Dos fugas de crudo dejan sin agua a miles de peruanos
La Amazonía peruana ha sufrido en menos de un mes dos derrames de crudo del Oleoducto Norperuano de la estatal Petróleos del Perú (PetroPerú), según denunció el presidente de la Organización Regional de Pueblos Indígenas de la Amazonía (ORPIAN), Edwin Montenegro. La primera fuga afectó el 25 de enero a más de 5.000 personas en ocho comunidades diferentes del distrito de Imaza. La segunda, el 3 de febrero, ocurrió en Morona, donde residen unos 3.500 peruanos.
El ministro de Ambiente, Manuel Pulgar, reconoció el pasado martes en un programa de radio que “la infraestructura [de la petrolera estatal] está obsoleta”.
“La preocupación de todos es de dónde van a tomar agua”, explica Montenegro. El oleoducto, en manos públicas desde 1967, conduce crudo extraído de la selva hacia la costa norte a lo largo de 854 kilómetros. En 2014 dos derrames en el departamento de Loreto afectaron a las comunidades de Cuninico y San Francisco, uno; y San Pedro, el otro. En el primero se registró una fuga de 2.660 barriles y en el segundo de 7.500.
En ambas ocasiones, los daños fueron similares a los de ahora: las familias perdieron su principal fuente de proteína y de comercio —los peces de río—; de agua potable; y su lugar para bañarse. “En Chiriaco [capital de Imaza], han sido afectados sembríos de cacao, yuca, maíz y plátano”, describe el dirigente de ORPIAN.
El abogado Juan Carlos Ruiz señala que la resolución del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) emitida en 2015 sobre el caso Cuninico, cuando el Oleoducto Norperuano vertió 47.000 litros de petróleo sobre el río Marañón, encuentra responsabilidad administrativa de la empresa PetroPerú por diversos motivos. Entre ellos, “no realizar mantenimiento al oleoducto Norperuano generando daño real a la flora y fauna, y daño potencial a la vida o salud humana”. Ruiz asegura que PetroPerú “informó a la autoridad ambiental de que solo había realizado mantenimiento interno al oleoducto en 1999”.
Fin de las provisiones
El martes, Radioprogramas reportó desde Yurimaguas (Loreto) que ya se habían agotado las provisiones de alimentos y agua que dejó la petrolera a los damnificados por el derrame en Morona (el pasado 3 de febrero), en la comunidad de Mayuriaga. PetroPerú informó el pasado lunes de que había suspendido el bombeo de crudo en el tramo afectado, habilitado un helipuerto, y dijo que ayudará a “los pobladores, hasta lograr la remediación total en la zona”.
Acerca del derrame en la capital de Imaza, la estatal afirmó que había movilizado personal profesional y técnico para realizar la reparación de la avería y reparar los daños. “El hidrocarburo no ha afectado a ningún río ni vía de agua de la zona, encontrándose totalmente confinado”. Montenegro y otros dirigentes que visitaron la quebrada afectada documentaron sin embargo que las pozas y barreras de contingencia eran inseguras —algunas eran solo plástico amarrado a palos colocados en las fuentes de agua—.
Tras conocer las declaraciones de PetroPerú, Otoniel Danducho, alcalde distrital de Imaza, cuestionó que “las autoridades que fiscalizan y la misma empresa están minimizando la contaminación. Les invito a que vengan: con ellos quiero tomar ese agua que está corriendo”, dijo a una emisora de radio local.
Petroperú afirmó haber recuperado un aproximado de 200 barriles de petróleo crudo, y alrededor de 400 sacos con hojarasca y vegetación de los márgenes de la quebrada Inayo, en Imaza, por donde discurrió el crudo, según el OEFA. “Dijeron que en tres meses van a terminar de limpiar”, añade Montenegro.
La tarde del martes, Luciana Dekantai, jefa de Imacita (un pueblo de Imaza), informó por teléfono a Montenegro: “[El petróleo] está bajando por el río grande de Chiriaco. Todo está negro por la lluvia. Ingresó al [río] Marañón y está llegando a la comunidad de Nazareth”. Era la segunda vez que llovía desde que se produjo el derrame.
“Hemos pedido [a PetroPerú] que incrementen el personal porque hay todavía petróleo crudo. El agua cuando viene lo levanta todo. El personal prometió, pero no es suficiente. Nadie se ha intoxicado, aunque los trabajadores están llenando baldes de petróleo”, añadió Dekantai.
Fuente: El País