Argentina: Carrasco tenía razón
"El embriólogo del Conicet Andrés Carrasco fue quien puso, por mucho tiempo, al glifosato en el banquillo. Fue criticado por el Gobierno y las corporaciones por sus estudios. Su muerte fue una gran pérdida, su trabajo es un gran legado. Ahora, la Organización Mundial de la Salud le dio la razón".
El glifosato es cancerígeno. A casi un año de la muerte del científico del Conicet, Andrés Carrasco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le dio la razón.
A muchos no les hacía falta un anuncio que en realidad llega bastante tarde y entibiado con palabras como “posible” o “probable”, pero al menos la organización internacional hizo mención al tema y reavivó la polémica.
No es novedad para aquellos que conocieron de cerca las historias de las familias que habitan en pueblos fumigados; para los trabajadores que vienen denunciando que los agrotóxicos los están enfermando, para los docentes rurales que tienen que suspender los recreos en el patio y los picaditos de fútbol de los chicos porque a media mañana una avioneta realiza vuelos rasantes para aplicar veneno en los campos vecinos (sin siquiera controlar la dirección del viento); tampoco es novedad para los alumnos que de un momento otro comienzan a sentir picazón en los ojos, dolor de garganta, de cabeza y vómitos, intoxicados.
No es nada nuevo para quienes vieron morir a Eduardo Ferreyra, de Federación, quien trabajaba en la producción de arándanos para una empresa de la zona. Él mismo denunció que los fuertes químicos que se utilizaban en la fruta contaminaron su sangre y le ocasionaron cáncer. Tampoco para la familia de Joan Franco, el niño de 2 años y medio oriundo de San Salvador que falleció a fines de 2014 en el hospital Garrahan de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, afectado por los agroquímicos. Ni para los amigos de Leila, también de San Salvador, que no cumplió sus 15 años. Tampoco para Fabián Tomasi, un peón rural que padece polineuropatía tóxica.
A través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc) dependiente de la OMS se declaró a cinco pesticidas como cancerígenos “posibles” o “probables”. El herbicida glifosato (sustancia activa del Roundup, uno de los herbicidas más vendidos por la firma Monsanto) y los insecticidas diazinón y malatión fueron clasificados como “probablemente cancerígenos para los humanos”.
“Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)” y por otra parte el herbicida “también causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”. De ese modo, la Organización Mundial de la Salud confirmó lo que hace más de una década afirman pueblos fumigados, vecinos en lucha, organizaciones sociales y académicos que no responden al sector empresario.
La empresa Monsanto dio a conocer su posición sobre la información generada por la IARC y expresó que se trata de un estudio “sesgado”. Afirmó que en la categoría 2A también se ubican productos como el café y los teléfonos celulares, como eventuales cancerígenos.
En noviembre y diciembre de 2014 el fotógrafo Pablo Piovano decidió recorrer por cuenta propia áreas rurales de las provincias de Entre Ríos, Chaco y Misiones para ser testigo del efecto del uso de agrotóxicos en los pobladores. En el viaje de 6.000 kilómetros documentó la vida de los pueblos que conviven con las fumigaciones y los efectos de los químicos sobre la salud de los habitantes más desamparados.
Según diferentes fuentes, el primer relevamiento de los pueblos afectados por fumigaciones con glifosato en la Argentina da cuenta de aproximadamente 13.400.000 personas afectadas directa e indirectamente; esta cifra representa a casi 1/3 de la población total del país. Mientras tanto en Entre Ríos se definió que no habrá ley de agroquímicos. El senador Oscar Arlettaz (PJ-Colón), que preside la comisión de Producción, atribuyó a la falta de consenso social la decisión de no tratar finalmente un proyecto que está en comisión y que fue varias veces anunciado como listo para su sanción.
El embriólogo del Conicet Andrés Carrasco fue quien puso, por mucho tiempo, al glifosato en el banquillo. Fue criticado por el Gobierno y las corporaciones por sus estudios. Su muerte fue una gran pérdida, su trabajo es un gran legado. Ahora, la Organización Mundial de la Salud le dio la razón.
Fuente: UNO Entre Ríos