Ecuador: Empresa Hidrotambo tiene a San Pablo de Amalí bajo grave amenaza
“Hidrotambo dinamitó la llanura aluvial del río, afectando de esta manera la estabilidad de los suelos aledaños, incluyendo las propiedades del pueblo, y removiendo los frenos naturales de inundaciones y escombros -rocas muy grandes que anteriormente habían en la orilla del río", sostiene Rachel Conrad.
Desde el 11 de febrero de 2017 las lluvias provocaron una nueva crecida del río Dulcepamba, que destruyó los "muros de protección de cauce" que fueron colocados por la empresa Hidrotambo el año 2015 ante el reclamo de la población por los daños sufridos. En marzo de ese año otra crecida arrasó con siete casas, provocó la muerte de dos mujeres y un niño y la pérdida de decenas de hectáreas de cultivos, cobertura forestal y animales; además inundó la única carretera que une a San Pablo de Amalí con la cabecera parroquial.
Hidrotambo, empresa conformada principalmente por capitales nacionales asociados a Plasticaucho, alteró en 2014 el cauce natural del río Dulcepamba para favorecer el avance de su proyecto hidroeléctrico San José del Tambo. Desde entonces, en la época lluviosa las aguas del río ingresan cada vez más cerca de San Pablo de Amalí, población localizada en el cantón Chillanes (provincia de Bolívar).
Los hechos ocurridos en los últimos días pusieron en peligro la vivienda de Manuel Trujillo, presidente de la comunidad, quien el año anterior estuvo entre las personas que lo perdieron todo. Otras familias cuyas viviendas han quedado expuestas a la fuerza del río son las de Laura García, Héctor Quinatoa, Hugo Guamán, Samuel Guamán, y 3 o 4 familias de San Pablo Bajo (también llamado Barrio del Divino Niño).
Claramente las medidas de Hidrotambo frente a esta amenaza constante son un fracaso. La población considera que esto se debe a la negligencia mostrada por las autoridades que bien conocen lo que ocurre en esta zona a través de las denuncias presentadas por la organización comunitaria. “Desde la comisaría local hasta el presidente de la República saben de nuestro caso” sentencia Manuela Pacheco, lideresa de esta comunidad y una de sus defensoras más firmes.
Desde agosto de 2012 los habitantes vienen advirtiendo mediante denuncias y con la Acción de Protección número 02307-2014-0015 presentada en 2014, que la construcción de la bocatoma para la represa de Hidrotambo pone en riesgo a San Pablo de Amalí. Como se puede ver, la advertencia hecha por la comunidad se ha cumplido.
Rachel Conrad, analista ambiental que trabaja para el Centro de Estudios de Cuencas Hidrográficas de la Universidad de California-Davis, sostiene que en esta zona se han registrado ciclos de inundación con período de retorno de 5-7 años “y no es nada grave porque nunca en el pasado esta cantidad de agua afectó de ninguna manera al pueblo de San Pablo de Amalí”. Aún en inviernos muy fuertes, por ejemplo en 1983, 1993, 1998 y 2008 -todos fenómenos de El Niño-, nunca el río erosionó de forma significativa los terrenos del pueblo ni se llevó casas o socavó la vía Chillanes- San José del Tambo, concluye.
Lo que ocurre a partir de la presencia del proyecto hidroeléctrico, afirma Conrad, es que “Hidrotambo dinamitó la llanura aluvial del río, afectando de esta manera la estabilidad de los suelos aledaños, incluyendo las propiedades del pueblo, y removiendo los frenos naturales de inundaciones y escombros -rocas muy grandes que anteriormente habían en la orilla del río-” No sólo esto. Hidrotambo en el 2013 “desvió el río 120 metros con ángulo hacia el pueblo y, como si fuera poco, redujo el ancho del cauce del río, poniéndolo en peligro extremo de taponamiento ya que no tuvo el mismo ancho para poder evacuar aguas y escombros”, enfatiza.
Manuela Pacheco recuerda que la actuación de cientos de pobladores de San Pablo de Amalí y comunidades aledañas en rechazo a esta hidroeléctrica que les despojará del acceso al agua para uso doméstico y la producción agrícola que es la base económica de todas las familias, les significó varios procesos judiciales en los que se les acusaba de sabotaje y terrorismo. Manuel Trujillo aclara que “a la empresa Hidrotambo se le adjudicaron caudales mayores a los existentes, y eso hará que la compañía se apropie de toda el agua”.
Por su parte, Conrad advierte que “hasta que Hidrotambo devuelva el río Dulcepamba a su cauce original, remueva sus amontonamientos de piedra suelta y rehabilite la llanura aluvial (o diseñe un muro de protección de inundaciones a base de modelos hidrológicos e hidráulicos que pueda resistir las nuevas fuerzas erosivas y de cizallamiento del río desviado) seguirán ocurriendo desastres”.
Efectivamente, la vulnerabilidad de la comunidad de San Pablo de Amalí es cada vez mayor, mientras la inacción del Estado se mantiene como evidencia de la protección que goza Hidrotambo... Se apresan las aguas de los ríos y se sacrifican pueblos enteros en nombre de una energía no necesariamente “limpia”.
Fuente: Tegantai