Doce días de recorrida por el río Chubut: el Pueblo Mapuche, la defensa del territorio y el futuro
Desde la naciente del río Chubut hasta el mar, casi mil kilómetros, recorrieron integrantes del Pueblo Mapuche, académicos y activistas socioambientales para escuchar a las comunidades locales y coordinar acciones en defensa del territorio. El único río de la provincia está en peligro por mineras, hidroeléctricas y grandes estancieros. Crónica de doce días acompañando al río Chubut.
Texto y fotos: Denali DeGraf
Desde Chubut
“Todas las aguas de este territorio van confluyendo en el río Chubut, y así también se va juntando el zungún, la palabra, de todas las comunidades.” Así explica Mauro Millán, lonko de la comunidad mapuche Pillán Mawiza, el sentido del Foro Trawün Itinerante que tuvo lugar del 1 al 12 de febrero. “Trekaleyiiñ ka inkaleyiiñ chubut ñi leufú (Caminando y defendiendo el Río Chubut)”, se tituló la iniciativa. Durante esos doce días, una caravana recorrió todo el largo del río, realizando encuentros en comunidades y pueblos para conversar sobre temas relacionados con el cuidado del curso de agua y las diversas problemáticas que se viven en los territorios.
El recorrido empezó en la Lof Cayunao, a pocos kilómetros de la naciente en el extremo sudoeste de la provincia de Río Negro. Allí un empresario multimillonario de Emiratos Árabes Unidos, Matar Suhail Al Yabhoumi Al Dhaheri, está en proceso de alambrar una zona de veranada tradicional mapuche, donde lagunas de altura alimentan a uno de los primeros arroyos que forman el río Chubut.
Soledad Cayunao lidera la resistencia al alambrado del emiratí que está dejando a muchas familias del paraje sin acceso a las pasturas de altura. “La situación en el territorio está difícil, están entrando muchas camionetas todo el tiempo y el miedo es que quieran reactivar la mina de plomo también”, explica. Se refiere a Mina Las Marías, que se explotó de manera artesanal hace décadas pero que sospechan los lugareños que podría reactivarse a escala industrial.
Primer Trawün, 1 de febrero, en la Lof Cayunao, Alto Río Chubut. Foto: Denali DeGraf
De allí viene también la necesidad de conversar entre comunidades a lo largo del río, porque los efectos de lo que sucede en un lugar llegan a todos los parajes río abajo. Partiendo de la casa de Soledad, la caravana visitó El Maitén, donde el río ingresa a la provincia de Chubut, y luego Vuelta del Río, Fofocahuel, Costa del Chubut, Cerro Cóndor, Paso de Indios, Las Plumas, Gaiman y Rawson. Hay preocupaciones en todos lados.
La caravana estuvo impulsada por Mauro Millán, acompañado en todo su recorrido por este fotoperiodista y su familia. En distintos tramos, a lo largo de casi mil kilómetros, también se sumaron integrantes de la organización ecologista Piuké y del Grupo Gemas (Grupo de Estudios sobre Memorias Alterizadas y Subordinadas —red de investigadores, docentes y alumnos, pertenecientes a distintos centros universitarios del país—).
En El Maitén se habló del monocultivo de plantines de frutilla para exportación, que utiliza grandes cantidades de agrotóxicos que terminan en el curso de agua. Además, la provincia anunció el plan de instalar una planta de energía de biomasa en la localidad, pero no se cuenta con información. Según Mauro Millán, “el problema acá es que la desinformación no es casual. Vienen y te cuentan un poquito pero no todo, y las comunidades no pueden responder ante algo que desconocen. La ley habla de consulta previa, libre e informada, pero cuentan algo informalmente a algún poblador y dan por hecha la consulta”.
Carteles cerca del alambrado que avanza sobre las veranadas tradicionales del Alto río Chubut. Foto: Denali DeGraf
La falta de información se vio repetida en varias localidades. En el trawün de Costa del Chubut, integrantes de la Lof Newentuaíñ Inchíñ hablaron del proyecto de hidroeléctrica que se planifica en la zona de Gualjaina (afectaría al río Lepá, afluente del Chubut). “Dicen que va a dar luz para los parajes alejados — explica Eusebio Antieco— pero de ninguna manera harían semejante megaproyecto para que unos pocos pobladores podamos tener una heladera. Sabemos que detrás de eso hay una industria grande, probablemente minera.”
Cuando de megaproyectos se trata, los mineros y energéticos constituyen la mayor parte de las preocupaciones, y la desinformación es el común denominador. Javier Cañió, de la Lof Cañió, en cercanías de El Maitén, reflexiona que “estos proyectos corren con esto del reordenamiento territorial, pero el territorio no está pidiendo que nadie venga a reordenarlo”.
En la zona de El Maitén, 900.000 hectáreas quedan detrás de los alambrados del Grupo Benetton, mayor terrateniente del país. Foto: Denali DeGraf
Muchas veces lo primordial no son los megaproyectos sino el acceso básico al territorio y al río. En Vuelta del Río, Silvio Huilinao explica que la comunidad, de 35 familias y una extensión de decenas de kilómetros cuadrados, tiene apenas 500 metros de costa: “El resto está todo alambrado por Benetton”, cuestiona.
En Fofocahuel, la comunidad tiene más de quince kilómetros de largo, pero no llega a tener cien metros de costa de río. Ambas comunidades además han tenido que resistir avances de empresarios sobre su territorio. Mario Martín, presidente de la comunidad Fofocahuel, relata que la comunidad está organizada hace 21 años con personería jurídica, “decían que con eso iban a entregar títulos comunitarios pero nunca llegaron”. Mientras tanto, en Cerro Cóndor, todavía tienen acceso a mucha costa de río, pero paradójicamente en el pueblito escasea el agua.
