Colombia: Territorios de la Resistencia y la Vida
El Norte del Cauca, ha sido definido como una de las zonas para la implementación del Plan Colombia II o Estrategia de “Recuperación Social del Territorio”, nombre oficial con el que se le presenta por parte del Gobierno colombiano. La evidencia demuestra que las intenciones y consecuencias de este plan consisten en la ocupación de nuestro territorio ancestral y el sometimiento de nuestro pueblo con el fin de integrarlo a los intereses del capital transnacional.
Ello significaría el fin de nuestro proceso social y de nuestro pueblo como cultura ancestral. En el lenguaje oficial, este Plan implementa 5 estrategias en cada zona que son:
1. Control del territorio y lucha contra las drogas y el crimen organizado.
2. Reactivación Social - Siete Herramientas de Equidad (Asistencia Humanitaria).
3. Reactivación Económica - Impulso a la generación de ingresos legales para el desarrollo local.
4. Fortalecimiento del servicio de justicia formal y mecanismos alternativos de resolución de conflictos.
5. Reconstrucción del tejido social a través del uso del tiempo libre y la cultura ciudadana.
Enmascarando con este lenguaje de tono asistencialista un proyecto de conquista y sometimiento, en la medida en que estas estrategias presumen sin sustento en la realidad, que el proceso indígena del Norte del Cauca está vinculado con el crimen organizado y el narcotráfico, que no existe una actividad social autónoma organizada, que carecemos de propuestas y proyectos económicos propios de modo que debemos ser incorporados a la economía transnacional como único mecanismo de acceso a “recursos legales”, como si nuestras actividades actuales y proyectadas fueran ilegales.
Además, ignora nuestros sistemas de derecho y justicia propios reconocidos por la Constitución Nacional y finalmente propone reconstruir un tejido social que ya está construido y ha merecido el reconocimiento Nacional e internacional por su coherencia, cohesión y sentido de vida. Estas estrategias parten de ignorar intencionalmente la existencia de nuestro proceso y cultura ancestral y de presentarnos como organizaciones criminales con el propósito de someternos destruyendo nuestra cultura e identidad y desmantelando nuestro proceso organizativo.
Las zonas de implementación del Plan Colombia Fase II corresponden con las que anteriormente se denominaban de “Rehabilitación y Consolidación”. El Plan se propone:
1. Garantizar la legitimidad, gobernabilidad y presencia del Estado en zonas estratégicas del territorio nacional recuperadas por las Fuerzas Militares y de Policía.
2. Fortalecer y legitimar la fuerza pública.
3. Desarrollar acciones integrales de tipo económico y social para complementar la Política de Defensa y Seguridad Democrática en el marco de la Recuperación Social del Territorio.
4. Subordinar la acción al grado de control territorial por parte de la fuerza pública.
En el caso de los territorios indígenas del Norte del Cauca, debemos recordar que estas son tierras legítimamente recuperadas por nuestros mayores después de 500 años de despojo, en un proceso de lucha pacífica que ha tenido un costo enorme en vidas humanas y en sufrimiento. Es más, el maltrato y la represión al que hemos sido sometidos por parte de las instituciones del Estado lo obliga a procesos de justicia y compensación que aún no ha cumplido. El Estado Colombiano tiene una deuda con nuestros pueblos, nos debe entregar, según acuerdos con carácter vinculante, tierras que nos permitan completar el proceso auténtico de recuperación. Pero además, el propio Gobierno ha reconocido el déficit de tierras en el que nos encontramos y que nos impide sobrevivir en las condiciones actuales.
Con este proyecto del Plan Colombia II, no sólo ignora los derechos, el déficit de tierras y las deudas adquiridas con nuestros pueblos sino que se propone despojarnos de nuestros territorios una vez más, bajo el pretexto de una recuperación al mando de las Fuerzas Armadas y de Policía. En esencia, se trata de una invasión a territorios ancestrales y legítimamente indígenas, a través de una acción cívico militar integral que transforma los territorios en “teatros de operaciones” para incorporarlos por la fuerza a la economía global en la lógica del Capital transnacional. La fase II del Plan Colombia es una ocupación militar para el despojo de los pueblos y transcribe literalmente la doctrina de coordinación interagencial expuesta en el documento “Amistad y cooperación por las Américas” o “Estrategia 2016” del Comando Sur de los EEUU (USSOUTHCOM) y es dirigida desde un Centro de Coordinación y Acción Integral (CCAI) financiado y supervisado por la Embajada de los EEUU y ubicado en las oficinas de Acción Social de la Presidencia de la República. El Plan corresponde con lo planteado en el documento Visión Colombia 2019 de la Presidencia de la República para la consolidación de la Seguridad Democrática bajo la supervisión de “madrinas” o “padrinos” en cada zona definida.
Las zonas de implementación del Plan Colombia fase II se ubican en las costas Pacífica y Atlántica, las fronteras con Ecuador y Venezuela y el Norte del Cauca. Todas estas zonas son de interés geoestratégico prioritario para el desarrollo de la integración infraestructural de las Américas (IIRSA, Plan Puebla Panamá, Plan Pacífico, etc.). El Plan Colombia fase II viene avanzando en el Norte del Cauca, con particular fuerza en el Cxab Wala Kiwe, o área territorial de los 7 Proyectos Comunitarios que confluyen en la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca). Territorio donde las violaciones de derechos humanos crecen cada día más por las acciones de los actores en conflicto, donde están entrando transnacionales como Anglo Gold Ashanti ahora Kedadha para explotar el oro, donde la tierra es usada para Agrocombustibles y donde las calumnias contra nuestras autoridades se hacen más visibles para desestabilizarnos como organización.
