Argentina: plaguicidas prohibidos en lácteos para niños. Realizan denuncia penal por responsabilidades
Antonio Elio Brailovsky y Justicia Ambiental Asociación Civil se presentaron ante la justicia para reclamar que se investiguen las responsabilidades penales de algunas grandes empresas por la presencia de plaguicidas prohibidos en lácteos destinados al consumo infantil. La contaminación fue detectada en una investigación hecha por la UBA y su información pública fue distribuida por CONICET
Queridos amigos:
Acabo de presentarme ante la Justicia, en compañía de otros ciudadanos, para reclamar que se investiguen las responsabilidades penales de algunas grandes empresas por la presencia de plaguicidas prohibidos en lácteos destinados al consumo infantil.
Esa contaminación fue detectada en una investigación hecha por la Universidad de Buenos Aires y su información pública fue distribuida por CONICET. El 90 por ciento de las muestras analizadas por la UBA tenían residuos peligrosos, originados en plaguicidas que están prohibidos en casi todo el mundo.
Y el peor lugar para encontrar residuos peligrosos son las leches maternizadas y los yogures y flancitos que comen nuestros hijos.
Un gran abrazo a todos.
Antonio Elio Brailovsky
ra.moc.sitcenislou@yksvoliarb / ra.moc.oohay@yksvoliarboileoinotna
FORMULAN DENUNCIA
Señor Fiscal:
Antonio Elio Brailovsky y Justicia Ambiental Asociación Civil, Nro de Inscripción en trámite en la Inspección General de Justicia Nº 1768713, representada en este acto por su presidenta Raquel Elizabeth Copa, domiciliados realmente en las calles Castro 1065, dto. 5, Ciudad de Buenos Aires y Perú 424 1ro. “B” de esta Ciudad , respectivamente, con el patrocinio de los Dres. Félix Juan Rodolfo Isla Rodríguez Vissio, y, Hugo Néstor Linares, CUIT IVA RI 20 08462050 6, constituyendo el domicilio legal en la calle Av. De Mayo 1365 5to. Contrafrente, también de esta Ciudad, al Señor Fiscal decimos:
1.- Que queremos expresar nuestra preocupación ante al publicación de la noticia de una investigación que descubrió la existencia de residuos peligrosos en diversos productos lácteos de consumo masivo infantil, información ésta que de corroborarse implicaría la presunta tipificación del delito de contaminación previsto en la ley 24051 sino también en otros delitos tipificados por el Código Penal, como los descriptos por sus artículos 173 inc. 1, 200, 201 y Concordantes.-
Para efectuar esta denuncia acotamos tenemos personería suficiente, tanto por tratarse de los delitos anteriores de acción publica, como ser Justicia Ambiental por sus estatutos, una persona destinada a defender los intereses de los consumidores y la salud.-
2. PRESUNTA EXISTENCIA DE PLAGUICIDAS PELIGROSOS EN LÁCTEOS Y SUS CONSECUENCIAS EN LA SALUD
Se trata de una investigación realizada en la Universidad de Buenos Aires, cuya reseña fue difundida por CONICET, es decir, dos fuentes absolutamente responsables e insospechadas de alarmismo. Adjuntamos a la presente una copia de la mencionada noticia.
El citado informe fue distribuido el 30-03-06 por Universia de Argentina y se titula: “Científicos de la UBA detectan plaguicidas en lácteos para chicos”.
En el mismo se afirma que “Estudios realizados por toxicólogos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) detectaron la presencia de plaguicidas en leches maternizadas, yogures y postres que consumen bebés y niños. Si bien los investigadores anunciaron que existe una solución concreta al problema, lo cierto es que se trata de tóxicos que fueron prohibidos hace ya tiempo en la Argentina”.
