De cara a la marcha mundial contra Monsanto
"El campesino fue expropiado de sus semillas heredadas de sus antepasados. Primero vinieron los híbridos industriales que seleccionaran genes de interés con propaganda para poder patentarlos, venderlos, y también abonos, agrotóxicos, máquinas y combustibles. Pero toda la ciencia sabe que los agricultores con los genes de los antepasados y las mismas técnicas antiguas en su tierra pueden obtener las mismas márgenes de ganancia que con los híbridos sin la necesidad de las inversiones y endeudamiento."
Por Sebastiao Pinheiro.
Cuando veo una campaña mundial, principalmente de los movimientos sociales en contra de Monsanto y sus semillas transgénicas no quedo contento o satisfecho, al contrario quedo preocupado, muy preocupado.
En 1987 tuve en las manos el libro de Henk Hobbelink, “Biotecnologías: Más allá de la Revolución Verde”. Desde entonces empecé a estudiar las estrategias de las grandes corporaciones para el cambio de matriz tecnológica de la química -mi especialidad-, hacia las biotecnologías que es mi profesión. Miren que en mi acervo tengo la creación de los biofertilizantes, la restauración de los fosfitos campesinos, agua de vidrio y las harinas de rocas en Latinoamérica.
Iván Illich denominó de forma exhaustiva a la Universidad Latinoamericana de “vaca sagrada” y es interesante observar que hasta 1996 pocas personas en el continente tenían conocimientos de la biología molecular como creadora de productos (semillas), sin embargo, en la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) ya habían sido creadas las condiciones mercadológicas para su implementación. Bill Clinton en los últimos seis meses de su gobierno nombró a ocho directores de Monsanto para la delegación de Estados Unidos (EE.UU.) en aquel evento de las Naciones Unidas. Es que la “vaca sagrada” también está entre los diplomáticos, militares y empresariados nacionales.
En Brasil, en 1988, Monsanto creó el Plan M.E.T.A.S, que es la reunión de los nombres Monsanto, Embrapa (empresa Estatal de investigación tecnológica bajo control del CIRF-Rockefeller Foundation), Trevo (Empresa Internacional fertilizantes del Rockefeller Brothers Fund), Agroceres (Empresa de Semillas de Maíz del mismo grupo) y Semeato (empresa de maquinaria agrícola). Ellos hacían que el “gobierno brasileño” otorgara becas para que los estudiantes de agronomía, biología y otras carreras, realizaran sus planes futuros (los de las empresas), con los transgénicos, la siembra directa y la conservación del suelo.
En esa época por represión de las empresas tabacaleras que me habían echado del Ministerio del Medio Ambiente, para donde había ido por expulsión del Ministerio de Agricultura por mi campaña en contra los agrotóxicos, conocí a un grupo de sindicalistas internacionales (UITA) que pensé serían útiles para la causa de la agricultura campesina; mera ingenuidad.
En Argentina el presidente Menem adoptó las semillas de Monsanto y ni la empresa ni el país tuvieron la precaución de proteger su patente dentro del marco legal del protocolo de Cartagena… o sea, fue programado y realizado el contrabando de semillas “Roundup Ready” hacia Brasil. Lo peor es que nadie sabía nada sobre las semillas.
El 19 de Febrero de 1998 en el Hotel Everest, en Porto Alegre, todos los profesores universitarios, rectores, diputados, obispos y comandantes militares fueron invitados a una fiesta y cocktail para conocer las semillas de Monsanto. Sin embargo, esas semillas no estaban registradas ni eran permitidas en el país.
El 6 y 7 de Abril dimos respuesta en un evento con más de 900 personas, en el Hotel Embajador, abierto al público y con todas las fuerzas vivas en el país, inclusive con la participación de Monsanto, Syngenta, Pionneer y Agrevo (pero ellos fueron los únicos que tuvieron que pagar 2 mil dólares cada empresa por tener productos e intereses). En ese evento todas las fuerzas vivas nacionales se posicionaron contrarias a las semillas de soya transgénica por cercenar el mercado por ser un producto inferior y segregado en varias partes del mundo.
Nótese que en el Estado de Río Grande del Sur por mi trabajo junto al diputado Carlos Arauho teníamos en la Constitución del Estado (1989) el articulo 251º obligando a que todas y cada una de las investigaciones o trabajos con semillas transgénicas requirieran la autorización expresa del gobierno… Hice que se aprobara una ley estatal Nº 9.453/91 (Diputado Beto Albuquerque) prohibiendo el cultivo de semillas transgénicas en 1990.
