Argentina: “no hay ganancia que pueda justificar el desarrollo de una enfermedad”

Idioma Español
País Argentina

Para el responsable de la cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la UNR, Damián Verzeñassi, los agrotóxicos "sí hacen daño" y "no es verdad lo que dicen las empresas". Enumeró estudios científicos al respecto, defendió el área de exclusión de 500 metros y pidió no caer en la pelea vecinos y productores.

En medio del debate por la ordenanza que prohíbe fumigar a menos de 500 metros del límite entre zona rural y urbana, el doctor Damián Verzeñassi, subsecretario académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR y responsable de la materia Salud Socioambiental, dio una conferencia en la ciudad, a la que asistieron vecinos y productores, sobre las consecuencias que tiene en la salud el uso de agrotóxicos.

En diálogo con La Verdad Funense, Verzañassi planteó que sería "un retroceso terrible" modificar la prohibición de fumigar a menos de 500 metros del límite entre zona rural y urbana, esgrimió los estudios científicos que avalan la relación entre el uso de agrotóxicos y determinadas enfermedades y aconsejó avanzar en la información sobre métodos alternativos de producción. Además, pidió salir de la "falsa discusión que se quiere instalar" entre productores y el resto de la sociedad porque en Salud Pública, dijo, "todos somos ganadores o todos somos perdedores".

−En Funes se está rediscutiendo una ordenanza sobre fumigaciones y no hay consenso con los productores en relación al daño que provocan en la salud.

−La exposición a los agrotóxicos sí hace daño, y no es verdad lo que dicen las empresas y algunos empleados de las empresas vendedoras de químicos, e incluso empleados del Estado, que dicen que los agrotóxicos no hacen daño. Sí hacen daño y está demostrado.

Nosotros hemos evidenciado en la provincia de Santa Fe el daño que se ha ido profundizando en los últimos años a partir de la utilización de agrotóxicos en nuestro territorio, cada vez sobre mayores volúmenes, sobre la población que está siendo afectada seriamente en su situación de salud. En ese sentido, es bueno que sea la Universidad, y no los que tienen intereses económicos en juego, la que vaya a clarificar a la población los problemas que este modelo de producción genera.

De todas maneras, nuestra preocupación como médicos y como trabajadores de la salud es también respecto a la falsa discusión que se quiere instalar, donde se pretende que disputemos una pelea con nuestros propios vecinos productores cuando en realidad la discusión desde el punto de vista de la salud pública no debe tener no ganadores ni perdedores. En salud pública, todos vamos a ser ganadores o perdedores.

−¿Cuáles son las consecuencias de la exposición a pulverizaciones con agrotóxicos?

−Lo que se ha publicado y demostrado científicamente, y coincide con lo que nosotros hemos visto en los trabajos territoriales que hace la Facultad de Ciencias Médicas, es desde una irritación de ojos o de garganta, después de haber recibido una pulverización directa, pasando por un bronco-espasmo y alteraciones en la piel, hasta el desarrollo a mediano y largo plazo de enfermedades como trastornos endócrinos, como hipertiroidismo o enfermedades neoplásicas, cánceres de distintos tipos, fundamentalmente el predominio de mama y páncreas y leucemias y linfomas. Todo es posible en ese amplio abanico en el que tampoco es que solamente el agrotóxico genera ese daño; pero si uno tiene algunos de esos problemas de salud, y ha estado expuesto a una pulverización, en forma directa o indirecta, en tiempos muy cercanos, o en tiempos alejados pero con mayor constancia, uno no puede descartar que esas exposiciones tengan que ver con el problema de salud que esa persona está desarrollando.

"Menos de 500 metros sería un retroceso terrible"

−¿Cómo se puede trazar la línea de prohibición de fumigaciones? ¿Qué evidencia hay para hacerlo a 500 metros o a otra distancia?

−La doctora Estela Benítez Leite y su equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República del Paraguay publicaron en una revista de la Sociedad de Pediatría de la República Oriental del Uruguay un trabajo en el que demuestran que las poblaciones que estaban a más de 1.000 metros de las zonas de fumigaciones con este tipo de sustancias agrotóxicas que se utilizan en la soja transgénica y el maíz transgénico fundamentalmente, tenían significativamente menos riesgo de desarrollar abortos, malformaciones graves y neoplasias que las comunidades que estaban a menos de 1.000 metros. Este es un trabajo científico incontrastable, absolutamente contundente respecto a la necesidad de ampliar lo máximo posible la distancia de donde se fumiga hasta donde vive la gente.

También hay trabajados publicados en la revista de la Sociedad Norteamericana de Cáncer, que demuestran la asociación entra la exposición al agrotóxico de los granjeros y la aparición temprana de linfomas y leucemias. Hay un trabajo que realizó el Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe –y nadie puede decir que esté en contra de las fumigaciones porque de hecho el gobierno provincial está a favor de las fumigaciones tal como se están haciendo– cuando el juez de San Jorge prohibió la fumigación a 800 metros del área donde vivía una persona que había hecho un juicio contra el Estado y los productores, en el que reconoce que todos los vecinos que vivían en esa área mientras duró la prohibición de la fumigación a menos de 800 metros mejoraron su calidad de vida y realizaron menos consultas en el Centro de Salud por enfermedades agudas propias de la exposición a agrotóxicos. Lo mismo ha ocurrido con un trabajo que se hizo en la Comuna de Alvear, que todavía no fue publicado.