La doctora Edda Villaamil Lepori, profesora asociada de la cátedra de Toxicología y Química Legal y directora del equipo de científicos, dice: "Analizamos 50 muestras de leches maternizadas y 51 muestras de yogures y postres disponibles en el mercado. Hallamos que solo el 10 por ciento de ellas estaba libre de los plaguicidas cuya presencia queríamos detectar, dada su peligrosidad, especialmente para los bebés y niños".
Es decir, que había contaminación en el 90 por ciento de los alimentos estudiados, que han dejado de ser entonces alimentos genuinos o normales en el léxico del Código Alimentario Argentino, para transformarse en alimentos contaminados.
Se trata de plaguicidas organoclorados, cuyas características principales son las que a continuación se detallan, ampliándose luego sobre las particulares de los mismos, a saber:
· Se acumulan en los ecosistemas, y
· Se acumulan en el organismo de los seres vivos, incluidos los seres humanos.
· Son peligrosos para la salud de los mismos.
Recordemos que todos los plaguicidas son sustancias altamente tóxicas, ya que si no lo fueran, no podrían cumplir con su función de matar a los insectos y otros organismos que combaten. Veamos qué sustancias encontró la Universidad en los lácteos que consumen nuestros hijos y qué implica la presencia de cada una de ellas.
1. La UBA encontró aldrin y dieldrin:
Los encontró en el 31,7 por ciento de las muestras analizadas. Aldrin y dieldrin son los nombres comunes de dos compuestos estructuralmente similares que se usaron como insecticidas. Ambos son sustancias químicas manufacturadas y no existen naturalmente en el ambiente. Las dos sustancias químicas se tratan juntas porque el aldrin se transforma en dieldrin cuando entra al ambiente o a nuestro cuerpo.
“Las plantas pueden incorporar dieldrin del suelo y pueden acumularlo en las hojas y en las raíces. Los (…) animales que comen materiales contaminados con dieldrin acumulan una gran cantidad de dieldrin en el tejido graso” [i]. Como la leche tiene un alto contenido graso, la grasa de la leche puede acumular este insecticida.
“La exposición de la población general es probable que ocurra principalmente a través del consumo de alimentos contaminados con aldrin o dieldrin. La exposición de algunos niños ocurre a través de la alimentación con leche materna que contiene aldrin o dieldrin. Los estudios en animales demuestran que tanto el aldrin como el dieldrin entran rápidamente al cuerpo luego de la exposición. Una vez dentro del cuerpo, el aldrin se transforma rápidamente a dieldrin. El dieldrin permanece largo tiempo en la grasa corporal. El dieldrin puede transformarse a otros productos. La mayor parte del dieldrin y de sus productos de degradación abandonan su cuerpo en las heces. Algunos de los productos de degradación también pueden abandonar el cuerpo en la orina. Puede tardar varias semanas o años para que el compuesto se elimine completamente del cuerpo”[ii].
Es decir que el dieldrin que haya ingresado al organismo humano a través de lácteos contaminados puede llegar a tardar varios años hasta ser eliminado completamente del cuerpo.
“El aldrin y el dieldrin afectan la salud de manera similar. En personas que estuvieron expuestas a cantidades muy altas de aldrin y dieldrin durante la manufactura de estas sustancias se observaron síntomas de intoxicación. Lo mismo se ha observado en personas que ingirieron o bebieron intencionalmente o accidentalmente grandes cantidades de aldrin y dieldrin. La mayoría de estas personas sufrieron convulsiones y otros efectos del sistema nervioso, y algunas sufrieron daño del riñón. Algunas personas que ingirieron o bebieron intencionalmente grandes cantidades de aldrin o dieldrin fallecieron. Los efectos a la salud en personas expuestas a cantidades más bajas de aldrin o dieldrin ocurrieron porque estas sustancias se acumularon en el cuerpo con el tiempo. La exposición prolongada a niveles moderados de aldrin o dieldrin produce dolores de cabeza, mareo, irritabilidad, vómitos o movimientos musculares sin control.
