Argentina: pedagogía del malnutrido
Argentina produce alimentos para 300 millones de personas pero el hambre sacude sus entrañas. A modo de anticuerpo la Universidad Nacional de La Plata creo una Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria
La pueblada de diciembre 2001 replanteo el estado de las cosas y motorizó debates pendientes. La prueba más convincente de que el modelo neoliberal había llegado a su punto más alto de concentración de la riqueza en Argentina era que nuestros pibes estaban pagando con vida la falta de alimentos. Tapa de “La Pulseada” (revista de la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires) en septiembre del 2002: “La Argentina produce 2 toneladas de granos por persona, 6 veces más de lo que se necesita para una dieta común. El país esta en condiciones de garantizar que 128 millones de personas no sean pobres”. Queda claro, existieron y perduran “condiciones objetivas” para solucionar el problema del hambre, lo que no hay es voluntad política.
Así como el pedagogo brasileño Paulo Freire investigó y puso luz sobre los dispositivos del sistema educativo que refuerzan la opresión, la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaría también tiene como norte redireccionar tendencias hegemónicas. De una política agropecuaria cuyo real déficit comercial es la mala dieta en general del pueblo y por supuesto la desnutrición. Lo hacen sin la altanería y soberbia del docente que todo lo sabe, cultivan saberes con los que labran la tierra y juntos comparten el mismo paradigma: ser soberanos en la nutrición.
Pese a las infinitas estadísticas que han circulado en los medios para dimensionar la magnitud del hambre en la Argentina, siempre fueron parcializadas porque nunca se realizó un muestreo nacional que pinte el estado nutricional de la población. Esa es la tarea del Licenciado Eduardo Suárez, Director de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, dependiente del Ministerio Nacional de Salud. “Ya termino el trabajo de campo, en agosto estará todo el relevamiento del país. Superada la etapa de análisis, se darán a conocer los resultados sobre la región Patagónica. Los números de la región Pampeana tardarán un poco más, es que seguimos el orden en que se recopiló los datos”, dice el funcionario designado por el Ministro Gines Gonzáles García. En mayo del 2003, la Encuesta Permanente de Hogares registró un pico de pobreza del 54.7% e indigencia del 26.3% en la nación. Mientras tanto, el constante aumento de precios en la canasta básica profundiza la inseguridad alimentaría.
Según la propia cartera de Salud, se reconoce como punto de partida la existencia de anemia por falta de hierro en niños menores de 2 años y embarazadas, un retraso crónico de crecimiento en talla junto con incrementos de sobrepeso en la infancia y una alta tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en los adultos asociado a una dieta sobrepasada en grasas saturadas.
Gustavo Tito es un referente de peso dentro de la Cátedra donde representa a la Facultad de Ciencias Naturales. Como profesional tiene varios pergaminos: Licenciado en Biología, Especialista en Ambiente y Patología Ambiental y colaborador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires. Tamaña currícula no distorsiona su sencillez. “Entendíamos que la Universidad no había dado ningún tipo de respuesta a la crisis del 2001. Ante nuestras críticas, la UNLP (Universidad Nacional de La Plata) nos dijo que formulemos una propuesta. En principio dos unidades académicas hicimos un Taller de Huerta de 4 meses, aprobado por los consejos académicos y convocamos para esto a distintas organizaciones”, dice Tito y se toca su barba rala, casi campechana.
“Y nos empezaron a llamar de otros lados pero no podíamos cumplir con todos porque la problemática trascendía el tema de las huertas. Queríamos dar una discusión política y teórica sobre el modelo. Y dijimos vamos a darle forma de Cátedra Libre así lo mechamos con charlas. Las cátedras libres desde su génesis están abiertas a la comunidad, ahí hicimos una convocatoria más grande y se sumaron las otras facultades. A fines del año pasado se comenzó a oficializar en los consejos académicos de las 6 facultades”, complementa Elisa Miceli, coordinadora por la Facultad de Ciencias Agrarias. Junto a Gustavo Tito acaban de tener la reunión plenaria quincenal, como siempre maratónica y bulliciosa, en su oficina del primer piso de la Facultad de Periodismo, lugar que comparten con la Agencia Periodística del MERCOSUR (APM).
