Colombia: la Ronda de Miami: entregarse por una sonrisa
Las dificultades en la negociación no han llevado a la administración de Uribe a replantear en lo más mínimo su agenda neoliberal y el gobierno sigue obstinado, a espaldas de la opinión, en suscribir el tratado. La pantomima de las negociaciones se acerca a su final y las decisiones que se tomarán serán gravísimas para el futuro del país
Las “negociaciones” en Miami resultaron tan rutinarias como se preveía, mientras que el escenario subregional se mueve. Las presiones norteamericanas se multiplicaron en vísperas de la negociación y los productos que los andinos aspiran a colocar en los mercados estadounidenses como textiles, atún y espárragos, entre otros, continúan como rehenes de Washington, obligando a los andinos con ello a hacer nuevas concesiones.
Al comienzo de la ronda, el ministro Botero y el negociador Hernando José Gómez se mostraron, como siempre, optimistas sobre el desarrollo de la misma y anunciaron que seguramente las negociaciones culminarían a comienzos de octubre. Estas expresiones contrastaron con el pesimismo y reservas de la mayor parte de los gremios y con la franca oposición del movimiento popular colombiano, el cual en una declaración unificada de todas sus vertientes, publicada en el diario El Tiempo el 24 de julio, rechazó el tratado y exigió que se realizara una consulta popular.
Al final de la ronda y sin que hubiera nuevas definiciones significativas, los negociadores de los cuatro países afirmaron que “ya se ve luz al final del túnel”. El colombiano Hernando José Gómez se mostró sorprendido por los “avances estratégicos” que se habían logrado en Miami.
El gobierno ha hecho esfuerzos por mantener el optimismo de algunos sectores que antes eran partidarios del tratado y que hoy lo ven con escepticismo; para ello anuncia cotidianamente que hay grandes avances a contrapelo de la creciente opinión que, desde Clinton hasta los azucareros, se muestra partidaria de tomar las cosas con calma y no hacer concesiones fundamentales. Al tiempo que Uribe en su discurso de instalación del Congreso el 20 de julio señaló cautamente que el TLC debía ser equitativo, su ex asesor Hommes planteó crudamente la situación, alertando que el TLC está en peligro manifestando su preocupación por que los “negociadores gringos se jarten con Colombia y firmen el TLC con Perú”. A pesar del optimismo, el ministro del Perú Alfredo Ferrero opinó que el tratado se firmaría en diciembre o enero, confirmando con ello que pese a las genuflexiones andinas, el tratado enfrenta muchos obstáculos. El que se haya tenido que introducir una nueva ronda, que las definiciones vitales se hayan postergado hasta después de agosto y que los negociadores teman el inicio de las campañas electorales en Perú y Colombia en noviembre, muestran que a pesar de los anuncios oficiales el TLC no es inevitable.
Los “éxitos” de la ronda
Lo acontecido en medidas sanitarias y fitosanitarias fue considerado como un avance que, según Gómez, radicó en “establecer una dinámica de trabajo basada en propuestas y contrapropuestas concretas de las partes”. Aunque según analistas del sector privado Estados Unidos hizo una propuesta “floja”, Luis Carlos Villegas y el vicepresidente de la SAC, Alejandro Vélez, afirmaron que EEUU abrió espacios y está dispuesto a considerar las posiciones de Colombia. La salida que están estudiando es cambiar un compromiso firme en esta materia por la mera expedición de una carta anexa al tratado. En medio de la Ronda se supo que desde mayo EEUU había respondido la propuesta colombiana en este campo y que los negociadores colombianos, guardándole la espalda a los norteamericanos, les pidieron que hicieran otra propuesta que al menos pudiera discutirse. De esta manera, en este tema los negociadores andinos salieron de Miami con la promesa de que se estudiaría la creación de un grupo permanente de trabajo que abordaría los temas sanitarios y fitosanitarios. En una nueva manifestación de la división andina, Perú y Ecuador aceptaron negociar bilateralmente este tema y el equipo norteamericano manifestó su pesar porque Colombia no hizo lo propio. Así Estados Unidos avanzó en dividir a los andinos, los mantiene pendientes de definiciones en esta materia y los obliga a hacer concesiones en los demás temas con el anzuelo del acceso al “mercado más grande del mundo”.
Regina Vargo anunció por enésima vez, que próximamente enviaría la respuesta a la oferta agrícola colombiana de intercambios, para programar una reunión bilateral a comienzos de agosto. El subjefe de la delegación norteamericana, exhibiendo el anzuelo, señaló que al final se permitirán salvaguardias y medidas de protección para el agro. Sin embargo, de acuerdo al cronograma impuesto por Estados Unidos, se está obligando a Colombia a ceder totalmente en industria, declinar sus aspiraciones en el agro y sólo al final dar el plato de lentejas. Al mismo tiempo anunciaron que varias mesas sostendrían encuentros y tele-conferencias durante agosto.