Cierta gente que es sensible parece desarrollar una condición en la que el aldrin o el dieldrin hacen que el cuerpo destruya sus propios glóbulos rojos”.(…) “Basado en estudios en animales, la EPA ha determinado que el aldrin y el dieldrin son probablemente carcinogénicos en seres humanos”.
“Los resultados de estudios en animales demuestran que los niveles altos de aldrin y dieldrin producen efectos sobre el sistema nervioso y los riñones similares a los que se observan en seres humanos. Los resultados de estudios en animales también demuestran efectos adicionales del aldrin y el dieldrin luego de exposición a niveles más bajos por períodos más prolongados. No sabemos si estos efectos también ocurren en seres humanos. Estos otros efectos del aldrin y del dieldrin en animales incluyen alteraciones del hígado y reducción de la capacidad para combatir infecciones. Además, los animales cuyas madres consumieron grandes cantidades de aldrin o dieldrin no sobrevivieron por mucho tiempo. Esto sucede, en parte, como consecuencia de la exposición de los animales recién nacidos al aldrin o al dieldrin contenidos en la leche materna. Algunos estudios han demostrado que el aldrin y el dieldrin pueden dañar los espermatozoides”.
“Los niños pueden estar expuestos al aldrin o al dieldrin de la misma manera que los adultos, principalmente a través del consumo de alimentos contaminados con aldrin o dieldrin, Los adultos y los niños que tragaron (accidentalmente o intencionalmente) cantidades de aldrin o dieldrin mucho más altas que las que se encuentran en el ambiente sufrieron convulsiones y algunos fallecieron”.
“Algunos estudios en animales han demostrado que las hembras a las que se administró aldrin o dieldrin en forma oral tuvieron un número menor de crías. Otros estudios han demostrado que grandes cantidades de aldrin dañan los testículos, pero no se sabe si esos altos niveles afectan la capacidad de los animales para reproducirse. Los animales preñados a los que se administró aldrin o dieldrin en forma oral tuvieron algunas crías que pesaron menos al nacer y algunas con alteraciones del esqueleto. Debido a que estos efectos ocurrieron en animales, es posible que también ocurran en seres humanos. El aldrin y el dieldrin pueden cruzar la placenta. El dieldrin se ha encontrado en la leche materna”.
2. La UBA encontró DDT:
Lo encontró en el 53,3 por ciento de las muestras analizadas. El DDT (diclorodifeniltricloroetano) es un plaguicida usado extensamente en el pasado para controlar insectos en cosechas agrícolas e insectos portadores de enfermedades tales como la malaria y el tifus.
El DDT se degrada lentamente, generalmente por la acción de microorganismos. Esa lentitud hace que permanezca en el suelo por mucho tiempo, posiblemente cientos de años. El DDT en el suelo también puede ser absorbido por algunas plantas y por animales o por personas que consumen esas plantas.
El DDT se almacena en los tejidos grasos y puede ingresar al cuerpo a través de lácteos contaminados. “Los metabolitos del DDT abandonan el cuerpo principalmente en la orina, pero también pueden eliminarse en la leche materna y así pasar directamente a los bebés que lactan” [iii]. Esto significa que las madres que hayan ingerido lácteos contaminados pueden transmitir la contaminación a los bebés que amamantan. El DDT en la leche materna puede acortar el período de lactancia. Las mujeres embarazadas contaminadas con DDT tienen mayores probabilidades de tener un bebé prematuro también aumentaban.
“Los estudios de exposición prolongada a cantidades moderadas de DDT (20-50 mg por kilogramo [kg] de peso al día) en animales han demostrado que el DDT puede afectar el hígado. Los estudios en animales también sugieren que la exposición breve al DDT y a los metabolitos en los alimentos puede afectar adversamente la reproducción. Más aún, sabemos que ciertos productos de degradación del DDT pueden causar efectos perjudiciales sobre la glándula adrenal. Esta glándula está situada cerca del riñón y produce hormonas (sustancias producida por órganos y liberadas a la corriente sanguínea para regular la función de otros órganos)”.
