Dejen nuestro paraíso como está
El gobierno de México pretende construir una supercarretera que dice comunicará las ciudades de Tuxtepec y Oaxaca. Las autoridades de las comunidades zapotecas xidza de la Sierra Juárez que pueden resultar afectadas se oponen rotundamente a esta obra y están dispuestas a realizar todas las acciones necesarias para impedirlo.
El pasado 19 de febrero autoridades del Sector Talea que representan a 18 comunidades realizaron una reunión de trabajo donde plantearon la defensa de la flora y la fauna de sus comunidades; por lo que decidieron no permitir que se instale ningún megaproyecto impulsado por los “conservadores neoliberales” o los “liberales desarrollistas”.
Resulta que los gobiernos federales pasados entregaron concesiones mineras a empresas canadienses y de Estados Unidos por más de 25 mil hectáreas; por otro lado en el Plan Estatal de Desarrollo vigente se plantea la posibilidad de realizar 77 hidroeléctricas en cuatro ríos que desembocan en el Golfo de México. Los ríos Cajonos y Grande que atraviesan la Sierra Juárez son afluentes del Papaloapam y en ellos se pretenden realizar al menos 7 presas hidroeléctricas. En esta misma región se pretende construir una supercarretera que, vieron las autoridades comunitarias, no pretende comunicar la Cuenca del Papaloapam con el Valle de Oaxaca, sino el Puerto de Veracruz con el Puerto de Salina Cruz, ya que pretenden entroncarla con la carretera Oaxaca- Tehuantepec, a la altura de Mitla.
Dos semanas después de que tomaron la decisión de no permitir la instalación de megaproyectos, personal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas recorrieron algunas comunidades para notificarles que ya habían iniciado el trámite para que la Semarnat les apruebe una manifestación de impacto ambiental.
En el oficio que pretendían entregar a las autoridades comunitarias y del cual éstas obtuvieron una copia informal, les comunican que ya ingresaron a la Dirección de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat, el estudio realizado por la empresa Geo Bios Sustentabilidad Ambiental S.A. de C.V. para la construcción de la carretera Tuxtepec-Oaxaca, con una longitud de 168 kilómetros.
El oficio menciona que ya se publicó un extracto del proyecto en un periódico de amplia circulación dentro del plazo de cinco días que tenían establecido para hacerlo y que de “buena fe” y bajo el compromiso de reconocimiento de sus autoridades municipales y comunales les entregarían un ejemplar del periódico donde publicaron, o una copia; sin embargo, están pasando a las comunidades a entregar un oficio que fue elaborado dos semanas antes.
Las autoridades suponen que los funcionarios gubernamentales podrían haber ofrecido programas sociales para reunir a autoridades de años anteriores y así anunciarles el proyecto y pedir su autorización, pero una acción de esta naturaleza rompe con los protocolos internacionales de consulta para alcanzar el consentimiento de pueblos indígenas, ya que la máxima autoridad de sus comunidades no es la autoridad municipal o comunal, sino su asamblea, por lo que afirmaron que se han violado sus derechos como pueblo indígena.
El río Cajonos es un río vivo que nace en el Cempoaltepetl, la montaña sagrada de los mixes, y luego recorre comunidades zapotecas xhon y xidza de la Sierra Norte, más abajo llega a ejidos de comunidades chinantecas, posteriormente pasa por comunidades mazatecas desplazadas cuando construyeron la presa Temazcal, para luego ingresar al estado de Veracruz.
El río Cajonos no tiene en su cauce ninguna presa que impida el paso de las especies de peces que migran entre el océano y la montaña, por lo que en muchas comunidades mujeres y hombres de todas las edades esperan al pepesca (un pez diminuto) cuando va saltando cascadas contra corriente, para atraparlo y después prepararlo para alimentar a la familia. Así como el pepesca va al mar, si el pejelagarto no pudiera llegar a los estuarios porque una presa se lo impidiera, no podría reproducirse de manera natural.
A las orillas del Río Cajonos se pueden encontrar jaguares, monos araña, tapires, mazates, seretes, tepescuintles y muchos otros mamíferos; pavas de monte, faisanes, tucanes, águilas, chachalacas y una gran cantidad de aves que están adaptadas a los ecosistemas de sus riveras; en sus aguas, además del pepesca, se encuentran el pez bobo y roncadores, entre otros peces, así como distintos tipos de camarón y langostinos; en sus orillas crecen los tepejilotes de río que proporcionan flores comestibles y un sinnúmero de flora nativa y endémica.
Una supercarretera traería como consecuencia el destrozo de las montañas, ya sea para que se construya sobre ellas o se realicen túneles, porque lo que le interesa al desarrollo es que haya la menor cantidad de curvas; el ruido de los vehículos alejaría a la fauna silvestre del lugar; por eso es preferible que nuestro paraíso se quede como está a que nos ofrezcan la construcción de pasos de fauna como dicen que construyen en la península de Yucatán, nuestros abuelos disfrutaron de esa biodiversidad, nuestros nietos también tienen derecho a hacerlo afirmaron las autoridades.
Para impedir el establecimiento de cualquier tipo de megaproyecto que se quiera instalar en su territorio las comunidades zapotecas xidza acordaron hacer el llamado a las demás comunidades ribereñas del río Cajonos a que se sumen a su lucha, no es posible que durante 30 años no nos hayan aprobado construir una carretera para comunicarnos entre las comunidades xidza del Rincón Bajo y el Rincón de Talea y ahora con la mano en la cintura nos digan que construirán una supercarretera.
Hace casi cuatro años, Murat, el entonces gobernador de Oaxaca, convenció a los presidentes municipales priístas de la Cuenca que juntaran firmas para que le solicitaran a AMLO la realización de esa supercarretera, pero no se dignó a acercarse a las comunidades zapotecas serranas porque sabía que le diríamos que no, como lo expresaron las comunidades en su asamblea. Ahora vemos a este gobierno impulsando los proyectos de los neoliberales. También le decimos que no.
Fuente: Ojarasca