“Argentina es el mejor testaferro de las transnacionales”
El biólogo Andrés Carrasco disertó en la UNLu. Sus investigaciones comprobaron los efectos letales del glifosato. Expuso diferentes objeciones al actual modelo agropecuario en cuanto a sus consecuencias económicas, políticas y sociales.
El investigador Andrés Carrasco acumula una larga trayectoria en la denuncia del modelo agropecuario basado en semillas transgénicas y uso de agroquímicos. Es profesor de Embriología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y director del Laboratorio de Embriología Molecular.
Sus trabajos, que suman más de 30 años de experiencia en esa rama de la ciencia, comprobaron los efectos letales del glifosato en embriones, algo que le valió una feroz campaña de desprestigio impulsada por las empresas del sector.
Carrasco estuvo en la Universidad Nacional de Luján (UNLu), donde llevó a cabo una pormenorizada disertación sobre los efectos del modelo basado en las modificaciones genéticas y la utilización de venenos.
"El tema de los agroquímicos es uno de los problemas, pero no es ni el único ni el principal. El problema de los agroquímicos es consustancial con el modelo. No se puede tener un modelo basado en transgénicos si no se usan grandes cantidades de agroquímicos", planteó.
Como hombre de ciencia, Carrasco consideró que "a esta altura del partido me parece que hay que mirar el significado y la profundidad de desarrollar tecnologías de esta manera, supuestamente para darle de comer al mundo, cuando en realidad sabemos que no es para darle de comer al mundo".
En líneas generales, el investigador expuso que en Argentina "no se discute el modelo", como sí ocurre en Europa y en países latinoamericanos como Ecuador, Bolivia y Colombia. Por esa razón, expresó que "el nudo del problema está en Argentina, que fue la que contrabandeó a todos los países limítrofes la soja transgénica".
"Argentina es cabeza ideológica del modelo. Es el mejor testaferro que tienen las transnacionales, con un gobierno absolutamente complaciente que no tiene ninguna intención de discutir cuáles son las consecuencias de biodiversidad, de seguridad alimentaria, culturales, económicas, sociales y de salud ambiental en general", agregó.
En esa introducción, Carrasco opinó que "nunca un modelo puede dirigir la economía, la salud pública, la educación y los sentidos de la ciencia". Por el contrario, "deben ser las políticas las que conduzcan a los modelos". Al respecto, dijo que el país "tiene una situación de alta dependencia con un modelo que condiciona las políticas de Estado".
Por otra parte, recordó que los granos transgénicos "no son la panacea para un mundo hambriento", y expuso como dato que "nosotros no vendemos trigo para fabricar pan europeo, vendemos soja y maíz para alimentar animales chinos y europeos".
LA MENTIRA
Carrasco habló sobre la realidad de Europa en cuanto al uso de semillas modificadas genéticamente. En tal sentido, informó que semanas atrás la empresa Monsanto decidió retirarse del viejo continente ante la resistencia que encontró en varios países, a excepción de España y Portugal: "Retiró todos los inicios de aprobaciones de las semillas, excepto en España, que como corresponde se rindió sin condiciones a producir con transgénicos. Todo ese verso de nuestro sistema tecnocrático asociado a la conveniencia de legitimar este modelo es una mentira cuando dice que Europa usa este sistema. Europa no usa glifosato. Tiene aprobado el glifosato, pero no lo usa para cultivar. No pasan los aviones por arriba de millones de hectáreas espolvoreando agroquímicos".
Hasta el año pasado, ese continente contaba con apenas 130.000 hectáreas sembradas con transgénicos, aunque sólo en la variedad de maíz. Un total de 13 países ya prohibieron los transgénicos.
LOCALÍA
De acuerdo a la exposición de Carrasco, muy distinto es el panorama argentino. En el país el total de los cultivos de algodón y de soja son transgénicos, y una proporción apenas menor de maíz presenta la misma característica. El invitado precisó que "esto complementa con lo que pasó en la India, donde el 98 por ciento del algodón es transgénico, algo que provocó un enorme problema sociocultural; por eso en 2010 el gobierno indio decidió no incorporar transgénicos de tipo alimentario".