“Los estudios en animales han demostrado que la exposición oral al DDT puede producir cáncer del hígado. Basado en toda la evidencia disponible, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHHS) ha determinado que es razonable predecir que el DDT es un carcinógeno en seres humanos. Asimismo, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha determinado que el DDT es posiblemente carcinogénico en seres humanos. La EPA ha determinado que el DDT, DDE y DDD son probablemente carcinogénicos en seres humanos”.
El DDT puede pasar de la madre al feto a través de la placenta. El DDT se ha detectado en el líquido amniótico, en la placenta de seres humanos, en el feto y en la sangre del cordón umbilical. El DDT también se ha detectado en la leche materna, por lo tanto, los niños que lactan también están expuestos al DDT. Los estudios en animales han demostrado que la administración de DDT durante la preñez puede retardar el crecimiento del feto.
La exposición al DDT o a sus metabolitos durante el desarrollo puede alterar el funcionamiento de los sistemas reproductivo y nervioso. Esto parece ser causado por la capacidad del DDT o de sus metabolitos para imitar la acción de hormonas naturales. Un estudio demostró que la exposición de ratones al DDT durante las primeras semanas de vida produce problemas de comportamiento en exámenes realizados a los 4-5 meses de edad. Estos estudios suscitan preocupación de que la exposición temprana al DDT pueda causar efectos perjudiciales permanentes o que se manifiestan mucho después que la exposición ha terminado.
3. La UBA encontró endosulfán:
Lo encontró en el 9,9 por ciento de las muestras analizadas. El endosulfán es un insecticida artificial que puede acumularse en ecosistemas y grasas animales. El endosulfán pasa lentamente del estómago a los tejidos del cuerpo después de ingerirlo.
“Mediante su efecto sobre el cerebro, el endosulfán en altas concentraciones puede afectar indirectamente la actividad del corazón y de los pulmones. Otros efectos que se han observado en animales después de exposición breve a altos niveles de endosulfán incluyen efectos al estómago, la sangre, el hígado y los riñones. Un estudio en animales sugirió que es posible que las exposiciones relativamente prolongadas afecten la capacidad del cuerpo para combatir infecciones; sin embargo, esto no se ha demostrado directamente. Los riñones, los testículos y posiblemente el hígado son los únicos órganos afectados en animales de laboratorio luego de exposición prolongada a bajos niveles de endosulfán. La gravedad de estos efectos aumenta cuando los animales son expuestos a concentraciones más altas de endosulfán. Debido a que estos efectos han ocurrido en animales, también pueden ocurrir en seres humanos. Un número limitado de estudios en animales no han producido evidencia de cáncer. Algunos estudios en animales han demostrado que el endosulfán puede dañar el material genético de las células”[iv].
4. La UBA encontró heptacloro y su similar heptacloro epóxido:
Lo encontró en el 57,4 por ciento de las muestras analizadas. Lo encontró en el 57,4 por ciento de las muestras analizadas. Estos tóxicos tienen un comportamiento en el ambiente similar a los ya mencionados. En animales que ingirieron heptacloro se ha observado daño del hígado, excitabilidad y disminución de la fertilidad. Los efectos son más severos cuando los niveles de exposición son altos y la exposición dura varias semanas.
“La exposición de por vida de animales al heptacloro produjo tumores en el hígado. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) y la EPA han clasificado al heptacloro como posiblemente carcinogénico en seres humanos” [v].
“Los animales expuestos al heptacloro durante la gestación y la infancia pueden ser muy sensibles a los efectos de estas sustancias. En estos animales se observaron alteraciones del sistema nervioso y sistema inmunitario. La exposición de animales a dosis más altas de heptacloro también puede producir pérdida de peso y la muerte de las crías recién nacidas”.