Convivencia ni casual ni problemática, ya que este medio electrónico representa a la institución en el colectivo y su Director, Víctor Ducrot, dicta un curso de redacción para formar a los militantes de la Cátedra como cronistas de base. Y hasta sueñan con tener una publicación propia, una vez “egresados”. Las otras facultades integrantes del proyecto son Ciencias Exactas y Humanidades más la Escuela Superior de Trabajo Social.
“Con la soberanía enseguida tenes la asociación con el territorio, quizás por la influencia de los militares en nuestra educación pero va más allá de eso. Ayuda a definirla si te planteas preguntas claves: el país puede definir que alimentos produce, donde lo hace, quién lo ejecuta, para qué consumidores y con qué tecnología. Esas respuestas hoy las tiene el mercado. Cada vez depende menos de vos que le vas a dar de comer a tus hijos”, despeja dudas Gustavo Tito.
Instituciones estatales proteccionistas como la Junta Nacional de Granos permitían ponerle un dique de contención a las mercaderías subvencionadas de potencias extranjeras. Pero finalmente en el año 92 se desregularon todas las medidas que tienen que ver con la producción de alimentos. En la actualidad una vaca japonesa recibe en subsidios el doble de lo que disponen 420 millones de personas para vivir, muestra de la abismal asimetría comercial entre los campesinos del primer mundo y nuestros chacareros.
Fernando Glenza, redactor de APM, amplia el concepto de soberanía alimentaría: “No solo toca a las personas carenciadas, cuando vas a comprar lentejas o leche los precios suben y eso es porque se dejaron de sembrar alimentos tradicionales. Hay una gran disminución de tambos porque la política de cultivos primarios ha priorizado la exportación sobre las necesidades del pueblo”. Gustavo apura un mate amargo y lo interrumpe con otras áreas de la economía criolla afectada: “Con la ganadería pasa lo mismo, hay una calidad inferior para los argentinos y una superior para exportar donde los beneficios son para muy pocos. A la agro-industria ya no le interesa el libre pastoreo. En Misiones la producción de pino para pasta de papel prácticamente avanzó sobre territorios de minifundistas que generaban alimentos. Se avasallan las economías regionales y las que sobreviven como las frutas del Alto Valle están atadas a las multinacionales. Pero conservamos cierta potencialidad, esa es nuestra rareza”.
Esquizofrenia que no escapa a nuestras parrilladas donde los paisanos ven azorados como la carne inyectada con anabólicos larga nubes de vapor, apunta Jorge Rulli, militante del Grupo de Reflexión Rural (GRR), una organización a escala internacional que lucha “contra el modelo rural de la soja como monocultivo y la utilización de transgénicos”. Un monopolio llamado Monsanto recorre todo el Cono Sur, principal cerealera del mundo, vendiendo la soja RR y el agroquímico glisofato. Negocio redondo, la empresa que regó con el herbicida “Agente Naranja” las selvas tropicales de Vietnam durante los 60, invento una semilla manipulada genéticamente que solo soporta su propio herbicida. Paquete tecnológico que al acaparar el mercado digita los pulsos de la producción y expulsa mano de obra. “Aparte la soja no es recomendable como alimentación para chicos menores de dos años porque tiene antinutrientes que generan una falta de fijación del calcio. No es una dieta adecuada si la das en forma masiva, además tiene fitohormonas, esteroides que en dosis constantes generan desarrollos de mamas en niños. Eso lo dicen todos los nutricionistas y lo reconoció hasta “Chiche” Duhalde cuando estaba al frente del Ministerio de Acción Social en un documento oficial”, denuncia Gustavo Tito. Como si fuera poco, este monocultivo trae como yapa la perdida de nutrientes al suelo: según números de la Cátedra el 80% del territorio argentino esta en estado de desertificación. Para el Grupo de Reflexión Rural, y citan a técnicos del INTA, nuestra tierra tiene entre 10 o 15 años de vida a este ritmo de agresión con los agroquímicos.
Ya son 80 las organizaciones sociales, desde piqueteras a comedores barriales, que pusieron en su agenda la Soberanía Alimentaría en un radio de acción que llega a la zona sur del conurbano bonaerense y toca algunos puntos del interior de la Provincia. “Los vecinos estaban acostumbrados a ir al centro para comprar las verduras, ahora se dan cuenta de que pueden volver a la huerta para trabajar con lo natural”, recuerda Mitra Vasilchuk, que recibe apoyo de la Cátedra para consolidar un “Grupo de Reflexión Barrial” en la ciudad de Guernica. Con sus compañeras se hartaron de ver como los punteros asistían a los desocupados solo con alimentos secos, dosis homeopáticas de carne y verdura del Mercado Central cuando “habiendo tanta tierra es injusto que se coma de esa forma”. Y así van apuntalando el trabajo de huertas orgánicas para comedores y familias pero no “como maestros, charlamos con la gente para generar un compromiso mutuo y eso nos impulsa”, susurra Irene Durán, una madraza de manos callosas.