Colombia llegó con un nuevo regalo, la oferta de abrir más que Ecuador y Perú su sector industrial a la competencia inmediata, llegando casi al 80 por ciento de ofertas para desgravación, con lo cual entregó un poco más, ya que en las rondas pasadas había llegado al 72 por ciento. Aunque el tema quedó sujeto a consultas con el sector privado colombiano, por que la oferta no fue satisfactoria para EEUU, seguramente se aprobará por la obsecuente posición de la ANDI. Aunque esto se presentó como una propuesta colombiana, el negociador peruano reveló la verdad de la situación al comentar que “otro de los puntos complicados en la mesa de acceso al mercado es que Estados Unidos exige una mayor apertura de nuestro mercado, con lo cual demanda elevar nuestra oferta de 67 a 80%.”
Otra vez los negociadores anunciaron que hubo una “primera” discusión sobre bienes usados y remanufacturados. EEUU pidió la eliminación de una norma colombiana que exige licencia previa para la importación de bienes usados y pidió acceso a 1.400 categorías de bienes usados contra las 291 que ofrecen los andinos. EEUU también pide que las llantas reencauchadas sean consideradas como nuevas. La debilidad andina se puso de presente en la negociación con Ecuador, donde Regina Vargo recordó que en la OMC este país (al igual que los demás) asumió el compromiso de no limitar las importaciones de ningún producto. EEUU escudriñó el tema de los impuestos especiales para productos como el café o las esmeraldas sin engastar, con lo cual quiere que estos productos puedan adquirirse más baratos. EEUU se acercó un milímetro más al ATPDEA en productos industriales, al plantear que a partir del fuel oil los derivados del petróleo se puedan acoger al tratado.
Estados Unidos ha pedido que el cien por ciento de la materias primas que se utilizan en la producción de pinturas y tinturas, sean provenientes de la región (léase de Estados Unidos). Los andinos señalaron que algunas materias primas que se requieren para producir éstas son pigmentos y colorantes que deben importarse de países como China e India, y por eso es necesario contar con un requisito abierto (que haya flexibilidad para importar hasta un porcentaje de terceros países) mientras que Estados Unidos insiste en un requisito cerrado, es decir que sólo se pueda adquirir en los países signatarios del tratado.
Quedaron pendientes los temas de remanufacturados, usados y productos distintivos, o sea prácticamente todos los que han estado pendientes desde hace varias rondas. Sobre ellos los informes fueron que se intercambió información, hubo actitud positiva hacia las propuestas andinas, bla, bla....
La reserva cultural, que incluye entre otros espinosos asuntos la cuota de pantalla, también está paralizada, pues EEUU se opone a que se fomente el cine nacional, con la obligación de presentar largometrajes nacionales en los teatros y calificó la cuota de pantalla de Perú, que está en el 30 por ciento como muy alta (en Colombia está en el 70%). Aunque los andinos se basan en las definiciones de la UNESCO, que caracterizan el sector cultural en forma amplia, para los estadounidenses esto es parte de su industria del entretenimiento, en la cual son los mayores exportadores mundiales y no se tranzan sino por ganancias netas.
En la mesa de compras estatales que sesionó el fin de semana, EEUU excluyó de la negociación las compras estatales de productos agrícolas que significan 23.000 millones de dólares.
En propiedad intelectual se llegaron a acuerdos sobre aspectos menores pero sigue la indefinición sobre el periodo de reserva de los datos de prueba y la indefinición de lo que se considera una nueva entidad química. La aceptación de Estados Unidos de que no exigiría compensaciones a los andinos por demora en sus propios trámites se consideró un gran éxito, aunque todo el mundo sabía que era una propuesta descabellada, hecha con la finalidad de obtener concesiones al retirarla. No se determinó qué se considera demora injustificada y con cuánto tiempo se compensaría.
A pesar de todo esto, Gómez calificó de muy positiva la actitud de los negociadores estadounidenses. Se avanzó en el tema de “mejor modo”, lo que significa que al patentar una sustancia los que la patentan deben especificar el mejor modo de hacerla, de tal manera que cuando expire la patente los demás productores puedan fabricarla de la misma manera.
Los estadounidenses propusieron empezar la numeración de los capítulos, lo cual sólo se hace al final del proceso, y esto fue tomado alegremente por los andinos como una muestra de buena voluntad y no como una nueva presión.
El origen de la demora en las negociaciones no está en la inflexibilidad de EEUU que no ha tenido ni tendrá ninguna en ningún TLC, sino en que los gobiernos ceden lentamente por sus dificultades internas en asuntos en los cuales saben que deben entregar si quieren TLC; por tanto, al tiempo que llaman a acelerar las negociaciones, no se rinden con suficiente rapidez. El pataleo en las negociaciones es inútil si se plantean plazos perentorios y la disposición de firmarlo de todas maneras sin acariciar siquiera la posibilidad de levantarse de la mesa y decir no.
Las dificultades en la negociación no han llevado a la administración de Uribe a replantear en lo más mínimo su agenda neoliberal y el gobierno sigue obstinado, a espaldas de la opinión, en suscribir el tratado. La pantomima de las negociaciones se acerca a su final y las decisiones que se tomarán serán gravísimas para el futuro del país.
Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA, Recalca
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Bogotá, julio 26 de 2005.