5. La UBA encontró también hexaclorobenceno:
Lo encontró en el 9,9 por ciento de las muestras analizadas. “Luego de entrar al cuerpo, el hexaclorobenceno es distribuido rápidamente a muchos tejidos a través de la sangre, especialmente al tejido graso. Esto tarda probablemente unas pocas horas. Basado en los resultados de un estudio de esta sustancia en los tejidos de la población general, el hexaclorobenceno permanecerá en su cuerpo, especialmente en la grasa, durante años. Una gran porción del hexaclorobenceno en la grasa de un mujer puede ser transferida a su bebé en la leche materna. Durante el embarazo, esta sustancia puede ser transferida al feto a través de la sangre de la madre. La mayor parte del hexaclorobenceno abandona el cuerpo en las heces y cantidades más pequeñas se encuentran en la orina” [vi].
“En un estudio de gente en Turquía que comió durante varios años cereales contaminados accidentalmente con hexaclorobenceno, se observó una alta incidencia de muertes en niños cuyas madres comieron los cereales y también en niños que comieron los cereales directamente. Los niños que lactan pueden correr un riesgo mayor debido a la transferencia de hexaclorobenceno a través de la leche materna si las madres han estado expuestas a esta sustancia. Los fetos también pueden correr un riesgo mayor debido al traspaso de hexaclorobenceno a través de la sangre materna durante el embarazo. Esto ha sido confirmado en experimentos en animales”.
“La gente en Turquía, mencionada anteriormente, contrajo una enfermedad del hígado llamada porfiria cutánea tarda. (…) Esta enfermedad puede producir orina de color rojo, llagas en la piel, cambio de color de la piel, artritis y problemas del hígado, el sistema nervioso y el estómago. Los estudios en animales también han demostrado que comer hexaclorobenceno durante un largo tiempo puede dañar principalmente el hígado, la tiroides y el sistema nervioso, (…) puede dañar los huesos, los riñones, la sangre, y los sistemas inmunitario, endocrino (que libera hormonas) y nervioso. El feto y los niños de corta edad pueden ser más sensibles a estos efectos que los adultos”.
“La EPA ha determinado que el hexaclorobenceno es probablemente carcinogénico en seres humanos”.
“Los bebés y niños de corta edad parecieron ser especialmente sensibles a los efectos del hexaclorobenceno en la epidemia de intoxicación con cereales contaminados en Turquía. Los niños alimentados con leche materna de madres que consumieron el pan contaminado contrajeron una enfermedad conocida como "ulceración rosada." Se le dio este nombre a la enfermedad por las lesiones producidas en la piel. Los niños mayores de 2 años de edad no contrajeron ulceración rosada, pero más adelante desarrollaron numerosas anormalidades de la piel, el sistema nervioso y los huesos”.
Un estudio “encontró niveles de hexaclorobenceno más altos en el tejido graso de niños varones que tenían un defecto de nacimiento específico, testículos sin descender, que en el tejido graso de niños normales. Los estudios en animales también sugieren que los animales jóvenes expuestos al hexaclorobenceno antes y al poco tiempo de nacer son especialmente sensibles a esta sustancia. Los estudios en animales también demostraron que el hexaclorobenceno afecta varios órganos endocrinos, incluyendo a las glándulas tiroides (hipotiroidismo), paratiroides (hiperparatiroidismo), adrenal, y los ovarios”.
6. La UBA también encontró hexaclorociclohexano (HCH):
Lo encontró en el 53,3 por ciento de las muestras analizadas. “La administración de HCH a animales ha producido convulsiones, y animales que recibieron HCH cayeron en coma. Pueden producir efectos en el hígado y del riñón. En animales tratados en forma oral se observó una reducción de la habilidad para combatir infecciones, y también se observaron lesiones en los ovarios y los testículos” [vii].
La Agencia Internacional para la Investigación del Cancer (IARC) ha clasificado al HCH como posible carcinógeno en seres humanos.
