Colombia: indígenas Barí protestan por explotación petrolera
Hace 80 años, cuando se hicieron las primeras explotaciones petroleras, ahí sí, con arcos y flechas, le hicieron frente a las multinacionales y al gobierno, que bajo la Concesión Barco terminaron por diezmar su población a tan sólo los 3.000 que existen hoy, y reducir su territorio en un 90%. Los bari no pueden desplazarse libres por las tierras de sus ancestros, cazar, pescar o llevar a cabo sus rituales
Con los arcos y flechas con los que cazan al pájaro Pakuiri, el oso hormiguero y la guacamaya, llegaron, procedentes del Catatumbo, (Norte de Santander), en donde la temperatura alcanza los 30 grados centígrados, a la fría ciudad de Bogotá. Alrededor de 30 indígenas barí, que en lengua significa gente, tuvieron que viajar por tierra, durante casi 24 horas para hacerse escuchar. Los abuelos, entre los que había cuatro caciques, hombres, mujeres y niños se apostaron frente a las instalaciones de Ecopetrol y luego en las puertas del Ministerio del Medio Ambiente para exigir una respuesta ante la aprobación de la licencia de exploración y explotación del pozo petrolero ALAMO I.
Ayer, después de la presentación del informe final de la comisión de verificación y acompañamiento al pueblo bari, que se llevará a cabo entre el 17 y el 21 de febrero de este año, caminaron bajo la pertinaz lluvia bogotana, llevando a cuesta sus profundas convicciones y la firmeza de sus argumentos. Algunos se detuvieron momentáneamente a ver a esas personas, que aunque colombianos pasan por ser exóticos visitantes como los muchos que llegan a la capital. Nadie, excepto los indígenas mismos, entendió el intrincado mensaje, pero consideran que se trata de una manifestación más y pasan de largo. Otros más movidos por el interés que por la curiosidad se unieron al grupo y los acompañaron en su recorrido hasta el Ministerio del Medio Ambiente. Así que al mediodía, cuando de las oficinas la gente sale apresurada a almorzar, los barí cantaron sus cantos: “El hombre bari hace parte de la naturaleza y uno hace parte de ella; sin territorio no ha bari, sin el barí no se conserva el territorio”.
Para la mayoría, esta era la primera vez que salían de su territorio, pues los barí han luchado desde los tiempos de la conquista por conservar su autonomía y cultura, a costa incluso del aislamiento. Así lograron resistir cinco siglos a la “pacificación”. Pero cansados ya de la de la vulneración de sus derechos, el desconocimiento de su autonomía, la indiferencia del estado, decidieron tomar sus esteras y canastos, salir de sus bohíos y plantarse frente a los muros de concreto de las entidades que hoy por hoy representan la extinción de su pueblo.
Hace 80 años, cuando se hicieron las primeras explotaciones petroleras, ahí sí, con arcos y flechas, le hicieron frente a las multinacionales y al gobierno, que bajo la Concesión Barco terminaron por diezmar su población a tan sólo los 3.000 que existen hoy, y reducir su territorio en un 90%. Los bari que en tiempos prehispánicos “ocupaban un extenso territorio desde los Andes venezolanos hasta la Serranía de Perijá”[1], actualmente no pueden desplazarse libres por las tierras de sus ancestros, cazar, pescar o llevar a cabo sus rituales, sin el temor del “…accionar del Ejército Nacional que custodia una amplia zona del Proyecto en cumplimiento del mandato de prestar seguridad a la infraestructura y bienes de la empresa Ecopetrol”[2].
Así lo pudo confirmar la Comisión de acompañamiento al pueblo indígena Motilón Barí, quienes afirmaron haber sido “…recibidos, durante la visita de verificación, con disparos provenientes de arma de largo alcance, de la fuerza pública, cuando nos acercábamos al pozo, y estando a menos de 10 metros de distancia de quien hizo el disparo, el día 19 de febrero”.
Y es que el pozo que Ecopetrol pretender explotar, se encuentra en Socbacayra, una encrucijada de caminos nativos, lugar de paso y comunicación, en que “…reposan los ancestros y en el que habita el barí de los Ojos Limpios, sitio sagrado dentro de la cosmovisión del barí que les suministra generosamente su alimento mediante el desarrollo de actividades como la caza y la pesca”[3].
