Argentina: agronegocios o soberanía alimentaria

"Durante las últimas semanas, los impulsores del agronegocio montaron una campaña en defensa de los agrotóxicos y, al mismo tiempo, desprestigio hacia toda voz discordante, sean estos periodistas, científicos, ONG u organizaciones sociales. Ante la sucia campaña de desinformación, explicitamos algunas certezas que guían nuestras luchas".

Este diario difundió una investigación que confirmaba el efecto letal del glifosato (químico pilar del monocultivo de soja). Durante las últimas semanas, los impulsores de los agronegocios montaron una campaña en defensa de los agrotóxicos y, al mismo tiempo, desprestigio hacia toda voz discordante, sean estos periodistas, científicos, ONG u organizaciones sociales. Nunca antes las multinacionales del agro y sus voceros habían reaccionado tan violentamente. El temor de todo el complejo de agronegocios, donde la soja es sólo su cara más visible, es la prohibición de su agrotóxico estrella. Y, al mismo tiempo, la pérdida de un negocio millonario. Desde los ranchos campesinos observamos con indignación el accionar conjunto de empresas y medios de comunicación en defensa del glifosato. Ante la sucia campaña de desinformación, explicitamos algunas certezas que guían nuestras luchas:

- Históricamente, la salud de nuestras poblaciones estuvo atada a nuestra forma de producir, criando animales, cultivando diversidad, guardando las semillas que heredamos de nuestros viejos, conservando y renovando el monte nativo. Con el actual modelo de agronegocios, todo comenzó a cambiar: intoxicaciones agudas, desmayos, mareos y piel (de manos, piernas y rostros) en carne viva son sólo algunos de los sufrimientos de nuestros hijos. Ahora también sabemos de embarazos que no llegan a término, distintos tipos de cáncer y bebés con malformaciones. Desde hace años lo denunciamos, pero nunca obtuvimos respuesta por parte de las multinacionales del agro, los empresarios rurales y sus voceros.

- Las grandes corporaciones de las cadenas agroindustriales imponen a los pueblos y países un modelo de producción alimentaria cuyo único objetivo es la rentabilidad y concentración de las riquezas en pocas manos. No les importa la salud ni el hambre de los pueblos, sino qué suerte correrán las nuevas variedades de semillas transgénicas, las posibles pérdidas económicas de las cámaras empresariales, el futuro de los importadores de agrotóxicos y también temen, por su rentabilidad, los megaproductores sojeros. Entre los más temerosos está la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), impulsora de la entrada al país de la soja transgénica, con falsos estudios de conservación de suelos y mentiras sobre la inocuidad de los agrotóxicos.

- Las compañías enarbolan estudios del Senasa, el INTA y la Secretaría de Agricultura. Es público que los ámbitos estatales actúan como subsidiarias de empresas como Monsanto y Syngenta, multinacionales que a su vez cuentan con planteles enteros de universidades a su servicio, donde abundan “papers” tan a medida como ridículos.

- El actual modelo agropecuario, de saqueo y contaminación, reproduce nuevas formas de colonización y genocidio. Millones de familias rurales fueron desterradas de su territorio ancestral y arrojadas a los márgenes de las grandes ciudades. El actual modelo agota las reservas naturales, arrasa bosques nativos y envenena cursos de agua.

- Comienzan a aparecer investigaciones en diversas partes del mundo sobre el rostro oculto de este modelo económico-político-ecológico. Y, si quedaran dudas, nuestras familias son prueba viviente, e irrefutable, de los efectos de los agrotóxicos.

- Para los que vivimos en el campo, que enfrentamos y sufrimos las fumigaciones químicas, no hay dudas de los efectos negativos del glifosato. Como tampoco hay dudas de que el problema de fondo no es un químico, sino un modelo agropecuario que privilegia las ganancias por sobre la salud y el medio ambiente. Es necesario recordar que este modelo también conlleva asesinatos de campesinos y trabajadores rurales, cárceles, persecuciones, torturas y enfrentamiento con paramilitares, que sufren miles de familias rurales.

- Nosotros, miembros de comunidades indígenas y campesinas, familias organizados en territorios, exigimos definiciones al Estado, principal gestor del modelo que devasta la salud y los ecosistemas del país.

- Como integrantes de Vía Campesina nos oponemos a un modelo que prioriza la rentabilidad de empresas por sobre la salud. Porque rechazamos este modelo de muerte; resistimos, luchamos y construimos, todos los días, un modelo de vida basado en la reforma agraria integral y la soberanía alimentaria.

M.N.C.I.- Movimiento Nacional Campesino Indígena-Vía Campesina (integrado por 15.000 familias rurales de siete provincias).

Fuente: Página 12

Temas: Agronegocio

Comentarios