“Se ha demostrado que el HCH puede atravesar la placenta en mujeres embarazadas. El HCH se ha detectado en leche materna, lo que sugiere que puede ser transferido a los bebés de mujeres que lactan”.
7. La UBA también encontró clordano.
Lo encontró en el 28,7 por ciento de las muestras analizadas.
“El clordano efecta el sistema nervioso, el sistema digestivo y el hígado en seres humanos y en animales. En gente que respiró aire con altos niveles de clordano, o que tragaron accidentalmente pequeñas cantidades de clordano se observaron dolores de cabeza, irritabilidad, confusión, debilidad, problemas de la vista, vómitos, calambres estomacales, diarrea e ictericia. En seres humanos, ingerir grandes cantidades de clordano puede producir convulsiones y causar la muerte”[viii].
“Un individuo que tuvo contacto prolongado a través de la piel con altos niveles de clordano en tierra contaminada sufrió convulsiones. En Japón, algunos trabajadores que utilizaron clordano por largo tiempo sufrieron alteraciones leves del hígado”.
“Animales a los que se les administró brevemente altas cantidades de clordano en forma oral fallecieron o sufrieron convulsiones. En animales de laboratorio, la exposición prolongada causó daño del hígado”.
“No sabemos si la exposición a clordano afecta la capacidad para reproducirse o si produce defectos de nacimiento en seres humanos. En animales expuestos antes de nacer o a través de la leche materna se observaron alteraciones en el comportamiento más adelante”.
LA SITUACIÓN LEGAL DE LAS SUSTANCIAS ENCONTRADAS.
La suma de porcentajes es mayor del 100 por ciento, ya que en muchos casos se encontró más de un tóxico en la misma muestra, lo que potencia sus efectos nocivos sobre el organismo humano.
Los plaguicidas encontrados en lácteos son sustancias peligrosas que tienen en común el haber sido prohibidos en la República Argentina en razón de su peligrosidad (Ver el cuadro adjunto: “Situación legal de varios plaguicidas”).
Por esta razón, no puede argumentarse que exista un umbral admisible para su presencia en lácteos. Al respecto, el Código Alimentario Argentino fija cantidades admisibles para residuos peligrosos de plaguicidas en lácteos (artículo 556). Se da la paradoja de que se admiten en lácteos infantiles productos que no se admiten en el país. Las normas vigentes establecen que la única cantidad aceptable de estos productos en cualquier depósito de la República Argentina es cero. Por consiguiente, ésa es la única cantidad que consideramos aceptable en los lácteos que ingieren nuestros hijos.
UNA AMENAZA A LA SALUD PÚBLICA.
Nos parece, señor Fiscal, que estamos ante una grave amenaza para la salud pública. Se han encontrado sustancias que en el largo plazo pueden provocar graves enfermedades, contaminando alimentos para niños de consumo masivo. Es decir, que pueden ser ingeridos por millones de niños.
En nuestra opinión (y de confirmarse la información suministrada por CONICET y la UBA) podríamos encontrarnos ante delitos tipificados por los artículos 200 y siguientes del Código Penal (Capítulo: “Delitos contra la salud pública”).
El mismo capítulo tipifica como delito el distribuir productos que puedan ser nocivos para la salud sin advertir sobre los riesgos que presentan. En ninguno de los productos analizados por la UBA su fabricante realizaba esta advertencia[ix].
