Cancún: de la tierra a la luna

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Desde hace una semana, representantes de gobiernos de todo el mundo están reunidos en un búnker de superlujo llamado Moon Palace (Palacio de la Luna), supuestamente para discutir el cambio climático.

El lugar es lejos de los hoteles y más lejos de la ciudad de Cancún, lo que sumado a abundantes retenes policiales, significa invertir 2-3 horas diarias en pocos kilómetros de ida y vuelta. Exceptuando a los delegados de países ricos, que como si fuera otra forma de mostrar la injusticia climática, se alojan en el Moon Palace a precios exorbitantes. La mayoría de delegados de África, Asia, América Latina están en hoteles fuera del complejo lunático y necesitan horas para desplazarse. Además de dejar a los delegados del Sur agotados, parece ser un intento para frenar que llegue a la conferencia las protestas de la gente víctima del cambio climático.

 

Miles de activistas y afectados por la crisis climática, social y ambiental de todo el mundo, llegaron a Cancún en seis caravanas desde varios puntos de México, atravesando el país desde sus raíces, para conocer y mostrar la verdadera política ambiental del país, sus causas y la relación con la crisis climática aquí y en otras partes del mundo. Los testimonios locales convergieron con los de activistas, campesinos e indígenas, hermanos de luchas de base en Estados Unidos, Europa, Sudamérica, Centroamérica, India.

 

Partieron de San Luis Potosí, Acapulco, Guadalajara, Oaxaca, Chiapas, convocadas por la Vía Campesina, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y el Movimiento de Liberación Nacional, a los que se sumaron redes de justicia climática de las Américas y de Europa, la red Oilwatch y otras. Las tres primeras caravanas convergieron en la ciudad de México, donde realizaron un Foro Internacional en el auditorio del SME, con más de mil asistentes y una marcha en el centro de la ciudad.

 

Las caravanas se detuvieron en varios puntos, donde activistas y organizaciones locales los recibieron con gran entusiasmo y solidaridad para compartir sus luchas y sumarse. Dieron a conocer, entre muchos otros, los casos de ríos con enorme contaminación industrial, agrícola y urbana como el Río Santiago en El Salto, Jalisco, donde un niño murió sencillamente por caer en él; proyectos mineros en San Luis, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, que en todas partes se hacen devastando territorios, contra la voluntad de las comunidades y para ganancia de transnacionales; proyectos de mega represas como Zapotillo y La Parota, que pese a la sostenida oposición de los comuneros el gobierno insiste en imponer; zonas de altísima contaminación de suelos, aire y aguas que provocan altas tasas de enfermedad, cáncer y deformaciones genéticas a los vecinos, como enormes basureros en Morelos, Tlaxcala, Edomex y México, mega granjas porcícolas industriales, como Granjas Carroll en Veracruz y Puebla donde se originó la epidemia de gripe porcina y otras se gestan; contaminación petrolera e industrial, tala de bosques y sustitución con grandes monocultivos y plantaciones para agrocombustibles en varios estados; contaminación transgénica del maíz nativo...

 

La devastación ambiental y social es enorme y muestra la verdadera política “ambiental” en México, muy distinta de las fotos que se muestran en Cancún.

 

Quizá lo más cínico es que el gobierno de México está usando esta devastación masiva para generar ganancias adicionales a las transnacionales responsables de los desastres, como parte de su política sobre cambio climático, avalando esos desarrollos en proyectos presentados al Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) de la Convención de Cambio Climático.

 

México es uno de los países que más usa este perverso mecanismo que se basa en incentivos para que desarrollos sucios recuperen -supuestamente- parte de los gases de efecto invernadero que producen o que emitan menor cantidad. Obtienen certificados de reducción que se pueden negociar en los mercados de carbono. Ni México ni el MDL toma en cuenta que si estos proyectos no existieran, obviamente no emitirían ningún gas.

 

La mitad de los proyectos presentados por el gobierno de México en el MDL son granjas porcícolas industriales, como Granjas Carroll donde el estiércol del millón de cerdos que crecen hacinados es una fuente de contaminación sin fin. La transnacional Smithfield, dueña de Granjas Carroll, junto con la gigante de agronegocios Cargill y el broker de carbono Ecosecurities, presentaron un proyecto para convertir una mínima parte del metano que emiten las inmensas lagunas de estiércol en biogás para electricidad. La otra mitad de los proyectos avalados por México son a partir de enormes basureros como Alpuyeca, Morelos, grandes represas en Jalisco y Guerrero, desarrollos petroleros y cementeros con enormes impactos.

 

O sea, la política que el gobierno presenta como baja en carbono es en realidad alta devastación ambiental, muerte y enfermedad para cientos de comunidades en esos territorios.

 

Pero ni aunque se reúnan en la luna pueden parar las denuncias de organizaciones y comunidades en lucha. Desde el sábado 4, se instala en la Unidad Deportiva Jacinto Canek del centro de Cancún, el campamento y Foro global por la vida, la justicia social y ambiental, donde llegarán las caravanas y más organizaciones internacionales a dar testimonios y compartir reflexiones, denuncias, estrategias. El 7 de diciembre, la Vía Campesina convoca a realizar Miles de Cancún, con manifestaciones en todo el mundo. Aquí en la tierra, sí se discuten las causas reales de la crisis climática y por cierto, también las soluciones.

 

Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC

Fuente: La Jornada

Temas: Crisis climática

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