¿Comunidades Ese Ejja en Bolivia dejarían de comer pescado?
Un estudio confirma que mujeres de dos poblaciones amazónicas, tienen altos niveles de mercurio en la sangre. El Estado no toma decisiones para cortar el problema de raíz.
En el extremo oeste de Beni y el norte de La Paz, sobreviven unos bosques amazónicos que cada vez se ven más degradados. Este rincón de Bolivia, que limita con Perú y Brasil, está rodeado por áreas naturales protegidas, pero éstas no han evitado la llegada de actividades económicas que impactan negativamente en sus ríos, bosques y población, como la minería aurífera.
En este contexto, las comunidades indígenas son las que se ven más perjudicadas por su alta dependencia de su entorno. Y lo que antes era una posibilidad, en la actualidad se convirtió en una realidad que va matando.
Mujeres en la mira
En las últimas semanas se presentó el estudio: La exposición al mercurio de las mujeres en cuatro países latinoamericanos productores de oro, elaborado por la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN por sus siglas en inglés) y el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad (BRI). Un trabajo piloto que se realizó en Brasil, Venezuela, Colombia y Bolivia.
En Bolivia, se trabajó con mujeres de dos comunidades nativas Ese Ejja, una etnia amazónica que vive en los bosques cortados por el río Beni. La investigación es clara: los niveles elevados de mercurio en la población son preocupantes.
La causa no está 100% determinada, pero que exista tanta actividad minera en estos ríos, podría dar un indicio. El agua se contamina por el mercurio utilizado para trabajar el oro, los peces lo toman, y las poblaciones indígenas, que basan su alimentación en lo que les provee el río, terminan contaminadas.
Para llegar a esa conclusión, se tomaron muestras de cabello de voluntarias en edad reproductiva en zonas donde existe actividad minera en pequeña escala. Se eligieron esas regiones porque estos mineros utilizan mercurio para extraer partículas de oro de bajo grado, con lo cual la mayor parte de ese mercurio se pierde en el medio ambiente y contamina a los peces en los ríos locales.
Estas dos comunidades asentadas en las riberas el río Beni, Eyiyo Quibo (norte de La Paz) y Portachuelo (Pando, en una zona limítrofe con Beni), con una distancia de más de 300 kilómetros entre sí, mostraron una carga corporal del metal “extremadamente alta”. De hecho, son los niveles más elevados que se haya detectado desde que IPEN empezara su programa de biomonitoreo de mercurio desde 2011.
Para Carmen Capriles, de Reacción Climática, organización civil que colaboró con el trabajo en Bolivia, esto muestra el riesgo de que una siguiente generación también resulte afectada.
“El mercurio afecta al sistema nervioso prácticamente. Asumimos que los peces están contaminados. Los datos que hemos recibido son alarmantes y nos dicen que toda la cuenca del río Beni está comprometida”, dice Capriles a Diálogo Chino.
En el documento de la IPEN se lee también que los efectos dañinos que una madre puede transmitir al feto incluyen: discapacidad neurológica, pérdida de coeficiente intelectual y daño a los riñones y al sistema cardiovascular.
Desde Rurrenabaque —municipio beniano ubicado al inicio de la selva amazónica y a orillas del río Beni— Limbert Miquere Melchor, presidente de la Organización Territorial de Base (OTB) Eyiyo Quibo, dice que en su comunidad hay dos señoras que están “totalmente contaminadas”, y responsabiliza al pescado.
Según establece la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, la concentración de metilmercurio en seres humanos no debería exceder una parte por millón (ppm) en el organismo. En estas comunidades de Bolivia, de 64 mujeres que participaron de la muestra, 60 superaron por mucho ese número. “Una de las muestras sobrepasaba las 180 ppm, un nivel demasiado alto para alguien que no participa de la minería artesanal o que está en contacto constante con mercurio”, dice Capriles, que a pesar de las grandes probabilidades de que la minería sea la culpable de esta situación, afirma que se tienen que continuar con los estudios para que esos indicios se conviertan en certezas.
Ese Ejja, un pueblo pescador por excelencia
En su libro Compendio de etnias indígenas y ecoregiones de Bolivia, el antropólogo Álvaro Díez Astete afirma que el pueblo Ese Ejja solo se concibe a sí mismo en una relación directa con los ríos amazónicos. “La pesca se considera como una actividad cultural cotidiana de las familias (…), es la base fundamental de su dieta”, explica.