En la Universidad de São Paulo (ESALQ), en Septiembre de 1998 y en la Federación Nacional de los Ingenieros Agrónomos (Julio de 1998) se publicaban maravillas sobre las semillas transgénicas…
El partido del ex presidente Lula gritaba para todos que era contrario a los transgénicos y asumió el gobierno del Estado (Olivio Dutra), tenía la ley pero no la cumplió, ni realizó fiscalización alguna, sin embargo, declaró el Estado de Río Grande del Sur área libre de transgénicos. El gobierno fue avisado de que había contrabando de semillas desde Argentina, que era el mecanismo de Monsanto para hacer su multiplicación a través de los campesinos, quienes la compraban a los contrabandistas en 200 dólares cada bolsa de 50 kg, mientras que la semilla permitida se comercializaba legalmente en 3 dólares/kg. El vicegobernador ignoró la estrategia propuesta de comprar a los campesinos toda la semilla contrabandeada pagando el precio, para después en los tribunales cobrárselo a Monsanto.
Por esa época Monsanto en una pantomima de mass-media trajo al Brasil la Agencia Pinkerton de Detectives de forma clandestina para investigar el robo de sus semillas por los campesinos.
Los procuradores de justicia buscaron encontrar y destruir la soja transgénica contrabandeada que se había sembrado. Era muy fácil identificarla, bastaba aplicar un spray con una solución de Roundup en la misma con una botella PET de tapa agujereada y aguardar dos o tres días. Sin embargo, para evitar el reconocimiento de la misma, investigadores oficiales de EMBRAPA, profesores universitarios y técnicos, también corruptos, hacían aplicar una solución de Paraquat (Gramoxone) que destruía el ensayo tratado con Glyphosate y enmascaraba el resultado.
La payasada ocurrió nueve días antes de terminar el gobierno estatal de Antonio Brito, quien autorizó el cultivo de 300 plantas de arroz transgénico de Agrevo en la Estación Experimental Oficial de Arroz (IRGA). Entretanto, la autorización para ese ensayo fue determinada por la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad, comunicado 64/98, donde se dice que no debería haber cultivo de cualquier especie en un radio de cincuenta metros y debía tener guardia permanente, nada de lo estipulado se cumplió. El gobierno de Olivio Dutra ni siquiera sabía de su existencia, cuando nuestra denuncia en Brasilia hizo por el comunicado 78/98 de la CTNBio que fuera destruida. Ocurre que el ensayo autorizado era sencillo, pero los investigadores corruptos hacían para la empresa un ensayo de “flujo génico” prohibido. En Río Grande del Sur hay más de seis millones de hectáreas de arroz irrigado. En el día siguiente a la quema de toda el área con arroz transgénico la prensa estampó: “Hogueras Medievales destruyen la ciencia”. Nadie fue preso o penalizado por la legislación.
El gobierno Lula contrario a los transgénicos, asumió en el año 2003 y pasó a aceptar inmediatamente los mismos. La contrabandista Monsanto cobró en la justicia todas las semillas multiplicadas que introdujo en el país de contrabando.
Pasados más de quince años aún vemos militantes del partido de Lula en asociación con Greenpeace haciendo campañas contra los transgénicos y muchas ONG alimentadas por dinero de la Rockefeller Foundation gritando contra los transgénicos.
Para evitar mal entendidos: La Fundación Rockefeller envió dos matemáticos: Max Mason y Warren Weaver para la Universidad Göttingen en Alemania. Ellos son los creadores de la Extensión Rural que aquella fundación creó en todo el mundo para sus intereses; ella creó la tecnología de la Agricultura Industrial (fertilizantes, agrotóxicos, semilla, crédito, energía, mecanización y conservación de suelo) en los moldes que hoy monopoliza en el mundo. El primer laboratorio de Biología Molecular fue creado en la Universidad de Chicago (Rockefeller) por Aaron Novik y el físico nuclear Leó Szilard en 1947, hace 67 años… El primer transgénico fue creado por Nam Hua Cha (malasio) en la Universidad Rockefeller.
Cuando veo movimientos sociales siguiendo las ONG alimentadas por la benemérita fundación en sus campañas me pregunto: ¿Será desinformación, ingenuidad política?
Estudiando lo dicho arriba, veo que la “Teoría de los Juegos” permite percibir acciones de Infiltración, Inducción y Manipulación que están conduciendo los intereses del Council on Foreign Relations y que Monsanto es inexpresiva en el contexto, pero sirve de chivo expiatorio para distribuir tarjetas de crédito a corruptos en los Congresos, Judiciario, Universidades, Gobiernos, mass-media y otros.
Para terminar de forma concreta: el campesino fue expropiado de sus semillas heredadas de sus antepasados.