Hay trabajos científicos que demuestran y hacen muy sólido el planteo de generar un resguardo de que a mayor distancia mayor protección.
Entre Colombia y Ecuador hubo un juicio de muchos años que llegó al tribunal de la Haya, porque Colombia fumigaba en su territorio con aviones los campos de coca, básicamente glifosato, y los que sufrían la leucemia y los casos de cáncer, se enfermaban y morían, eran los pueblos ecuatorianos que estaban del otro lado de la frontera. A raíz de ese juicio, Colombia hoy está obligado, luego de asumir que estaban haciendo un daño con las fumigaciones, a no hacerlo a menos de 30 kilómetros de la frontera con el Ecuador.

Quiere decir que esta ordenanza de los 500 metros es un muy buen primer paso, pero claramente no resuelve el problema. Menos de eso sería un retroceso terrible. Y más que eso es lo que habría que empezar a pensar en tener, en la medida de que podamos acompañar a los productores en un proceso de reconversión que no les perjudique tampoco a ellos.

─Los productores plantean que no hay evidencias científicas que avalen la ordenanza que se pretende aplicar en Funes.

–Eso fue lo que intentamos acercar en la charla que dimos, en una reunión que fue interesante, y que por momentos tuvo situaciones más tensas que otras, pero yo creo que saludablemente lo que primó fue la necesidad de escucharnos y poder entender que todos los que estamos ahí estamos igualmente afectados, no sólo por el problema de las fumigaciones, sino por el modelo de producción que se nos impuso y que se le obliga al productor a seguir para poder tener rentabilidad, haciéndole creer que esa rentabilidad no tiene ningún costo en la salud y en la vida de la gente, cuando no es verdad. Hubo muchos productores con quienes pudimos intercambiar ideas, y creo que respetuosamente pudimos compartir distintas visiones.

–En una reciente reunión con los concejales de la ciudad, algunos productores ofrecieron presentar estudios médicos que se realizan después de años de estar en contacto con agrotóxicos, y dicen que los resultados son óptimos.

–En Estados Unidos publicaron un trabajo que se hizo en Canadá, donde quienes operan con el agrotóxico no tenían problemas de salud, y si lo tenía la población. Pero claro, los que están operando saben qué es lo que están usando y cuándo, y por lo tanto pueden protegerse, pero la población no sabe qué se echa, cuándo y cómo lo echan, y no puede protegerse. Por eso el que está operando la química es muy probable que tenga menos posibilidad de contraer enfermedad que aquel que no está operando y no se puede proteger.

No obstante, hay que reconocer que hoy entre los ingenieros agrónomos y familiares directos, estamos empezando a ver que aparecen más casos de cáncer, leucemia, linfomas, y parkinson, una enfermedad que ya está demostrado que está asociada a la exposición de agrotóxicos.

El Instituto Fleming de Buenos Aires ya tiene trabajos publicados respecto a la asociación entre agrotóxicos y parkinson o alzheimer temprano. Son problemas que hay que empezar a tener en cuenta. Lamentablemente, algunos ingenieros agrónomos y algunos productores todavía no terminan de asumir que no hay ganancia que pueda justificar el desarrollo de una enfermedad.

–Las pueblos de la región, con esta problemática, ¿dejaron de ser una opción más saludable que Rosario?

–Hay investigadores que plantean que hoy sería más saludable vivir en una ciudad y producir el alimento en la terraza de la casa, que vivir en los campos o en los pueblos donde se está expuesto constantemente a la fumigación. Lo que sí es cierto es que en las comunidades que está expuestas a las fumigaciones permanentemente estamos teniendo problemas de salud que son graves, que no teníamos 15 años atrás, y claramente ese problema de salud tiene una fuerte relación, no digo que sean causa directa, pero tienen fuerte relación con la exposición a los agrotóxicos a las que están siendo sometidas esas poblaciones.

OTRA FORMA DE PRODUCIR

En relación a la posibilidad de plantear formas alternativas de producción para la franja en la que está prohibido fumigar, Verzeñassi dijo: "En ese sentido, yo quiero rescatar a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, que tiene varias cátedras trabajando en el desarrollo y demostración de otros modos de producción en las áreas periurbanas, que no requieren de agrotóxicos. Yo soy médico, no puedo decir cómo hay que producir sin agrotóxicos pero es necesario que los ingenieros agrónomos expliquen cómo se puede hacer.

Ellos pueden explicar la real importancia y la necesidad imperiosa de pensar en otras formas de producción".

DERIVA

"Hay trabajos de investigadores del Conicet –agregó Verzeñassi– que demuestran deriva de fumigaciones terrestres de hasta seis kilómetros del lugar de la fumigación. Incluso hay un trabajo realizado por investigadores de nuestra Facultad que encuentra restos de polvillo de soja a 30 kilómetros de la zona donde se estaba trabajando con esa soja marcada para poder ver hasta donde llegaba la deriva. Claramente no es controlable. Hay un trabajo que se publicó hace poco en la Radio Universitaria de Ambiente y Salud, que se coordina desde la Facultad de Medicina de Córdoba, donde demostraban la imposibilidad de garantizar la no existencia de deriva luego de una aplicación. Eso está demostrado científicamente. No se puede demostrar que no haya nada de deriva en una pulverización, ya sea terrestre o aérea. Ante esa situación tenemos que ampliar el margen de seguridad y eso significa alejar lo más posible la fumigación de donde vive la gente".

Fuente: La Verdad Funense

Temas: Agrotóxicos

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