Bajo el agua
Las fuerzas de la naturaleza, siguen desmintiendo a los negacionistas del cambio climático. Nuevas tormentas y precipitaciones preocupan a Bahía Blanca, que fue el epicentro de la inundaciones del 7 de marzo, mientras una enorme masa de agua se desplaza por el centro de la Provincia de Buenos Aires, anegando pueblos y campos. Las provincias de Chaco, Formosa que padecían una sequía que no tiene antecedentes, transitaron en pocos días a una situación de inundación por las copiosas lluvias registradas y los desbordes de los ríos Bermejo y Pilcomayo.
Bahía Blanca no se ha recuperado del temporal que dejó 1.700 evacuados, 16 muertos y personas desaparecidas cuyo caso emblemático es el de las hermanitas Delfina y Pilar Hecker. Muchas familias no han podido retornar a sus hogares y se mantienen en refugios o intentan acceder a alquileres cuyos precios han subido de forma exorbitante. Por eso, cuando este fin de semana el Servicio Metereológico Nacional, anunció un alerta a amarilla por nuevas lluvias y tormentas, volvió la preocupación y el pánico se instaló en muchas familias. Hasta la noche del viernes se reportó la caída de 50 mm, pero hasta el momento, según posteó el intendente Federico Subielles “no se reportan evacuados, ni contingencias significativas”.
Bahía Blanca sigue siendo una ciudad arrasada, donde no se ven perspectivas de una pronta recuperación. Los 10 mil millones que prometió el presidente Milei, como apoyo a la ciudad, parecen una broma. Son el 2,5 % de lo que se necesita, que se calcula en mas de 400 mil millones. La Provincia de Buenos Aires comprometió 192 mil millones para reparar infraestructura, reforzar el sistema hidráulico y reacondicionar el hospital Penna. Promete un mayor esfuerzo, pero con eso no se llega ni a la mitad de lo que se necesita. El municipio es quien cuenta con menores recursos, y en el próximo año no podrá contar con los impuestos viales rurales, y otros ingresos.
La inundación en la provincia de Buenos Aires se ha extendido a una buena parte de la Cuenca del Salado, donde las abundantes precipitaciones caídas en el sur y el oeste, buscan su cauce natural hacia el Río de la Plata desbordando el sistemas de las encadenadas de Guamini y los arroyos que desembocan en los río Salado y San Borombón.
La masa de agua caída en Daireaux, Laprida, Lamadrid, Coronel Suárez y Pehuajó, se desplazan hacia Saladillo, Olavarría, Bolívar, General Alvear, Las Flores, 9 de Julio, y lo seguirán haciendo en dirección a la Bahía de San Borombón, afectando a Ayacucho, Pila, El Tordillo, Dolores, Chascomús y Castelli. En Bolívar se han reportado un muerto y dos desaparecidos que habrían sido llevados por las aguas. El muerto fue un encargado rural. Los desaparecidos son el dueño de un campo cuyo vehículo cayo a un arroyo después de un accidente vial y un peón rural que hacia movimientos de hacienda. En estas zonas que son tradicionalmente ganaderas, había plantaciones de girasol, muchas de las cuales no pudieron cosecharse, y cultivos de soja que quedaron bajo el agua. Se han evacuados familias rurales que vivían en los campos y se han perdido cientos de miles de hectáreas de pasturas. Solo en soja, se calcula que se han perdido un millón de toneladas.
En el sur de nuestro país, en Comodoro Rivadavia, se produjo hace cuatro días una nueva inundación que afectó el funcionamiento del Hospital regional y que obligó a realizar evacuaciones en distintos barrios.
La contracara de las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires, era la sequía que afectaba a las provincias de Chaco y Formosa Miles de familias cuyas economías dependen de la producción agropecuaria están con graves problemas de subsistencia.
Esas provincias arrastraban una continuidad de tres años con déficits hídricos y presentan un panorama desolador. En Chaco y Formosa se estima que entre el 70 y el 80% de la soja esta dañada, y que también están sufriendo mucho los cultivos de sorgo y maíz. La ganadería también estaba sufriendo la falta de agua con zonas donde no se puede garantizar el consumo habitual de los animales. La prolongación de la sequía había producido un descenso de las napas y muchas perforaciones existentes no llegaban a sacar agua. Y había una baja sensible en la producción de pasto que obliga a los productores a comprar forraje o alquilar en otras zonas de pastoreo.
Esto fue así hasta mediados de marzo, cuando se produjeron lluvias torrenciales y se pasó a un panorama de inundación agravada por los desbordes de lo ríos Bermejo y Pilcomayo. Los caminos de tierra han quedado intransitables lo que ha provocado que muchas comunidades queden aisladas, y sin energía eléctrica.
Mientras tanto, En Santiago del Estero hay 4,8 millones de hectáreas con sequía entre alta y severa. En el verano llovió la mitad del promedio normal. Además se sumaron altas temperaturas. En el mes de febrero se acumularon 14 días con temperaturas mayores a 41 grados y tuvo 2 días que superó los 45 grados. Estas olas de calor generan lo que se conoce como “efecto soplete” en los cultivos, afectando el crecimiento de los pastos y deteriorando la condición física de los animales. Está comprobado que el stress por calor afecta directamente los porcentajes de preñez en bovinos.
Lo que ocurre en nuestro país, que es la mayor reiteración de eventos extremos como inundaciones y sequías, olas de calor y de frío, y el aumento de los incendios, no es ninguna novedad. Ha sido anticipado desde hace décadas por los expertos en cambio climático. La ocurrencia de estos fenómenos impacta directamente sobre todos aquellos que están ligados a la producción agropecuaria, sean asalariados rurales, productores, intermediarios o prestadores de servicios. Pero también, padecen las inundaciones o las olas de calor, quienes viven en las ciudades y desarrollando otro tipo de actividades.
El que no parece darse por enterado es el presidente de la República, que sigue insistiendo con sus argumentos negacionistas. Esta ignorancia puede causar gracia a cualquier argentino de a pie. Es algo parecido a sostener, contra toda evidencia científica, que la tierra es plana.
Pero cuando el ignorante es el primer mandatario de la República, los efectos de su necedad se derraman sobre toda nuestra sociedad. No causa gracia, solo vergüenza de tenerlo de presidente.
Fuente: Huella del Sur