“Antes éramos guerreros y matábamos, pero ahora no, y el gobierno sí. Ahora nos acogemos a lo que diga el gobierno, pero el gobierno no cumple lo que dice. La ley no sirve. ¿Sí el la ley dice que somos colombianos, por qué no nos tratan como colombianos?, ¿sí somos colombianos, porque no nos respetan? Yo quiero que nos dejen quietos, que no se metan más con nosotros. Ya nos han corrido mucho, antes estábamos en Cúcuta, y ahora nos quieren correr más”. Sí nos han corrido tanto, nosotros también podemos venir a Bogotá y contar lo que está pasando”, dice Aquelaxana Aysmmiraba, uno de los caciques barí que viven en las 23 comunidades ubicadas en los Municipios de El Tarra, Teorema, Tibú, Convención y El Carmen, en Norte de Santander.
Ante la mirada incrédula de quienes regresaban de su descanso aún con un palillo entre los dientes, y que gracias a los bari, esa noche podrían contar algo diferente en sus rutinarios días de funcionarios públicos, continuaron las exigencias de este pueblo indígena, que en la colonia eran conocidos como motilones porque usaban el pelo cortado también de manera homogénea.En lengua barí y en español, le preguntaron a la Ministra de Medio Ambiente y a quienes otorgan las licencias, por qué razón no les han enseñado el seguimiento que se está haciendo a la licencia ambiental, solicitud que también hicieron a través de un derecho de petición.
Ashcayra Arabadora Acrora, delegado del Consejo Autónomo de Caciques Barí y vocero de la Asociación Comunidad Motilón Bari de Colombia, ASOCBARI, les recordó a los transeúntes indiferentes y a los funcionarios del ministerio, que ahora eran 30 barí, los que estaban frente a sus instalaciones, pero mañana, podrían ser 3.000.
Quizás estas últimas palabras fueron las que finalmente motivaron a los representantes del Ministerio del Medio Ambiente para que salieran a recibir a los indígenas. Sobre las 2:45 p.m., y después de tan sólo haber cesado en los cantos para calmar el hambre, el Secretario General de Ministerio, Ancizar Silva Robayo, los invito a entrar y hablar con el Viceministro del Ministerio, Óscar Darío Amaya Navas. A la reunión también fueron llamados la directora de Licencias, Permisos y Trámites, Diana Marcela Zapata y funcionarios de la Dirección de Etnias, incluyendo su directora, Josefina Araujo.
En esta reunión los barí y los integrantes del Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez, organización que está llevando su caso, pudieron constatar que no si aún no se han dado respuesta a sus solicitudes para conocer los pormenores del seguimiento a la licencia, es porque sencillamente no se está haciendo. Así lo manifestó, Claudia Castellaños, abogada del Colectivo. “Nosotros queríamos conocer el informe de seguimiento de la licencia, pero nos pudimos dar cuenta que este no se ha llevado a cabo, puesto que según la directora de licencias del Ministerio, éste se empieza a hacer una vez se inicien la exploración. Pero este proceso se debe hacer desde el momento mismo que se otorga la licencia y a todo lo que se dio permiso, desde la entrada de los materiales hasta la construcción de la torre”.
En la reunión los indígenas exigieron en consecuencia que se haga un seguimiento al otorgamiento de la licencia, acceso al expediente al informe físico de la licencia, y una verificación en campo para constatar que en la zona en Alamo I, si es un territorio ancestral y que los impactos ambientales del proyecto de exploración y explotación petrolera los afecta directamente. Según Castellanos, el Ministerio estuvo de acuerdo a llevar a cabo esta verificación en el próximo mes. Se espera que esta comisión esté conformada por delgados del Ministerio del Medio Ambiente, de la Dirección de Etnias, autoridades de control como la Defensoría del Pueblo, así como de antropólogos, sociólogos y personal idóneo para calificar si este es un territorio indígena.
Aunque para los barí está claro que Socbacayra es parte de la tierra que heredaron de Sebaseba. “El hombre blanco cuida sus cuatro paredes y el techo de su casa pero no se preocupa por más porque todo le llega fácil, la electricidad a través de unas redes y el agua, por las tuberías; todo le llega a las manos. Pero eso es difícil que entiendan nuestra cosmovisión, porque nuestra casa es la naturaleza, y uno es parte de ella. Así que sin territorio no ha bari, sin el barí no se conserva el territorio”, expresó Ashcayra Arabadora Acrora.
Notas:
[1] Los pueblos indígenas de Colombia en el umbral del nuevo milenio. Raúl Arango Ochoa y Enrique Sánchez Gutiérrez.
[2] Informe Final. Comisión de acompañamiento y verificación al pueblo indígena Motilón Barí.
[3] Ibid.
Fuente: Actualidad Étnica