Colombia: Magia salvaje, mercado verde
El gran éxito de la película "Colombia, Magia salvaje" es una especie de "catálogo de ventas tipo SALE, en donde cualquier inversionista puede ver que la biodiversidad, los recursos genéticos y el agua, son recursos apetecidos en el mercado global y de los cuales dispone el país en abundancia".
Por estos días, en el país en materia de cine no se habla de nada distinto al gran éxito de la película Colombia, Magia Salvaje, que ya se acerca al millón de espectadores. Ésta, sin lugar a dudas tuvo una excelente producción, muestra de ello son la calidad de las imágenes y paisajes que genera asombro en cualquier espectador, por la belleza de fauna y flora con que cuenta el país. La producción no se hubiera podido hacer sin los más de USD 7 millones que costó, y tampoco sin el compromiso de Almacenes Éxito (propiedad del Grupo Casino de Francia) y Ecoplanet (ONG conservacionista).
¿Que hay detrás de semejante filme? Años atrás, lo habríamos considerado una versión mejorada de las producciones de Naturalia o de National Geographic. Sin embargo, la evolución del sistema capitalista y su fijación con la explotación intensiva de los recursos naturales, nos lleva a considerar otras respuestas.
Lo primero que se nos viene a la mente son los anuncios hechos por el Presidente Santos en la Cumbre Mundial de Cambio Climático en diciembre de 2014, cuando le escuchamos hablar de la “Segunda expedición botánica” y claro, Magia Salvaje, se aproxima mucho a eso.
Es una especie de catálogo de ventas tipo SALE, en donde cualquier inversionista puede ver que la biodiversidad, los recursos genéticos y el agua, son recursos apetecidos en el mercado global y de los cuales dispone el país en abundancia. Las industrias biotecnológicas, farmacéuticas, de bonos de carbono y hasta de productos de belleza, con seguridad han llegado a la conclusión de que en verdad la magia salvaje es poder acceder de lleno a esa enorme riqueza que tenemos en términos ambientales y culturales. El término “salvaje” sugiere que se trata de algo que debe ser conquistado, dominado y justo ese es el plan, dominar comercialmente nuestros recursos naturales.
Relacionado con esto, recordamos también la afirmación del Ministro de Medio Ambiente Gabriel Vallejo, quien por estos días y justo después del lanzamiento con bombos y platillos de la película señaló, que en el Parque Chiribiquete “no hay vida humana, salvo los indígenas que se considera que todavía están allí (…) pero allá no hay vida humana" [1]. A esta afirmación, que en cualquier lugar del mundo le hubiera costado el puesto a un funcionario público, más aun viniendo de un Ministro, trató de restársele importancia. A pesar de ello, en los medios de comunicación y sobre todo en las redes sociales hubo un fuerte debate sobre el imaginario que persiste en las élites colombianas, que han despreciado por siglos a nuestros pueblos originarios.
Pues bien, allá en Chiribiquete se encuentra otra de las riquezas de mayor importancia que tiene el país. Por algo este parque se presenta como la conclusión, el acto final de la Magia Salvaje.
Se trata de la existencia de pinturas rupestres, que por su trascendencia nos llevarían a repensar cómo fue el poblamiento de América. Datan de más de 15.000 años atrás y según cuentan, pertenecen a diferentes periodos históricos, lo cual seguramente será de gran interés para arqueólogos internacionales que sí conocen de su enorme patrimonio cultural, no sólo para Colombia sino para la humanidad. Pero además, allí se ubican tribus indígenas no contactadas, de enorme importancia en términos culturales y académicos. Con todo, el Ministro Vallejo se atrevió a desestimar el parque, “allá no hay vida humana…”.
