Bolivia: retrógrada guerra contra la hoja de coca
Los renovados intentos de los organismos más retrógrados y colonialistas de la ONU por proscribir la producción y consumo de la milenaria hoja de coca desató la protesta generalizada de los pueblos y gobiernos de Bolivia y Perú, que ven en estas iniciativas una amenaza para su cultura, su soberanía y su modo de vida.
Los gobiernos andinos rechazaron la recomendación de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), dependiente de las Naciones Unidas, para prohibir el acullico (masticado) de la hoja de coca en sus territorios, práctica ancestral de las culturas andinas.
El ministro boliviano de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, calificó como una impostura la resolución del Jife y demandó que "ojalá ese organismo internacional pudiera prohibir que los ciudadanos del mundo dejen de fumar o dejen de consumir bebidas alcohólicas".
De su parte, el canciller peruano, José Antonio García Belaúnde, mediante una nota de prensa difundida en Lima, defendió el acullico de la hoja de coca sus propiedades medicinales y el uso tradicional que hacen de la hoja las comunidades originarias de ese país desde tiempos inmemoriales.
"Hemos señalado a la Junta Internacional de Control de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas que el Perú sigue respetando el uso tradicional de la hoja de coca", dijo Belaunde.
Protestas y reclamos
Los movimientos indígenas y campesinos bolivianos anunciaron que expresarán su protesta formal ante la ONU por pretender prohibir en Bolivia el acullico y el consumo del mate de coca como infusión.
En tanto que el ministro boliviano de Gobierno, Alfredo Rada, calificó de colonialista ese informe del Jife y aseguró que lo rechaza contundentemente y reivindicó el uso de la hoja con propósitos medicinales y en rituales religiosos.
Informes oficiales del gobierno boliviano señalan que mensualmente se consumen aproximadamente 2,5 millones de libras de coca en todo el territorio nacional. "Se han hecho tantos estudios que demuestran que la coca no es cocaína y siguen insistiendo ", reaccionó airado el presidente de una Asociación de Productores de Coca, Hernán Justo.
Igualmente, el viceministro de la Coca, Jerónimo Meneses, indicó que "nosotros vamos a seguir manteniendo esta tradición y cultura, vamos a seguir manteniendo la coca", tras condenar la intención del Jife de prohibir el acullico de la hoja.
Sin estudios ni base científica
La Junta, organismo de las Naciones Unidas encargado de velar por el cumplimiento de los tratados sobre la lucha contra el narcotráfico, había exigido abolir la masticación de hojas de coca o acullicu, además del uso de derivados industriales del arbusto como el mate.
"La Junta exhorta a los Gobiernos de Bolivia y el Perú a que adopten medidas sin demora con miras a abolir los usos de la hoja de coca que sean contrarios a la Convención de 1961, incluida la práctica de masticarla", dice la Jife que intenta, con este informe, frenar y anular la política de revalorización, producción, industrialización y exportación de hojas de coca impulsada por el gobierno boliviano.
Sin estudios serios ni base científica, el informe de la Jife señala que la masticación de hojas de coca, las infusiones o mates y cualquier otro tipo de derivados industriales pueden afectar a la salud humana y entran en contradicción con la Convención firmada, entre otros por Bolivia, en 1961, que incluye a la coca en una lista de estupefacientes prohibidos por la comunidad internacional.
Para contrarrestar este atentado contra los pueblos andinos, una misión gubernamental se encuentra en Viena, Austria, sede de la Jife, para presentar la posición del Gobierno que asegura que el consumo la coca no conlleva efectos para la salud y que la misma forma parte de la cultura de los pueblos andinos.
El vicecanciller boliviano Hugo Fernández declaró a la agencia Efe, desde la capital austriaca, que el informe es fruto de la "ignorancia" y de "la mentalidad arcaica" del organismo, pues "su concepción es anacrónica, obsoleta y no científica".
El funcionario explicó que se ha producido "una revalorización de la hoja de coca por la revalorización de las culturas indígenas", para asegurar que es "una práctica que no se va a eliminar". El Vicecanciller recalcó que pedirá a la JIFE que se informe mejor, ya que Bolivia hizo, en 1989, una excepción sobre la fiscalización de la coca.
Narcotráfico cero
En diciembre de 2006, el presidente Morales presentó la Estrategia Nacional de Lucha Contra el Narcotráfico y Revalorización de la Hoja de Coca. Esta política propuso luchar abiertamente contra el narcotráfico en el territorio, separando la problemática de la seguridad vinculada con la producción ilícita de estupefacientes de la producción de hojas de coca para el consumo humano y para el uso tradicional.
Según resume el matutino La Prensa, el Poder Ejecutivo resolvió ampliar la cantidad de hectáreas permitidas para el cultivo hasta 20 mil hectáreas y se comprometió a cumplir los compromisos de erradicación de, al menos, cinco mil hectáreas anuales de coca con destino al narcotráfico con base en el "control social" por parte de los movimientos afines al MAS.
Bajo el lema de "narcotráfico cero", la administración de Morales resolvió finalizar la política de "coca cero". El Mandatario, quien asumió el poder en enero de 2006, anunció la decisión del Movimiento Al Socialismo (MAS) de constitucionalizar, en el marco de la Asamblea Constituyente, a la hoja de coca como patrimonio social y cultural, por lo que se busca la despenalización del comercio y el uso del producto en el país.
Con este enfoque, el Gobierno puso en marcha una política de industrialización de la hoja de coca con fines medicinales, además de su exportación a los mercados del exterior. A fines de 2006, el Ejecutivo inauguró la primera de las tres plantas industriales en la localidad de Lauca Ñ; sin embargo, hasta el momento el emprendimiento no dio resultados, agrega La Prensa.
Presiones
Las disposiciones de la JIFE no son vinculantes para los Estados, es decir, no tienen carácter obligatorio. Sin embargo, en caso de un "incumplimiento grave" por parte de un país respecto de la normativa internacional contra los estupefacientes, el organismo tiene la posibilidad de recomendar a otros Gobiernos la aplicación de sanciones comerciales hacia el Estado en falta.
La posición de la Jife fue observada por el relator de Naciones Unidas sobre los Indígenas, Rodolfo Stavenhagen, quien, en diciembre de 2007, rescató el valor social y cultural de la hoja de coca para los pueblos andinos.
Fuente: Econoticias Bolivia