Brasil: Red Bionatur de semillas. Una herramienta estratégica del MST
Cuando las multinacionales se apropiaron de los recursos naturales y proponen una agricultura transgénica en manos de unos pocos, el MST plantea otro camino. “Si perdemos el patrimonio de las semillas, de nada servirá que conquistemos la tierra y el capital”
El gobierno de Noruega está construyendo una de las reservas de semillas más grandes del mundo, con la intención de preservar la biodiversidad frente a la amenaza cada vez mayor de los cultivos transgénicos. Geoff Hawtin, miembro de la Asociación Global para la Diversidad de Cosechas, encargada del proyecto, explicó a la BCC que se trata de una “cámara acorazada para el día del juicio final”, ubicada en el archipiélago de Svalbard, a 996 kilómetros del polo norte.
Mientras el país escandinavo se embarca en esta millonaria inversión digna de una película de Hollywood, en América Latina las cosas son un poco distintas. En el sur de Brasil en los asentimientos de Hulha Negra y Candiota, ubicados en Rio Grande do Sul, funciona desde hace diez años la Red Bionatur de Semillas, un proyecto encabezado por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) que apunta a preservar semillas agroecológicas en búsqueda de un modelo de agricultura alternativa.
El MST nació hace más de veinte años, con el objetivo de ocupar y recuperar tierras para el sustento de sus familias. Su causa se fue expandiendo, convirtiéndose en el movimiento social más importante de Brasil y poniéndose a la cabeza de la lucha por la reforma agraria. Actualmente, mantienen más de 100 invasiones, al tiempo que negocian con el gobierno de Luis Inacio Lula Da Silva, una política agraria más inclusiva y sustentable.
El tiempo y la ubicuidad del sistema les mostraron que la ocupación de tierras no era suficiente. Por eso se armaron de una red institucional para reproducir su modelo alternativo, que incluye a la Red Bionatur, formada en 1997. Su principal objetivo es luchar contra la privatización de la tierra y los recursos naturales, de la misma forma que contra las alteraciones genéticas y el modelo agrario imperante. En Brasil lo conocen como el agronegocio y es consecuencia de las políticas neoliberales que azotaron a América Latina en la década del ‘90.
No alcanzó con la concentración de tierras, la precarización y expulsión de los campesinos. El mercado se lo deglutió todo. En pocos años hasta las semillas pasaron a ser un bien codiciado por las empresas internacionales, que mediante la alteración genética produjeron nuevas especies. Actualmente, las multinacionales Monsanto y Sygenta manejan casi el 100 por ciento del mercado de semillas transgénicas. Mediante un intrincado sistema de patentes, obligan a quienes usan sus productos a pagar por un bien que debería ser natural.
Esta privatización de las semillas trae consigo varias consecuencias graves. En principio ecológicas, ya que se atenta contra la biodiverisidad, y al interrumpirse ciclos naturales se producen sequías y agotamientos de las tierras. Según la FAO (Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) se perdieron tres cuartos de la diversidad de plantas alimenticias. Al mismo tiempo se produce una concentración de la tierra y del negocio del agro en pocas manos. Un caso paradigmático es el de Argentina y la soja, donde la introducción de la semilla RR (Roundop Ready) alterada por Monsanto, generó una expansión de la oleaginosa. La actual caja del “oro verde” no deja lugar a pequeños productores, que se ven aplastados por las grandes empresas exportadoras.
Al mismo tiempo, Monsanto (de capitales estadounidenses) hace su fabuloso negocio: la particularidad de la soja RR es que tolera el glifosato, un potente agroquímico que mejora rendimientos y que la misma empresa fabrica. Finalmente hay una tercera consecuencia, que es la de la Soberanía Alimentaria. Hace varios años la FAO alentaba los cultivos transgénicos por su potencialidad de acabar con el hambre del mundo. Hoy se ve que no es así, sino que algunos alimentos pierden parte de su calidad nutritiva. Así lo demostró un análisis realizado por el Instituto Técnico de Educación e Investigación Agraria (ITEPA) del MST, otra de sus instituciones que busca poner a la ciencia al servicio de su causa.
Este panorama llevó al MST a crear la Red Bionatur y el banco de semillas naturales, denominadas criollas. El “informativo do MST, campaña sementes año 2005” aclaraba que la red es “un instrumento fundamental para la construcción de un nuevo modelo de agricultura, pautado en la agroecología, reconstrucción del paisaje, promoción de la seguridad y la soberanía alimentaria de los pueblos, y recuperación de la capacidad productiva de los suelos”. Como se ve, no se trata sólo de un proyecto de acumulación de semillas para su preservación, sino de reproducción de las mismas para la vuelta a una agronomía ecológica. El sistema funciona repartiendo esas semillas a los campesinos, que a la vez aprenden a aprovecharlas luego de la siembra para volverlas a recoger. Como bien aclara el documento anteriormente citado, la red intenta “promover y cultivar libremente la biodiversidad del planeta, oponiéndose a toda y cualquier forma de patentamiento de la vida.”
El MST es ambicioso; ya no se trata de un objetivo individual sino universal. Para cambiar el agronegocio por el modelo agroecológico hace falta la posesión de semillas no alteradas genéticamente, cosa cada vez menos frecuente. Y no poder construir un gran freezer cerca del polo norte, no los aleja de tal empresa. El banco del MST es “en vivo”, esto quiere decir que las semillas se mantienen en condiciones naturales, con humedad y temperatura controladas y no congeladas. Al mismo tiempo se intenta depender cada vez menos de la agricultura artificial, los químicos y el monocultivo. Se siembra y se cosecha a mano y no se rotan los cultivos, sino que se plantan especies asociadas que se benefician entre ellas. Tampoco se utilizan pesticidas artificiales, sino que se fomenta el control biológico. Esto ayuda a descontaminar las tierras y reduce el peligro de intoxicación, muy frecuente en las precarias condiciones en que trabajan los campesinos.
Actualmente Bionatur está presente en diversos municipios de Río Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná, Minas Gerais y en fase de implementación en Mato Grosso, Goiás, Distrito Federal y Sergipe. Como dato de referencia, en la zafra 2004 se obtuvieron aproximadamente siete toneladas de semillas totalmente ecológicas de más de 90 variedades de plantas. Sin duda un éxito en la lucha del MST, que entendió que cuidar el patrimonio biológico y no dejarlo en manos del capital es una forma de empezar a cambiar las cosas. No en vano el coordinador nacional del movimiento, João Pedro Stedile, afirmó durante el festejo del 20 aniversario del movimiento: “Si perdemos el patrimonio de las semillas, de nada servirá que conquistemos la tierra y el capital”.
Por Roberto Aguirre (*) - Desde la Redacción de APM
(*) El autor de esta nota es alumno del Seminario “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos” que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) en la Facultad de Periodismo y comunicción Social de la UNLP.
24|05|2006
Fuente: APM