Escenas de Trawün, que muchas veces se realizó al aire libre. Foto: Denali DeGraf
La escasez del agua se siente en todos lados. Segunda Huenchunao, en la comunidad Vuelta del Río, resume: “Vivimos en la cordillera y siempre hubo arroyos y vertientes, y hoy se están secando”. Con sus 82 años en un mismo lugar, puede ver mejor que nadie cuánto ha cambiado con el tiempo.
El río Chubut es el único que atraviesa la provincia, y la mayoría de su recorrido pasa por zonas muy áridas. Genera una pequeña franja verde, con árboles de gran porte, y la posibilidad de regar cultivos cercanos, pero a muy poca distancia el paisaje es de piedra, arena y unas pocas plantas pequeñas y rústicas. No cabe duda que es la fuente de vida de la región.
En diversas oportunidades se habló de la importancia de recuperar el conocimiento mapuche sobre el río, de cómo relacionarse con los ngen ko (las fuerzas que habitan en el agua), de cómo entender el bienestar del río desde el conocimiento ancestral y no sólo desde lo científico y moderno.
Lautaro González Curruhuinca, de la Lof Kurache, plantea que “como mapuche el primer deber es mantener el equilibrio natural, no mirar el río ni el territorio como algo material, como recurso, para tener más animales o lo que fuera. No somos campesinos winkas, si bien necesitamos de lo material que nos da el territorio, el fin no tiene que ser eso”. Por eso mismo, en cada comunidad, el encuentro empezó con una ceremonia. Antes del amanecer, a orilla del río, sonaron kultrunes y trutrukas, gritos y susurros, y cada día empezó hablándole al río, no del río.
El río Chubut atraviesa cientos de kilómetros de estepa muy árida. Foto: Denali DeGraf
La palabra “trawün” significa “parlamento”, y éste unió las aguas y las palabras de todo el largo del río, palabras que de otro modo tal vez nunca confluyan. “Es un viaje de fortalecimiento —dice Mauro Millán —. Las comunidades que están a lo largo del río, aunque estén cerca, no siempre se comunican. Y no es lo mismo un mensaje por Whatsapp, por Facebook, que hablar en persona, con tiempo. Así nos entendemos y se toman decisiones mirándonos los ojos, acá al lado del río. Quienes estamos en las ciudades tenemos el 'privilegio,' aunque no sé si lo es, de tener mucha información. Demasiada información. Y necesitamos equipararla con quienes viven en los lugares alejados de las ciudades. Recién a partir de estos encuentros vamos a poder empezar a accionar.”
La coyuntura actual viene compleja tanto para el Pueblo Mapuche como para la defensa del territorio. Apenas dos días antes del comienzo de la caravana, el nuevo gobernador de Chubut, Ignacio Torres, acusó mediáticamente a un integrante de una comunidad mapuche de haber generado el incendio que todavía arde en el Parque Nacional Los Alerces y volvió a reflotar el fantasma de la organización RAM (Resistencia Ancestral Mapuche). La misma nota, en el diario La Nación, cita a un vecino que acusa a Moira Millán, hermana de Mauro, como “nueva jefa de la RAM”. No hay evidencia para ninguna de las acusaciones, ni de la existencia del supuesto grupo terrorista incendiario.
A los pocos días el Gobierno ofreció una recompensa de cinco millones de pesos para quien aporte datos de cómo empezó el siniestro. Es decir, no los tienen. “¿Cómo va a condenar gratuitamente a una persona en los medios, sin ningún proceso de investigación ni juicio?”, pregunta Mauro Millán. “Y cuando lo señalan a él, o a mi hermana como supuesta jefa de la RAM, sin ninguna evidencia, es una clara maniobra de acusar y estigmatizar al Pueblo Mapuche entero, sobre todo a quienes salimos a reivindicar territorios. El Pueblo Mapuche no prendería fuego a un bosque nativo; aquí estamos para defender el territorio, no para destruirlo.”
En Gaiman la caravana fue recibida por la Asamblea en Defensa del Medioambiente. Foto: Denali DeGraf
En este contexto Susana Martín, de Costa del Chubut, reflexiona: “Vamos a tener que unirnos más que antes, porque este Gobierno viene por nuestras cabezas”. Esa unión buscada no sólo abarca al pueblo originario. Si bien la iniciativa fue principalmente un viaje entre comunidades, participó gente no mapuche de la caravana y de los encuentros, y todo el mundo recalcó la importancia de vincularse. Como lo expresó Marcelo Calfupán, de Vuelta del Río: “Es importante lo que hacen ustedes, los peñi winka (hermanos no mapuche), que van haciendo la cadena entre comunidades, porque a veces nos cuesta encontrarnos por falta de movilidad, y está bueno que no salga algo de una sola comunidad sino de todo el pueblo, de todos los pueblos”.
En Gaiman y en Rawson la caravana fue recibida por integrantes de diversas comunidades mapuche pero también por varias asambleas de vecinos/as en defensa del ambiente, tanto de esas dos ciudades como también de Trelew y de Puerto Madryn. Lo resumió Segunda Huenchunao: “Si todos tomamos agua, ¿cómo no vamos a trabajar juntos para defenderla?”
Y así como se fueron juntando las aguas y las personas, finalmente el lunes 12 de febrero se llegó al mar, donde confluye todo. Y la gente se paró frente a las olas donde desemboca el río Chubut y realizaron una ceremonia al amanecer. Lo que quedó claro en las dos semanas de recorrida es que esto, la defensa del territorio, va a continuar.
Foto: Denali DeGraf
Fuente: Tierra Viva