Una proyección del censo de 2012 y el Instituto Nacional de Estadística (INE), da cuenta que a 2015 había alrededor de 1.687 personas autoidentificadas como Ese Ejja en Bolivia.
Y es precisamente en la parte norte de esa cuenca de la extensa región del río Beni —de una longitud de 1178 kilómetros— donde dragas chinas, colombianas y bolivianas practican minería a cielo abierto, para extraer oro.
Paralelo a ello, un estudio divulgado en abril del año pasado por el Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), reveló que el país es el segundo importador de mercurio a nivel internacional después de India. La cantidad que compra está por encima de lo que requiere la minería de oro artesanal y de pequeña escala. Solo en 2015 el país importó 152 toneladas, 12 veces más que el año anterior. Se cree que el excedente ingresa ilegalmente a Perú.
Valentín Luna, presidente de la mancomunidad de comunidades de los ríos Beni, Tuichi y Quiquibey, lleva la cuenta de al menos 50 dragas en la zona, situada al noroeste de Bolivia. Tanto él, como Limbert Miquere coinciden en que hay contaminación en las aguas del río. “Para quienes vivimos en las comunidades, el alimento principal es el pescado. Es casi el 70 por ciento de nuestra alimentación. Se pesca, pero el pez ya es desabrido, es insípido. Si esto se amplía más va a ir acabando con nuestras vidas”, se lamenta Luna en una entrevista telefónica con Diálogo Chino.
Bolivia, el mercurio y el Convenio de Minamata
El Convenio de Minamata de 2017 es el tratado internacional destinado a proteger la salud humana de los impactos adversos del mercurio. Bolivia ratificó el convenio a través de la ley 759. En marzo de 2020 el Ministerio de Medio Ambiente y Agua se reunió con representantes de la ONU para discutir la necesidad de coordinar un Plan de Acción Nacional para cumplir con el Convenio de Minamata. Un comunicado de prensa sobre el evento sigue siendo uno de los documentos gubernamentales más recientes sobre la contaminación por mercurio en el país.
El artículo 7 de este tratado, establece que los gobiernos están en la obligación de adoptar medidas para reducir o eliminar el uso de mercurio y sus compuestos.
Para Óscar Campanini, investigador del Cedib, hay un incumplimiento por parte del Estado a este convenio. “Se establece que el Plan Nacional de Acción debía entregarse tres años después de la entrada en vigencia del Convenio y esos tres años se han cumplido en agosto del año pasado”.
En relación con los hallazgos actuales de la investigación de la IPEN, ya en 2014 las autoridades del Estado boliviano conocían que las zonas de “riesgo potencial” o “vulnerabilidad intermedia” se encontraban en las zonas del Alto Beni y Bajo Madre de Dios con la presencia de “intensa actividad minera” aurífera artesanal a pequeña escala.
Al respecto, el viceministro de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos y de Gestión y Desarrollo Forestal, Magín Herrera, le dijo a Diálogo Chino que desde su oficina se está trabajando en un decreto para reducir los efectos medioambientales del uso del mercurio en el país. El documento está en el despacho de la Dirección de Cooperativas en el ministerio de Minería.
Este medio solicitó alguna respuesta al ministro de Minería, Ramiro Villavicencio, mediante su unidad de Comunicación, sin que hubiera respuesta hasta el cierre de este reporte.
Acciones a tomar
El diputado pandino Sergio Maniguary, de la alianza Creemos, considera que se debe hacer una investigación complementaria a la mencionada, “profunda y exhaustiva” desde la academia y desde el Estado.
Maniguary recuerda que incluso un amigo cercano suyo presentó niveles altos de mercurio en su organismo tras someterse a una prueba. “Él atribuye eso a que viene consumiendo pescado de la zona, él es de Riberalta (Beni)”.
¿Se debería prohibir el uso del mercurio en este tipo de actividades mineras de pequeña escala? Los autores de la investigación tienen una respuesta: “los resultados de este estudio dejan en claro que las mujeres y sus hijos en las regiones de los países latinoamericanos evaluados están en un riesgo significativo, a menos que se prohíba el uso de mercurio y que las autoridades hagan valer la prohibición”.
Campanini comparte la idea de prohibirlo y, según él, debe hacerse “tan pronto como sea posible”.
Fuente: Diálogo Chino