También el Art. 173 inc. 1 del Código Penal, califica como conducta delictiva defraudar en la calidad o sustancia de una cosa que es entregada en virtud de un contrato y claro está los consumidores compraron alimentos genuinos y normales y se les entregó una calidad menor y contaminada de los mismos.-
Al respecto queremos señalar que la bibliografía especializada hace años que hablaba del problema de los residuos de plaguicidas en la leche argentina. Por ejemplo, en una publicación de un instituto especializado del Banco Interamericano de Desarrollo, se cita como ejemplo de “exportador exitoso” a una de las grandes empresas lácteas de nuestro país. De ella decían en 1990 que “la empresa tiene dos plantas exclusivamente dedicadas a producir quesos para exportar a EE.UU., país donde admiten muy baja tolerancia a los pesticidas” [x]. Es decir que su estrategia fue seleccionar partidas de leche sin residuos de plaguicidas, que fueran aceptadas por el gobierno norteamericano, de lo cual se deduce que se enviaban al mercado interno las que estaban contaminadas. En otras palabras, que en ese momento las empresas del sector conocían la existencia del problema y además podían enorgullecerse de solucionarlo cuando encontraban alguien que se lo exigía.
Por esta razón, creíamos que el problema se había solucionado hace muchos años. Nos desconcierta que nuestras instituciones científicas nos digan que hay empresas que continuarían distribuyendo productos lácteos con residuos peligrosos.
3.- PRUEBA
Como tal sugerimos al señor Fiscal mande producir las siguientes
3.1. DOCUMENTAL
Ordene que agreguemos los documentos mencionados en este escrito y el Estatuto de Justicia Ambiental.-
Requiera a la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires remita todos los estudios, con identificación de las muestras utilizadas, sus marcas y fabricantes; identificados en este escrito.-
3.2. PERICIAL
3.2.1. MEDICA, BIOLOGICA, y BIOQUÍMICA: Se requerirá al Cuerpo Médico Forense emita dictamen sobre si comparte las afirmaciones de mi parte con relación a los distintos contaminantes detallados en la demanda, si no lo hace justifique científicamente su postura. Si lo hace amplíe sobre las características, efectos en seres vivos, permanencia en los mismos, y peligros para la salud, definiendo a esta última según lo que ha hecho en su preámbulo la OMS.-
3.2. TESTIMONIAL
- Se cite a los autores del informe a declarar sobre la autenticidad del documento base de esta denuncia, y a ampliar la misma en el caso sea pertinente, entre otros:
Dra. Edda Villaamil Lepori, profesora asociada de la cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para que dé cuenta de los detalles de la mencionada investigación e informe de las empresas involucradas. Se requerirá a la Facultad mencionada indique el domicilio real de la testigo.-
3.3. INFORMATIVA.-
Se requiera a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), el SE:NA:SA, y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, informen si han iniciado en la órbita de sus competencias sumarios por los hechos que aquí se denuncian, en su caso remitan copia de los mismos.-
4. PETITORIO
Por todo lo antedicho, solicitamos:
1. Se nos tenga por presentados, por parte y constituido el domicilio.-.
2. Se nos cite a ratificar esta denuncia y acompañar la documentación del caso.-
3. Se convoque como parte interesada al Defensor del Pueblo de la Nación.
4. Se convoque al Secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, en su carácter de Autoridad de Aplicación de la Ley Nacional de Residuos Peligrosos.
5. En caso de confirmarse la información mencionada, se prosiga con la investigación sobre las responsabilidades penales.
LA DENUNCIA HA SIDO PRESENTADA EN EL JUZGADO DE INSTRUCCION 25, A CARGO DE LA DRA. SUSANA PARADA, SECRETARIA 161 A CARGO DEL DR. CESAR AUGUSTO TRONCOSO, FISCAL DR. DAMIAN KISZEMBAUM CON NUMERO DE EXPEDIENTE 40308/2006
EL JUZGADO QUEDA EN PALACIO DE TRIBUNALES, EN EL 5TO PISO ASCENSOR 1 Y LA FISCALIA EN PARAGUAY 1536
29/03/2006
Científicos de la UBA detectan plaguicidas en lácteos para chicos
Estudios realizados por toxicólogos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) detectaron la presencia de plaguicidas en leches maternizadas, yogures y postres que consumen bebés y niños. Si bien los investigadores anunciaron que existe una solución concreta al problema, lo cierto es que se trata de tóxicos que fueron prohibidos hace ya tiempo en la Argentina.