Es en este contexto, que la ACIN con sus respectivos cabildos, proyectos comunitarios, tejidos, programas y comunidad en general, hacen un llamado a la unidad popular para defender la vida toda y el territorio de los pueblos. Tal como se evidenció en el Segundo Congreso Juvenil donde una de las propuestas fue “La unidad con otros sectores y acompañamiento permanente, Construcción de país para todos y Minga con otros sectores para la Liberación de la Madre Tierra”. Al mismo tiempo, este fue el sentir de los 1.500 comuneros y comuneras que se reunieron en Los Alpes, resguardo de Corinto en la Asamblea No. 49 del Proyecto Comunitario Cxa Cxa Wala, en la que manifestaron que la ocupación del territorio y las estrategias de exterminio contra el proceso del norte del Cauca, no es sólo un problema de los indios. Es un problema de todos y todas y por eso la unidad entre los pueblos debe fortalecerse para seguir resistiendo y tener más impacto en su oposición al proyecto de muerte.
Es evidente que todo lo que se vive en el Norte del Cauca hace parte de una gran estrategia de exterminio, y que de la resistencia caminando la palabra y la acción con otros pueblos depende la vida del movimiento indígena y de todos los procesos indígenas y populares de vida que se oponen al plan de muerte en el Continente Americano y en el mundo. Es una lucha que se debe ganar desde, para y con todos los pueblos y procesos y en esto el norte del Cauca es fundamental, porque de su lucha depende del trabajo con otros y la sobrevivencia de los mismos. Colombia es un modelo de agresión del imperio corporativo global. En la arquitectura de poder de esta fase transnacional del capital global en la que las corporaciones sin Nación rigen Gobiernos Nacionales poderosos y someten Gobiernos sumisos, todas las resistencias son una sola o deberían serlo. Es hora de pensar estratégicamente y actuar con coherencia. Es por eso que cuando entendemos la agresión actual contra el proceso del Norte del Cauca en el marco de un plan de guerra desde Colombia hacia el área Andina desestabilizando a Ecuador, a Venezuela, a Bolivia, al Paraguay con la excusa del narcoterrorismo, reconocemos de inmediato que la Constitución Política del Estado Boliviano debe ser refrendada de inmediato por ese pueblo, que el Presidente Evo Morales debe ganar la Consulta de Agosto, que los Prefectos ilegítimos de derecha deben ser derrotados, que el Presidente Correa debe resistir la agresión Uribe-Bush y consolidar en la Asamblea Constituyente y en sus políticas la agenda de los pueblos del Ecuador contra las transnacionales.
Que el Presidente Chávez debe derrotar la maquinaria de propaganda en su contra y construir el poder de su pueblo para que el camino hacia la libertad sea el que tenga la palabra, que los defensores de la tierra y de la vida en México deben encontrar eco en todas las regiones de ese país para que el Plan México no se convierta en la reproducción aumentada del Plan Colombia, que en El Salvador deberá triunfar el FMLN con una agenda popular y que los pueblos, dentro y fuera de Colombia, necesitamos una agenda claramente definida en contra del proyecto transnacional, sin concesiones ni confusiones liberales, pero también sin sectarismos ni purismos ideológicos y sin acciones de fuerza irreflexivas que sirven a los intereses y a la agenda de ocupación.
Por esto es urgente iniciar un proceso de resistencia integral entre los pueblos, para ir hilando la jigra de unidad que nos permitirá romper la privatización de la infamia y trabajar conjuntamente por objetivos comunes, tal como quedó lo aseguró Julio Tumbo, gobernador del Cabildo de Corinto en el cierre de la Asamblea en los Alpes en Corinto. Hoy, cada pueblo que resiste está en nuestro territorio y la lucha nuestra es por la vida. Mientras los señores de las grandes transnacionales rediseñan los territorios de Continentes enteros para transformarlos en fuentes de recursos y mano de obra explotada, mientras construyen bases militares, mienten, matan y firman tratados comerciales, nosotros, desde este rincón del Cauca reconocemos que debemos tener una agenda de los pueblos cuyo primer punto es resistir. Resistir la ocupación. Resistir la destrucción. Evitar la muerte de la Madre Tierra y liberarla y demostrar, por fin, que somos capaces de pensar colectivamente y estratégicamente para que la sabiduría de las bases y la memoria de la experiencia de lucha impidan que autoritarismos y vanguardias le sirvan al opresor. Es la hora de tejer la vida en dignidad. La hora de los pueblos.
Finalmente, hacemos un llamado a los pueblos de Colombia para que reconozcan que nos están ocupando y que debemos resistir a partir de hacer conciencia y del trabajo en unidad. Mientras más nos demoremos en entender que nos ocupan y en vincularnos a la resistencia, más difícil será contribuir a lo inevitable. No creamos más las mentiras de los verdugos y sus medios oficiales. A tejer la nueva palabra en el camino. Resistir, defendernos colectivamente. El Norte del Cauca, ante la ocupación llama a la solidaridad de todas y todos. Desde acá resistiremos. Desde esta perspectiva compartimos denuncias y textos de otros pueblos y procesos. Realmente somos víctimas de la misma agresión y sujetos de nuestra digna resistencia
Tejido de Comunicación ACIN
Fuente: Enlace Indígena