Bolivia: La resistencia a las mega represas sigue creciendo
"Pablo Solón sostiene que alrededor de 4 000 habitantes de las comunidades indígenas amazónicas (incluyendo Tsimanes, Tacanas, Mosetenes y Uchupiamonas), que han dependido del río Beni y del bosque circundante para subsistir por generaciones, serán desplazados directa o indirectamente".
“En noviembre pasado, representantes de 17 comunidades indígenas realizaron una vigilia en la zona de El Chepete y El Bala, en la región amazónica de Bolivia, donde el presidente Evo Morales planea construir sendas presas; al día de hoy su lucha continua.”
Los manifestantes bloquearon el acceso al sitio a Geodata, la firma italiana contratada por el gobierno para estudiar la viabilidad de las represas. Doce días más tarde, los ingenieros de la empresa retiraron su equipo, anunciando que: "si no hay consenso con la comunidad, no existen condiciones adecuadas para trabajar".
El episodio representa una pequeña pero importante victoria para los grupos indígenas, activistas ambientales y organizaciones de la sociedad civil, que han resistido la construcción de las represas durante varios años.
También plantea al menos un desafío simbólico, al objetivo declarado del presidente Evo Morales, de convertir a Bolivia en la primera potencia energética de América del Sur, principalmente a través de la producción y exportación de hidroelectricidad.
Argumentos del gobierno:
Las dos represas se ubicarían al norte de la capital, La Paz, en el río Beni, que divide los departamentos de La Paz y Beni. Con una capacidad combinada de generar 3700 mw (megavatios) de electricidad, Chepete / El Bala sería la mayor fuente hidroeléctrica de Bolivia y uno de los proyectos más significativos de la región.
Dado que Bolivia ya tiene la capacidad de producir la electricidad que necesita para uso doméstico, la energía generada por las nuevas represas se utilizará casi exclusivamente para la exportación, principalmente a Brasil y Argentina.
Aunque no se ha encargado ningún estudio formal de impacto ambiental, los críticos dicen que el proyecto tendrá consecuencias sociales y ambientales devastadoras. Con la disminución de las reservas de gas y la caída de los precios de los hidrocarburos, el gobierno argumenta que Bolivia debe cambiar su matriz energética, no sólo para generar fuentes de energía más limpias, sino para desarrollar productos de exportación alternativos, con los que asegurar su futuro económico.
En contra:
Pablo Solón, ex embajador en la ONU, negociador del Cambio Climático para el gobierno de Morales y principal oponente al proyecto, dice que las presas inundarán un área mayor que la ciudad de La Paz, creando el segundo lago más grande de Bolivia, después del Titicaca. Solón sostiene que alrededor de 4 000 habitantes de las comunidades indígenas amazónicas (incluyendo Tsimanes, Tacanas, Mosetenes y Uchupiamonas), que han dependido del río Beni y del bosque circundante para subsistir por generaciones, serán desplazados directa o indirectamente.
Además, la zona afectada incluye porciones de los Parques Nacionales Pilón Largas y Madidi, donde viven miles de especies raras de plantas y animales y una de las regiones con mayor índice de biodiversidad del mundo.
Según Solón, la deforestación causada por las presas liberará enormes cantidades de gases de efecto invernadero y metano tóxicos, acelerando los desequilibrios ambientales y los impactos negativos del cambio climático no sólo en Bolivia, sino en toda la región.
Fuente: Servindi