Argentina: el gen oficial y sojero
La difusión del descubrimiento de un gen resistente a la sequia y a suelos salinos confirmo una vez más que las afinidades entre el Gobierno Nacional por un lado y los sojeros transgénicos por el otro son mucho mayores que las controversias.
El descubrimiento consistió en que los científicos lograron aislar un gen del girasol responsable de regular mecanismos de adaptación frente a condiciones de estrés hídrico y salino, e introducirlo en el código genético de otras especies. Esto dio lugar a nuevas plantas transgénicas, con un código genético modificado, que soportan mejor que las originales las malas condiciones climáticas o del suelo.
La prensa oficial, bajo títulos grandilocuentes como La ciencia vence a la sequia, hizo hincapié en que el gen había sido aislado por un grupo de investigadores del CONICET y de la Universidad Nacional del Litoral, que implicaría una notable mejora en los cultivos como la soja, el maíz y trigo; que las regalías irían desde 75 hasta 2500 millones de dólares anuales, sin que quede en claro el porqué de la magnitud ni como se distribuirían estos recursos; que el descubrimiento fue posible gracias a la unión de Estado con la empresa Bioceres (de la que forma parte principal Grobocopatel), estimándose que el producto estará en el mercado entre 2014 y 2015; que la titularidad de la patente es propiedad del Estado, que se licencia su uso y explotación a la empresa Bioceres por veinte años; que también participo la firma estadounidense ARCADIA; y que ambos organismos estatales recibirán en concepto de regalías un porcentaje por cada semilla vendida una vez que se comercialice.
La invisibilización y desvalorización del rol de Estado en este evento biotecnológico quedo a cargo de Clarín Rural. Héctor Huergo, el editorial del sábado 3 de marzo, comienza diciendo Es tan fuerte la dinámica del sector que ni la sequia ni los disparates del experimento K pueden frenarlo.
Luego se explaya sobre… el extraordinario logro de Bioceres, que logro no solo el patentamiento de sus primeros eventos de tolerancia a sequia y salinidad en la Argentina y los Estados Unidos. Al contar con esta patente, atrajo a Arcadia, una potente y joven empresa de biotecnología estadounidense, con la que explotaran en conjunto estos eventos. De la financiación del Estado y el trabajo de sus investigadores ningún comentario.
Sin embargo, lo más grave es que Huergo se regodeo en la importancia con que la propia presidenta Cristina Kirchner saludo el logro y, dijo Huergo, …se relamió con las regalías que va a ingresar el Conicet como socio del negocio. Implícitamente, reconoció (la presidenta) el derecho del obtentor, echando luz sobre una cuestión que ha retardado el desarrollo biotecnológico nacional.
Lo que Huergo está diciendo es que si el Estado Argentino pretende cobrar regalías por cada semilla que siembren los productores alrededor del mundo, deberá entonces aceptar la reforma de las leyes argentinas, y obligar a los productores a pagar regalías por el uso de sus semillas, aunque provengan de sus propias cosechas.
Ni el discurso oficial ni el sojero transgénico se manifestaron sobre las investigaciones necesarias para determinar la inocuidad o no de los alimentos obtenidos con los cultivos modificados con este gen, ni tampoco sobre el riesgo que implica la interacción con la inoculación de otros genes. Por ejemplo, no se sabe cuáles pueden ser las consecuencias de la inoculación en un cultivo de soja al que se le incorpore simultáneamente diferentes eventos biotecnológicos: resistencias transgénica al glifosato, a insectos, y a la sequia y salinidad, ni cómo puede afectar la calidad e inocuidad alimentaria. Tampoco se refirieron a los impactos sobre los ecosistemas secos y salinos sobre los cuales estos cultivos se extenderán, ni al impacto que sufrirán los productores y comunidades campesinas e indígenas que serán desplazados de sus tierras por estos cultivos concentrados nuevamente en pocas empresas.
Ni el oficialismo ni los sojeros transgénicos, ni los correspondientes medios afines mencionan los riesgos y daños económicos, sociales y ambientales que puede generar este nuevo evento biotecnológico. Solo pelean por cuánto dinero extra podría generar y quien se queda con él.
La Naranja Mecánica biotecnológica
Al final de su conferencia, la Presidenta Cristina Fernández se despidió diciendo: Ya que permite reducir el estrés de las plantas, habrá que seguir investigando para ver si se puede evitar el estrés de la gente, sobre todo de algunos gobernantes. En el contexto en que fue dicho, la propuesta presidencial se refiere a continuar investigando para descubrir un evento biotecnológico que permita evitar el estrés en la gente. Así como se descubrió un gen en el girasol que puede ser inoculado en cultivos como la soja, el maíz y el trigo para evitar el estrés hídrico y salino, encontrar otro gen que pueda ser inoculado en la gente para evitarles el estrés sicológico.
Tanto si fue dicho en broma o en serio, no es una expresión feliz, para decirlo en términos diplomáticos. El estrés es una patología que le arruina la vida cotidiana a millones de personas, haciéndolas a la vez vulnerables a múltiples enfermedades por depresión del sistema inmunológico.
La expresión presidencial también puede ser el inicio de una propuesta de control social a través de eventos biotecnológicos.
Fuente: Adital