Argentina: "se está produciendo un genocidio y ecocidio en el país”

Idioma Español
País Argentina

"Hoy en todo el mundo habrá protestas contra Monsanto por los efectos que está causando en la ecología, la alimentación y la situación de los pueblos originarios y campesinos. Entrevista de Marcha a Carlos Vicente de la ONG Grain."

Primera parte de la entrevista de Marcha a Carlos Vicente de la ONG Grain.

Carlos Vicente vive en Marcos Paz, es farmacéutico, autor del libro “Sanarnos con Plantas”, profesor de agroecología en las universidades de La Plata y Rosario y en la escuela del Mocase, colaborador de la revista Biodiversidad y editor de la página www.biodiversidadla.org. Desde el 2001 integra Grain, una ONG dedicada a la investigación y acción con grupos campesinos para lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente.

“La organización nació en Barcelona”, explica Carlos Vicente, “lleva 20 años trabajando en la soberanía alimentaria. Empezó tratando de cambiar las cosas a nivel de los organismos internacionales pero nos dimos cuenta que lo importante era trabajar con los movimientos locales que son los que realmente están haciendo las transformaciones. Hoy solo hay un representante en Barcelona y el resto están desperdigados en América, África y Asia”.

¿Cuales son las acciones en las que se están centrando actualmente?

Hemos ido ampliando la mirada desde el trabajo inicial muy centrado en las semillas y la biodiversidad agrícola hacia una mirada de los sistemas agroalimentarios, su apropiación por parte del agronegocio y las resistencias y la construcción de alternativas de los pueblos. Al mismo tiempo cada día hemos ido consolidando más nuestro trabajo junto a los movimientos sociales, aportando a sus procesos, la capacitación y al acompañamiento de sus luchas.

Desde el punto de vista de nuestras investigaciones el eje está en cómo la apropiación corporativa de los sistemas alimentarios se está entrelazando con la especulación financiera en distintas áreas: el acaparamiento de tierras y la producción de comodities agrícolas por ejemplo. También en América Latina estamos observando y denunciando como las corporaciones avanzan con las Leyes de Semillas que imponen derechos de propiedad intelectual sobre las mismas con la complicidad de los gobiernos. Y por supuesto, siempre exponiendo cómo a lo largo de toda la historia de la agricultura han sido y siguen siendo los campesinos y campesinas quienes producen la mayor parte de los alimentos que satisfacen las necesidades de nuestros pueblos a pesar de las agresiones que sufren cada día.

¿Cómo ves la actual situación de los territorios campesinos con respecto al avance de la soja?

Cada vez es mayor la concentración de poder y cada vez hay más impunidad. Sobre todos estos grandes poderes corporativos, se manejan cada vez más brutalmente. Hay un cruce de intereses económicos, políticos y policiales. Las violaciones a los derechos humanos de campesinos e indígenas en Argentina son cosa de todos los días. La República Unida de la Soja tiene un control económico muy claro en la zona pampeana de los históricos terratenientes argentinos o los que llegaron con la soja, que controlan no teniendo la tierra sino arrendándola. Grobocopatel dice que es un “sin tierra” porque tiene nada más que 20.000 ha por Carlos Casares, pero su grupo planta en Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, 750.000 ha. Imagínate la capacidad de maquinaria pesada para fumigar esos campos. Los pooles de siembra están como buitres en torno a las familias campesinas que no pueden afrontar este modelo o los viejos negocios tamberos que se les hace difícil. En Chaco, Santiago del Estero, Norte de Córdoba, Salta… los terratenientes o las empresas que llegan con títulos falsos a desplazar poblaciones son moneda corriente. Y ahí hay una convivencia entre políticos, fuerzas policiales y parapoliciales. Familias que vivieron en una tierra durante 50 años y llega alguien que dice: nosotros tenemos el titulo de propiedad y tienen que irse.

El avance del agronegocio en nuestro país y en el resto del continente es en estos momentos abrumador. La elección de todos los gobiernos, aún los “progresistas”, de profundizar este modelo extractivista y de ceder la soberanía a las corporaciones del agro o a las mineras está teniendo consecuencias dramáticas y obviamente la única manera de sostener un modelo que arrasa con las comunidades locales es la represión y criminalización de los movimientos. Dentro de 20 o 30 años va a haber que reconocer que se está produciendo un genocidio y un ecocidio dramático en nuestro continente. El modelo este de paramilitarización es un modelo feudal y es en las provincias donde más predomina. Por supuesto que al mismo tiempo las resistencias también crecen y cada día son más las personas y las articulaciones que se van construyendo, incluso a nivel regional, para denunciar y proponer otro modelo de agricultura basado en la Soberanía Alimentaria. Y por suerte hay un avance en las denuncias y las reacciones se multiplican cada vez más rápido. Entre otras cosas porque los medios electrónicos o alternativos logran amplificar las cosas que antes quedaban silenciadas.