"Analizamos 50 muestras de leches maternizadas y 51 muestras de yogures y postres disponibles en el mercado. Hallamos que solo el 10 por ciento de ellas estaba libre de los plaguicidas cuya presencia queríamos detectar, dada su peligrosidad, especialmente para los bebés y niños", explicó la doctora Edda Villaamil Lepori, profesora asociada de la cátedra de Toxicología y Química Legal y directora del equipo de científicos.
Tal como dio a conocer Amalia Dellamea, del Centro de Divulgación Científica de la Facultad, los investigadores buscaban detectar la presencia de residuos de plaguicidas, algunos de los cuales fueron prohibidos ya hace tiempo en la Argentina, y de otras sustancias tóxicas cuyo uso se halla estrictamente restringido.
"Si bien estudiamos un conjunto amplio de componentes de diversos plaguicidas, centramos la atención en los plaguicidas organoclorados, conocidos por las siglas POC, puesto que son extremadamente persistentes y se acumulan en la cadena alimentaria", relató Villaamil.
La sustancia en cuestión, el DDT, prohibido en la Argentina hace más de una década por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) sigue dejando rastros en diversos alimentos, pero principalmente en la leche humana y la vacuna. Los POC son tan persistentes que pueden seguir apareciendo en alimentos aun 40 años después de que ya no se utilicen.
"La leche es una vía de eliminación de los POC, pero es también, y primordialmente, una vía de exposición de los bebés y niños a estos potentes tóxicos. De hecho, el grupo más sensible son los recién nacidos y los niños de corta edad, y recién después los adultos", señaló la especialista de la UBA.
Los lactantes y niños consumen más calorías por unidad de peso corporal que los adultos. Pero, más grave aún, consumen una variedad muy restringida de alimentos. Tanto es así que, para los lactantes, la única fuente de nutrientes es la leche materna o las fórmulas infantiles elaboradas sobre la base de leche vacuna.
Para los chicos de seis meses en adelante, que comienzan a consumir dietas mixtas, la leche y otros productos lácteos, como yogures y "postrecitos" siguen siendo componentes mayoritarios de la dieta. Entonces, si se considera que la leche materna y de vaca constituyen vías de eliminación privilegiadas de plaguicidas organoclorados, puede comprenderse cabalmente la gravedad del problema. "Los bebés y niños están expuestos 10 veces más que los adultos a los efectos de estos residuos tóxicos", recalcó Villaamil.
El International Life Science Institute (ILSI) advirtió en 2001 que la exposición prenatal y de niños pequeños a los POC está relacionada con deficiencias en el desarrollo neurológico y con la frecuencia de bajo peso corporal.
Si bien los residuos de plaguicidas detectados con mayor frecuencia en las muestras de lácteos que estudiaron los investigadores argentinos eran el heptacloro y su metabolito el epóxido de heptacloro --presentes en el 57,4 por ciento de las muestras-- no fueron los únicos tóxicos residuales. "Otras sustancias persistentes detectadas fueron: en el 53,3 por ciento el grupo del HCH (hexaclrociclohexano); en el 31,7, DDT total y aldrin-dieldrin; en el 28,7, clordano; en el 18,8, endrin; y en el 9,9, endosulfán y HCB (Hexaclorobenceno)", explicó Villaamil.
Pero, afortunadamente, postulan los investigadores, existe solución: si alrededor del 10 por ciento de las muestras estudiadas no exhibió la presencia de plaguicidas, quiere decir que los productores de lácteos destinados a bebés y niños, y en especial de leches infantiles, deberán tener la cautela de seleccionar partidas de materias primas libres de tóxicos para elaborar productos infantiles. "Con lo que ?concluyó la especialista- estaríamos seguros de no exponer a los chicos a estas peligrosas sustancias tóxicas". (Fuente: CDC Farmacia y Bioquímica UBA)