Primero vinieron los híbridos industriales que seleccionaran genes de interés con propaganda para poder patentarlos, venderlos, y también abonos, agrotóxicos, máquinas y combustibles. Pero toda la ciencia sabe que los agricultores con los genes de los antepasados y las mismas técnicas antiguas en su tierra pueden obtener las mismas márgenes de ganancia que con los híbridos sin la necesidad de las inversiones y endeudamiento. Pero eso no interesa al C.I.F.R (Rockefeller, Rothschield y Bill Gates).
La estrategia de la Fundación Rockefeller por detrás de Monsanto fue manipular e inducir la discusión sobre genes como forma de recoger informaciones y subsidios contrarios gratuitamente. Hasta financió algunas ONG y pautó el debate sobre los genes. Limitó el avance social con las semillas nativas ya secuestradas que eran adaptadas al cultivo sin fertilizantes químicos y agrotóxicos.
El gene por sí mismo tiene importancia secundaria para el campesino. Más importante es su expresión en el medio ambiente (temperatura, jalea real). El Papa Benedicto XVI consideró los transgénicos pecado capital, pues él sabe que no hay en el mundo dos propiedades rurales idénticas. Es en ella, en la parcela, donde el gene se expresa. Mientras los biólogos moleculares en las universidades trabajan con genes y genoma, de interés de las corporaciones, el campesino trabaja con genes en su propiedad única, o proteoma de interés de la humanidad. La Biología molecular de las universidades y corporaciones jamás tendrá capacidad de hacer proteómica, pues no actúa localmente, actúa globalmente. Hoy Bayer, Syngenta y Monsanto invierten billones de dólares en el viejo Baculovirus. El científico y profesor sabe que el Bacullovirus combate el mosquito del dengue, pero callan cómplices de los “mercaderes de la muerte”; esas empresas ya producen Biofertilizantes con las bacterias Bacillus subtilis y B. polymyxa que venden a 80 dólares el litro.
Lo más corrupto es que la empresa coloca un gene en el maíz que tiene un total de 33 mil genes y queda como dueña de todo maíz. Cuando, con mucha condescendencia, podría participar en apenas de un treinta y tresmila vo (1/33.000 del valor de ese maíz. El campesino es expoliado.
A F. Rockefeller por detrás de las empresas de alimentos no quiere etiquetado de los transgénicos, pues ellos serían más baratos que los alimentos normales y expulsados del mercado. Manipularán e inducirán la polarización entre consumidores e Industria de Alimentos para que el gobierno se incline en su favor postergando el etiquetado. ¿Fueron derrotadas? Con la etiqueta la decisión queda en la conciencia de la madre o padre consumidor y en función de la cantidad de dinero de que dispone. Entonces está claro que la conciencia se subordina al dinero: eso no es democrático. En una sociedad donde el rico puede pagar caro el producto sin etiqueta y el pobre es obligado a comer el etiquetado con una T, es una sociedad violenta, fascista, desigual. Por el Código de Defensa del Consumidor en Brasil es obligatoria la identificación de los alimentos transgénicos con una T mayúscula negra dentro de un Triangulo amarillo. Pero eso significa una condena explícita a los transgénicos y las corporaciones tienen una campaña intensa en el Congreso Nacional para impedir el etiquetado.
Vamos a derrotarlos nuevamente en sus estrategias sociales. En México la lucha del pueblo no permite la siembra de maíz transgénico para preservar la cuna del maíz criado por la mujer campesina indígena. En breve, el ejemplo del jitomate transgénico, papa transgénica, trigo y arroz transgénicos, todos retirados del mercado será seguido por el maíz; no tendremos más harina con etiqueta transgénico en los supermercados. Es una cuestión de tiempo, pues todos van a querer el maíz natural en igualdad de ciudadanía.
La mass-media es cómplice por ocultar, ella también esconde que, en muchos países ya está prohibido que los agricultores comercialicen sus productos directo a los consumidores, eso no tiene nada que ver con higiene e inocuidad. Es el cambio en el concepto milenario, ahora los campesinos no producen más alimentos, producen solamente materia prima y las industrias la transforman en alimentos y venden servicio, envases, certificaciones, propaganda, seis veces más caros.
Para terminar: Hay en la Amazonía la “Tierra Prieta Indígena” criada por la mano humana. Hoy Bill Gates, Grupo Rockefeller, Banca Rothschield tienen más de 2 mil 500 biólogos moleculares, antropólogos y agrónomos transformando ese patrimonio de la humanidad en insumo biotecnológico para la “Revolución Verde” en África y otros agronegocios en el Mundo. Es el campo de enfrentamiento para nuestro alimento de mañana. Cantemos y bailemos el “kuarup” con alegría, la lucha por el renacimiento ya comenzó.
Fuente: Morral Campesino