¿Como ves la promoción de Monsanto por parte del gobierno nacional?

Es muy claro que el gobierno argentino vuelve a hacer una alianza estratégica con Monsanto a partir del momento en que CFK anuncia su nuevo desembarco en Argentina con la planta de maíz en Córdoba desde New York. Eso más la aprobación de la soja rr2 Intacta y el anuncio del Proyecto para una nueva Ley de Semillas que fortalezca aún más el monopolio sobre las semillas para las corporaciones demuestra que hay una decisión política de entrega de nuestra soberanía que afecta gravemente nuestras posibilidades de autonomía en materia agrícola y profundiza la esclavitud frente a las corporaciones. El planteamiento que hace la Vía Campesina es que la alimentación y la agricultura no pueden ser un bien de mercado como cualquier otro, porque es una cuestión básica para la subsistencia de los pueblos. Eso significa tener políticas públicas. En Argentina por suerte está habiendo un debate sobre los medios, se habla de la concentración económica de los monopolios y el poder que tienen. Me parece fundamental que exista este debate, pero si uno piensa que la alimentación es una necesidad mucho más básica que la información, ¿cómo puede ser que permitamos alegremente que una empresa controle toda la soja transgénica que se hace en la Argentina? Hay problemas sociales, alimentarios, de salud y también ecológicos.

Actos en Buenos Aires: 12:30 - 20:00 Plaza San Martín (frente a las oficinas de Monsanto Argentina que están en Maipú 1210, piso 10)

“Pensar que el mundo puede seguir funcionando así”

Segunda parte de la entrevista de Marcha con el ecologista y autor del libro "Sanarnos con Plantas" Carlos Vicente, de la ONG Grain.

Carlos Vicente vive en Marcos Paz, es farmacéutico, autor del libro “Sanarnos con Plantas”, profesor de agroecología en las universidades de La Plata y Rosario y en la escuela del Mocase, colaborador de la revista Biodiversidad y editor de la página www.biodiversidadla.org. Desde el 2001 integra Grain, una ONG dedicada a la investigación y acción con grupos campesinos para lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente. Marcha dialoga con él en el día de protestas contra Monsanto y sus políticas multinacionales.

¿De que manera la soja está afectando los sistemas naturales de Argentina?

El avance de soja se hizo con el costo de desplazar a la producción de otros cereales, la ganadería y otros cultivos alimenticios, como en la zona de San Pedro los frutales, y también avanzando sobre la frontera de bosques. En Argentina se pierden 200.000 ha de bosques por año, con el cambio climático que eso genera. El mapa del dengue corresponde al mapa de la soja. El glifosato, se sabe, es tóxico para anfibios. En Argentina se están aplicando más de 200 millones de litros de glifosato que se comen a los anfibios, que a su vez se comen a los mosquitos. Eso es elemental. Y la erosión de los suelos que ha favorecido la aparición de inundaciones. Y no hay evidencias de que la soja RR produzca más alimento que la convencional. Dos estudios de Estados Unidos afirman que la soja convencional es de un 5 a un 10% más productiva que la transgénica. El glifosato solo mata la maleza y permite la siembra directa permitiendo emplear menos trabajadores. El rendimiento económico es mayor sólo por eso Además, la soja transgénica tiene un metabolismo mas complicado y eso le consume energía y deja el campo sin nutrientes de desecho. El modelo de desarrollo de tecnología que tenemos nosotros siempre apunta a incrementar el uso de la tecnología y no a replantear la situación cuando hay crisis. La solución de las multinacionales es echar más nutrientes. Se está construyendo en Santa Fe una de las plantas de fertilizantes más grandes del mundo previendo lo que se viene.

¿Y cuales son las alternativas?

