Argentina: Rotura de Gasoducto en territorio kolla
En 1998, el Juez Federal de Salta Dr. Abel Cornejo ordenó a la Gendarmería Nacional garantizar que las obras del Gasoducto Nor Andino atravesará el territorio kolla de la Comunidad Tinkunaku, propietaria ancestral de la denominada Finca San Andrés. La comunidad reclamaba el cambio de la traza del gasoducto, ya que el diagrama fijado atravesaba casas, campos de cultivo comunitarios, y suponía una grave amenaza para el ecosistema de la selva de yungas del lugar.
12-3-01
Como ocurre en todos los casos en que se encuentran involucradas comunidades indígenas en esa provincia, la justicia federal hizo oídos sordos a los reclamos de la comunidad y finalmente el gasoducto atravesó la selva, sin estudios ambientales serios y sin medidas de seguridad apropiadas.
Ahora, a raíz de un deslave de una ladera, producto de las intensas lluvias se produjo una rotura que derivó en un incendio de importante magnitud, cerca del Ayllú de San Andrés, a unos 8 kilómetros.
En tal sentido, la Fundación vida silvestre manifestó su preocupación "Antes de Restablecer el servicio, Nor Andino debe instrumentar todas las medidas necesarias para asegurar que este tipo de situaciones no se repitan", expresó Javier Corcuera, directos de Vida Silvestre. "Sin adoptar mayores medidas de seguridad, el ENARGAS no debería autorizar que se restablezca el servicio del gasoducto".
Es que la comunidad esta integrada por aproximadamente 3000 hermanos kollas, cuyas vidas peligran por la presencia de este tendido de gas que pone en serio riesgo a sus familias, haciendas. Sus ayllús son Río Blanquito, Los Naranjos, Angosto del Paraní y San Andrés.
Las yungas del Salta además, son el último refugio del yaguareté, en vías de extinción, ya amenazado por la construcción del gasoducto y ahora por los peligros de incendios.
La profecía de una anciana colla se cumplió, estábamos en 1998, en Maroma al borde del Río San Andrés, reunidos en Asamblea con la Comunidad Tinkunaku dueña de esas tierras por mandato Constitucional, analizando las consecuencias de la construcción del gasoducto y ella me dijo "Sr. impídales que se instale ese gasoducto porque le están cortando las raíces a la montaña y la montaña se nos va a caer encima y el caño se va a romper y se va producir un gran incendio" .
Lloviznaba, lo que agregaba dramatismo a la reunión, las mujeres lloraban e imaginaban tragedias a partir de esa intervención en su hábitat. Los técnicos de Techint a cien metros de distancia esperaban que la Asamblea los autorizara a participar, esperaron mas de dos horas, los collas no los quisieron escuchar una vez mas, no les creían, sabían mucho mas de esos cerros, de esas quebradas, de esos ríos, que los técnicos que estaban ahí, que les habían dicho que era imposible que el caño se rompiera.
No escucharon el grito sabio y angustioso de quien vivía allí y su vida dependía y depende del devenir de esas tierras.
Una vez mas la soberbia ciega e irresponsable de quienes por que tienen un titulo de geólogo, ingeniero, economista, antropólogo creen saber todo sobre la Naturaleza que quienes habitan en ella.
En sucesivas reuniones en Oran, en Buenos Aires, en Luxemburgo, se hicieron escuchar estas voces, fue inútil, no se quiso ni siquiera analizar la modificación de la traza, habiendo alternativas que ni siquiera fueron consideradas.
De nada sirvió la elocuencia de los dirigentes collas, de los funcionarios que los acompañamos, los estudio de "impacto ambiental" ordenados por el ente regulador ENARGAS, decían que no iba a haber consecuencias en el medio ambiente por la obra.
Irresponsables, no previeron lo que acaba de ocurrir, se han quemado miles de hectáreas, se ha provocado una situación de pánico entre los habitantes del poblado San Andrés, que debieron huir de sus casas ante semejante explosión, se ha generado un grave daño en uno de los ambientes mas ricos en Biodiversidad del País, pero también uno de los mas frágiles por la profundidad de sus quebradas, la intensidad de las lluvias estivales y el torrente que estas provocan llevándose todo por delante a su paso, lo que los collas conocen como volcanes.
Estoy seguro que la causa de la rotura mencionada se genera arriba en las nacientes del Río San Andrés donde el paso del gasoducto cortó las laderas, como dijo la colla cortando las raíces de la tierra, desestabilizando las mismas y preparando el aluvión que rompió el gasoducto en un lugar, unos 10 Km. al norte San Andrés, donde el tubo pasa de una orilla a la otra del río.
Pero todo esto pasa, porque Nor-Andino tenia que llegar antes que el Gasoducto Atacama, que se construía por el valle del Río Grande en una zona intervenida profusamente, pero con menos pendientes y menos riesgos, al mercado chileno.
Una competencia que no se detenía ante nada, lo importante era el negocio, la oportunidad, pasara lo que pasara, cayera quien cayera, se deteriorara lo que fuera, lo importante, lo único que contaba era llegar antes para ganarle el mercado al otro, ciega avaricia, irresponsable y perversa.
Y hoy arreglar, en medio de la época de lluvias, el caño va a llevar tiempo durante el cual no se va a poder utilizar el mismo y por tanto vender el fluido, el negocio no es tan bueno y tendrán que responder ante sus accionistas y nadie puede asegurar que esto no va a volver a ocurrir.
Algunos hombres se creen omnipotentes creen que puede torcer las leyes de la naturaleza, no escuchan a quienes la conocen por vivir en ella y haber recibido de generación en generación el mensaje que la misma les ha enseñado y que se traducen en una experiencia irremplazable a la hora de intentar abordarla.
Ellos, entre otros, son nuestros pueblos indígenas depositarios de un saber que se menosprecia, porque se los discrimina, porque su saber no figura en las bibliotecas, pero que esta escrito en la memoria y en la conciencia de esos pueblos y seguramente enriquece nuestro saber.
Los ejemplos abundan y pero no queremos ni ver ni oír lo distinto, no podemos creer que sus conocimientos puedan poner en tela de juicio, los nuestros y para colmo ellos solo piden que los dejemos vivir en paz, allí donde viven hace siglos, aprovechando los recursos naturales disponibles para alimentarse y desarrollarse, donde ningún otro argentino iría a vivir.
Lo único que piden es que les reconozcamos como lo manda la Constitución de nuestro País la propiedad sobre las tierras que ocupan y que esto les permita participar y decidir sobre el destino de las mismas y recibir los beneficios que en materia de educación, salud y justicia se les debe a todos los habitantes de la Patria, o será que queremos que se unan a los muchos que habitan los conurbanos de nuestras ciudades, presa de la peor de las degradaciones.
Que esta circunstancia dramática nos lleve a reflexionar profundamente sobre el respeto a las diversidad cultural, a la libre elección de cada pueblo para elegir sus estilos de vida y sus paradigmas de realización comunitaria y personal.
Jorge Pereda( ex Director Nacional del INAI).
Extraído del Boletín Pueblos Indígenas
ra.moc.lou@sanegidnisolbeup