de estar encaminada a la concreción de derechos y obligaciones, está dirigida fundamentalmente a mejorar las condiciones de vida de la gente. Pero estas condiciones de vida no pueden ser mejoradas a costa de la depredación ambiental, que es motivo de hambre, enfermedades, pauperización y un sin número de males.

Cada vez más personas piensan de este modo y tenemos que emerge un movimiento ecologista con lideres populares que defienden sus territorios y su calidad de vida..., sin embargo en este momento ese movimiento emergente no basta por sí solo para salvar al Yasuní, es necesario la confluencia del mayor número de fuerzas políticas del país. Estas fuerzas políticas se acoplaran con mayor velocidad a los requerimientos políticos del siglo XXI que son evidentemente ecológicos y democráticos.
Fuente: Acción Ecológica

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