El enorme catálogo de Colombia Magia Salvaje, nos lleva a los lugares más bellos del país a través de su geografía, sus colores, su fauna y biodiversidad, con un hilo conductor y protagonista muy especial: el agua. Un país con ríos tan caudalosos como los amazónicos, una pluviosidad tan alta como la del Chocó biogeográfico, el Caribe y el Pacífico, nos convoca a reflexionar sobre este recurso tan necesario para la vida y tan impactado por actividades agroindustriales y del sector extractivo, los cuales han contaminado y en muchos casos hecho desaparecer fuentes de agua y con ello arrasado la fauna acuática, por cierto, también expuesta de forma magistral en el documental.
Nos imaginamos a las empresas multinacionales, para quienes el agua es un verdadero negocio, frotándose las manos al ver Colombia Magia Salvaje. Hace pocos días el periódico El Espectador [2] registró cómo empresas, bancos y grandes grupos económicos se vienen lucrando de este negocio del agua. Sin duda en un planeta con más de 7 mil millones de personas que demandan el preciado líquido, difundir que un país latinoamericano cuenta con tales recursos, y ofrece semejantes ventajas a la inversión extranjera (donde el gobierno predica con las multinacionales aquella frase de que todo lo que pidas os será otorgado), hace pensar que las corporaciones llegarán de una manera más veloz que como lo habían venido haciendo.No sé nos puede olvidar que desde los años noventa empresas españolas y francesas principalmente, llegaron a privatizar las empresas de acueducto, inclusive los comunitarios.
Así las cosas la “segunda expedición botánica” o Magia Salvaje, es una manera de sintetizar y poner en venta aquello que llegamos a pensar alguna vez que estaba fuera del alcance del capital. Queda claro que el biocomercio, los “servicios ambientales”, y “lo verde”, venden y de qué manera.
La superación del conflicto armado colombiano es una necesidad ética y política. Sin embargo, a muchos nos preocupa que la inminente firma del acuerdo de paz con las FARC y el inicio de las negociaciones con el ELN, coincidan con el interés manifiesto de nuevas compañías por arribar al país, una vez superada la guerrra y con el territorio despejado de la presencia de las insurgencias. Es evidente que las guerrillas han hecho presencia en muchos de los territorios con mayores riquezas naturales, y una vez desarticuladas, podría intensificarse la explotación de esos recursos.
Pensamos por ejemplo en la llegada de empresas especializadas en paquetes turísticos, que traigan grupos de europeos, canadienses, estadounidenses y los infaltables orientales con sus cámaras, con el ya conocido todo incluido, lo cual no estaría mal en principio. Pero infortunadamente, se advierte que estas actividades no tendrán ningún espíritu democrático.
Es claro que por el nivel de ingreso, la exuberancia de Magia Salvaje resulta inalcanzable para la gran mayoría de la población colombiana, y lo seguirá estando aun sin conflicto armado. Estos paquetes turísticos no estarían a cargo ni regulados por el estado, tampoco el recaudo se haría para el fisco nacional, sino para las enormes ONG y cooperantes que se han posicionado en estas zonas, quienes han venido abonando el terreno para lo que se vendrá más adelante. Han hecho un trabajo de conservación por décadas y llegará el momento en donde eso se traduzca en una enorme fuente de ganancias económicas.
Ahora se entiende con mayor claridad lo planteado en términos de política pública, en particular lo contenido en el Plan Nacional de Desarrollo en materia de “Crecimiento verde” y la nueva regionalización que atomizó regiones naturales para convertirlas en oferta de servicios con énfasis en las “ventajas comparativas”, donde por supuesto, la Amazonia y con ella el Parque Chiribiquete, serán explotados con mayor intensidad.
Nuestros Parques Nacionales Naturales y las áreas protegidas quedan así bajo una lógica que mercantiliza nuestro patrimonio natural. Ahora comprendemos la frase, “¡esta película no se debió llamar Colombia Magia salvaje, sino Mafia Salvaje!”.
Notas:
[1] “La embarrada del ministro de Ambiente” (ver aquí)
[2] “Los magnates se apoderan del agua” (ver aquí)
Fuente: La Silla Rural