Las alternativas son muchas, en el ámbito de la producción y del consumo. Muchos dicen que los planteos de los grupos ecologistas, indígenas y campesinos son una utopía, pero en realidad lo que deberíamos darnos cuenta es que la utopía es pensar que el mundo siga funcionando como está funcionando. Quizás nosotros no lo vamos a ver porque 50 años más tiramos. El nivel de extinción de especies es el sexto en la historia del planeta pero el primera provocado por un factor endógeno. Los desequilibrios ecológicos son obvios. Nos dicen que en el sur somos países en subdesarrollo. Pero el "desarrollo" de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón es imposible de expandir. Si todos consumiéramos como consume un ciudadano de la Unión Europea colapsa el planeta. El tema es que en la Unión Europea se pueden dar el lujo de decir: no importa que se desaloje el campo porque le compramos muy barato a los países del sur y traemos lo que queremos del otro lado del mundo. Porque hay un poderío económico que lo permite. Pero aún dejando de lado la explotación de las personas en esos lugares del mundo, si uno tiene una mirada global, se da cuenta que el sistema agrícola y ganadero mundial, sumando el transporte, representan casi el 50% de los gases del efecto invernadero. Ahí vos decís: no podemos seguir llevando en barco las cosas de un lado al otro del mundo cuando se pueden producir localmente. Los granos de soja van de acá a la china, dan media vuelta al mundo. Hoy se sabe técnicamente que tanto el cambio climático como la extinción de especies, como la producción de alimentos para todos, se pueden hacer por técnicas agroecológicas que no destruyan los ecosistemas que den trabajo a la gente, la gente no tiene que comer y abandona el campo para venir a comer a Buenos Aires, a los comedores que se financian con los impuestos a la soja.

A veces para la gente que vive la ciudad es también difícil tener información sobre estas realidades del campo o acceso a las soluciones que vos comentas.

En eso es fundamental el papel de los medios alternativos y las organizaciones sociales para difundir y crear redes de solidaridad entre lo urbano y lo rural. La mayoría de la gente que vive en esta ciudad no sabe lo que come, de dónde viene, quién lo produce, cuánto viaja y cuál es el costo real que eso tiene. Y si la gente no empieza a hacerse cargo de lo que se alimenta, es muy difícil hacer el cambio. Por eso son importantes las experiencias de comercio justo, cooperativas de consumo, mercados orgánicos y centros culturales y es importante la solidaridad frente al desalojo de estos espacios.

Esta sociedad es inviable, no hay un futuro del capitalismo, del consumismo. Entonces todas las experiencias, desde los proyectos autogestivos de la ciudad a los campesinos, o la gente que vuelve al campo buscando una alternativa diferente de vida, son las semillas de lo que va ser.

Al mismo tiempo hay muchas iniciativas que tienen que ver con la resistencia al modelo extractivo.

En realidad lo que se está incrementando fuerte y se está notando es la reacción de la gente. Está habiendo un efecto multiplicador de esto que fue esa primera movida de Esquel contra la minería o las primeras reacciones de los movimientos campesinos frente al avance de la soja y las fumigaciones. Hoy se está empezando a hacer un fuerte tejido alrededor de lo que son las organizaciones locales, lo que es la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), lo que es la campaña Paren de Fumigar o la lucha del Movimiento Nacional Campesino Indígena. Entonces yo espero y creo que se esté avanzando en una alianza en la cual por un lado se pueda cuestionar con más fuerza este modelo de saqueo y contaminación y por otro se puedan ofrecer las respuestas que hacen falta para defender las economías y autonomías locales. La gente que está contra el modelo de minería tiene proyectos productivos agroalimentarios o de emprendimientos turísticos de las que viven y que son una fuente potencial de desarrollo para la zona. Es muy claro que la agudización del saqueo es cada vez más tremenda, porque además tiene que ver con el modelo de concentración y el agotamiento de los recursos. Antes hacer minería era extraer los minerales de la montaña, ahora hay que deshacer glaciares para buscarlos. Todo lo que es hoy la agricultura usa los conocimientos de los campesinos. Las semillas mejoradas que le dan tanta guita a Monsanto y todas estas corporaciones son una creación campesina que llevó diez mil años. Y en los últimos cincuenta años ellos agarraron las semillas, le hicieron mejoramientos muy burdos y dijeron son nuestras. El maíz lo crearon los pueblos de Nuestra América, no existe en la naturaleza, no hay maíz silvestre. Según la FAO, en el siglo XX de la agricultura industrial, en los últimos años se perdieron el 50% de las semillas que se habían desarrollado durante miles de años.

Actos en Buenos Aires: 12:30 - 20:00 Plaza San Martín (frente a las oficinas de Monsanto Argentina que están en Maipú 1210, piso 10)

Rosario: Monumento a la Bandera

Córdoba: Colón y Cañada

Tucumán: Plaza Independencia

Fuente: Marcha

Temas: Agronegocio, Transgénicos

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