En lo que va del año la producción de soja aumentó en un 33 por ciento, la de maíz en un 26 y la de trigo en un 25 por ciento. En los dos primeros casos, lo obtenido se destina para forrajes y biocombustibles, mientras que el último de los cultivos se emplea para la alimentación humana.
"Cinco o seis empresas multinacionales manejan el mercado global de cereales para la producción de forrajes para animales o biocombustibles. Nos espera un panorama complicado. El plan alimentario nacional proyectado a 2020 pretende pasar de 33 millones de hectáreas a 42 millones de hectáreas. Ese incremento de superficie del 27 por ciento va a salir de la muerte de muchos conciudadanos, porque en ese 27 por ciento está lo que queda del Chaco, Formosa, Jujuy y Salta, y con eso las miles de hectáreas que pertenecen por derecho natural a los pueblos originarios", pronosticó Carrasco.
En perspectiva histórica, el investigador consideró que "ésta es la segunda campaña de Roca, pero en vez de ser hacia el sur, es hacia el norte, y no va a ser para beneficio exclusivo de la oligarquía argentina como la Campaña del Desierto, sino para las transnacionales o asociados como Grobocopatel".
"Esto no es una reforma agraria, sino aumentar la concentración en la tenencia y uso de la tierra, incluso sin necesidad de cambiar la propiedad. La pasión que tienen los tecnólogos argentinos para encontrar semillas que tengan resistencia hídrica es para poder avanzar sobre la frontera sur, en las zonas más desérticas", expresó.
Carrasco planteó que el modelo agropecuario necesitará cada vez de mayores cantidades de agroquímicos.
Puso como ejemplo el panorama planteado en Estados Unidos, con un sistema productivo similar. En varios estados del país del norte proliferan malezas que se tornan resistentes a los venenos. En el caso local, existen unas 30 que se mantienen indemnes al glifosato. Carrasco explicó que como "la eficacia del glifosato está disminuyendo, lo que se está haciendo es agregarle otras sustancias, que significa apilar genes, y las empresas que están desarrollando esto lo que nos dicen es que el futuro es más de lo mismo, porque si esas malezas se hicieron resistentes al glifosato, también se van a hacer resistentes a otras sustancias".
ENFERMEDADES
En otro tramo de su exposición, Carrasco se refirió a situaciones socioambientales derivadas del uso de agroquímicos: "En Argentina tenemos un solo dato sobre 27 anomalías congénitas seleccionadas, en siete regiones geográficas, 14 de ellas se evidenciaron en una frecuencia de aparición más alta en la región de Córdoba y Santa Fe. Esa zona es la de mayor concentración de transgénicos y aplicación de agroquímicos".
Según datos del Hospital de Córdoba, de 16.2 casos de malformaciones cada 10 mil nacidos vivos en 1991, se pasó a 37.1 en 2003. A modo de ejemplo, Carrasco planteó el caso del barrio Ituzaingó, cercano a la capital cordobesa, donde la Justicia falló en contra de un aplicador de agroquímicos. En ese lugar, en un radio de 150 metros, se registraron varios casos de malformaciones.
En esa enumeración, el investigador del CONICET mencionó el trabajo que viene efectuando un grupo de Rosario: "Ellos detectaron que la pérdida de embarazos en los últimos 20 años ha crecido muchísimo, igual para malformaciones y bajo peso. El dato de cáncer en Santa Fe está arriba cuatro veces con respecto al cáncer esperado en las estadísticas. Yo no estoy haciendo causa efecto, pero digo que ante todos estos ejemplos la activación del principio precautorio debe ser inmediata, no se puede permitir que la sospecha de un daño a la población por el uso de agroquímicos deba ser probada científicamente. Ante una situación de sospecha de daños, no se necesitan certezas científicas para que se tomen medidas y se pare la actividad".
En Chaco, en tanto, un grupo de investigación liderado por Mirta Liliana Ramírez, investigadora del CONICET, detectó que en varias poblaciones se registran incrementos de casos oncológicos de hasta un 40 por ciento, cuando la normalidad se ubica en el 5 por ciento.
"Ese informe fue elevado al Ministerio de Salud, pero hace un año que no hay respuestas. Si esto no activa el principio precautorio, no hay nada que lo pueda activar", expuso.
Fuente: El Civismo