“Comenzaremos a abordar el tema de los productos típicos: que es toda una línea de rescatar el tomate platense, el vino de la costa en la Isla Paulino, el zapallito de Parque Pereyra” subraya Elisa Miceli cuando repasa las actividades del segundo cuatrimestre. El prólogo de la primavera los encontrará dando talleres de producción de papa, batata sumado a la capacitación en yuyos comestibles y medicinales. “Queremos que lo hagan en condiciones higiénicas y que sus microemprendimientos encuentren una tecnología de procesos para bajar los insumos. Por ejemplo, el vidrio y el gasoil son importados. Entonces, una pequeña empresa en un frasco de dulce casero se topa con los problemas del combustible a la hora reparto y un envase atado a precios internacionales”, explica y se apasiona Gustavo Tito.
Este año sumaron nuevas charlas como “Tenencia de la Tierra”, “Plaguicidas”, “Parasitismo” a las ya consolidadas como las relacionadas con salud dictadas por Floreal Ferrara, el “Ministro Rojo” que integro el gabinete de Antonio Cafiero (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires en el período 87-91). “Después que cursan un año, el segundo ya le hacemos un seguimiento porque no necesitan tanta formación de apoyo a sus actividades. Incluso gestionamos fondos y micro créditos para ellos. La idea es que en el tercer año este fortalecida la organización, no digo que se desprenda de nosotros pero que si que sea un socio mayor”, describe Glenza el particular “plan de estudios” mientras baja una foto digital de un Congreso Agroecológico a la computadora recién adquirida. “La Cátedra me ayudo mucho en lo que es trabajo de grupo porque la facultad no nos enseña a laburar con la gente y menos si tienen pocos recursos”, compara pedagogías Luciano de Agronomía. Un pibe de ojos inquietos que hace sus “trabajos prácticos” en un comedor de Los Hornos perteneciente al MTD “Aníbal Verón” donde supervisa el arraigo de lechugas, repollos y arvejas.
Para contrarrestar la integración que solo mide niveles de facturación, han decido conjugar el verbo exportar de otra manera. “La idea es hacer una Cátedra libre Latinoamericana, aunque todavía esta en pañales. Tenemos vinculación con Venezuela fundamentalmente por APM y hay conversaciones con Cuba y Uruguay. Ya tenemos el aval del Rectorado para iniciar las gestiones, queremos que nuestras actividades se hagan en forma paralela en otros países”, dice Tito y parece querer dibujar una “Patria Grande agropecuaria”. Los potenciales socios vienen haciendo buena letra, el gobierno de Chávez brega por formar un banco de semillas propias para no estar condicionado por los pulpos de la agro-industria y La Habana realizó el único Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaría en el 2001. Mientras tanto ensanchan su quinta local ya que “en el borrador hay 2 o 3 facultades más que están por ingresar”. “Todos los años discutimos con las organizaciones el concepto de Soberanía Alimentaría para forjar una contextualización que suba de nivel nuestro trabajo. La idea es que como Universidad tendríamos que encontrar un marco teórico y la única manera es haciendo una reflexión teórica. Nosotros sostenemos que nuestra reflexión teórica es la práctica”, sentencia Tito.
Los chicos de Tucumán con la piel pegada a los huesos llegaron a la tapa de los diarios aferrados al suero de los hospitales públicos y fue la postal más desvergonzante del modelo. El Padre Jesús Olmedo de La Quiaca se asqueo de ver “mamaderas oscuras”: agua con un poquito de té para que los niños no lloren de hambre. Admitamos, venimos con unos “antecedentes curriculares” bochornosos. Noble objetivo entonces el de estos universitarios. Su cátedra tiene una sola correlativa, la vida misma.
Por Emiliano Guido - Desde La Plata, Argentina
ra.ude.plnu.oirep@odiuge - Emiliano Guido es editor de la Agencia Periodística del Mercosur (APM), dicha nota fue publicada en la revista “La Pulseada” de la ciudad de La Plata, Argentina.