Argentina: Alerta por los daños del combo químico del agro

Idioma Español
País Argentina

Investigadores del CONICET y la UNL descubren en campo principios de malformaciones en animales, en sitios regados con sustancias como el glifosato. Coincidieron con las advertencias de Andrés Carrasco.

Estudiosos entrerrianos y de otras provincias del litoral confluyeron con pares de Europa en una nueva arremetida contra los efectos dañinos del modelo agropecuario para la salud.

El punto es el ácido retinoico. Si varía el ácido retinoico, sea porque falta o porque sobra, estamos a las puertas de malformaciones. ¿Qué comprobaron y publicaron este año los científicos del litoral? Que en nuestra zona se han verificado alteraciones en los animales expuestos al paquete de tecnología de la agricultura.

Hemos publicado en este espacio las advertencias del recordado embriólogo Andrés Carrasco, sobre la condición teratógena (generadora de monstruos) de una sustancia como el herbicida glifosato, la vedette de la producción de granos en la Argentina. Los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) acaban de comprobar en estudios a campo que los animalitos muestran un desequilibrio en los predios rociados con el cóctel de sustancias químicas para el cultivo de transgénicos, si se los compara con aquellos que no están al alcance de esos riegos. Los observaron en parcelas de arroz de la provincia de Santa Fe, y lo mismo se extiende para todos los campos de arroz (Entre Ríos es productor principal con Corrientes), y los demás cultivos porque las sustancias químicas usadas son similares. No tenemos modo ya de hacernos los distraídos.

Malformaciones:

Los investigadores Carla Teglia, Andrés Attademo, Paola Peltzer, Héctor Goicoechea y Rafael Lajmanovich explican en su reciente publicación que los retinoides (ácido retinoico) incluyen a las sustancias químicas que son (estructural o funcionalmente) similares al retinol, o vitamina A, una biomolécula indispensable para el desarrollo embrionario normal. Y que esa vitamina A es también fundamental para la homeostasis (equilibrio) corporal de todos los vertebrados (peces, anfibios, aves, reptiles y mamíferos).

El ácido retinoico es muy importante –dicen- como “mensajero químico” capaz de alterar la transcripción de los genes. Resulta clave su presencia equilibrada en el normal desarrollo de los vertebrados. Ni más vitaminas, ni menos. “Existe abundante evidencia científica acumulada que demuestra –apuntan los investigadores- que la inadecuada concentración endógena (exceso o deficiencia) de ácido retinoico causa una amplia gama de malformaciones durante el embarazo humano y en los embriones experimentales de modelos de pollo y anfibios, siendo fuertemente vinculados con exposición al glifosato”.

El estudio fue publicado en este 2015 por la revista Chemosphere, prestigiosa en las ciencias medioambientales y la química ambiental, de la editorial Elsevier. Los investigadores pertenecen al Conicet y a los laboratorios de Desarrollo Analítico y Quimiometría, y de Ecotoxicología, de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL. El trabajo complementa el hallazgo de científicos canadienses, hace una década, de ranas que sufren variaciones en los niveles del ácido retinoico, en campos expuestos a herbicidas.

La rana criolla:

¿Cuál fue el método de los científicos del litoral? Midieron los niveles de retinoides (ácido retinoico) en sangre de ranas criollas chaqueñas (leptodactylus chaquensis), comunes en los agroecosistemas argentinos. Lo hicieron a través de técnicas de un sistema conocido como Cromatografía líquida de alta resolución (HPLC), y compararon ranas expuestas y no expuestas a plaguicidas. Los resultados fueron inquietantes. En los sitios donde las ranas están a merced de todo el paquete, que incluye mayoritariamente el glifosato, los niveles de ácido retinoico están alterados. Son distintos. ¿Qué significa eso? Que estamos en la primera evidencia a campo en Nuestra América de la alteración de los valores normales del ácido retinoico en habitantes del sistema agrario aplicado a escala desde hace un par de décadas. Las conclusiones de los expertos son entonces una voz de alerta sobre los procesos que pueden estar provocando teratologías en la fauna silvestre y las poblaciones humanas. Dicho en criollo: el paquete de químicos usados en el modelo agrario de transgénicos con herbicidas estaría creando monstruos.

Rafael Lajmanovich:

Consultado por UNO, el entrerriano Rafael Lajmanovich señaló que la relevancia de estos estudios realizados junto a sus colegas del Conicet radica en que el descubrimiento “corrobora a campo lo que describió el científico Andrés Carrasco, sobre que el glifosato provocaba malformaciones a través de un mecanismo que afectaba los niveles normales de ácido retinoico”. Hay que decir que en UNO publicamos hace ya muchos años un estudio, en el que participó Lajmanovich, con la primera recopilación de ranas malformadas de Nuestra América (cuya primera autora es otra entrerriana, la doctora Paola Peltzer). Ya entonces el investigador de Paraná señalaba que las malformaciones se relacionaban con sitios de alto uso de sustancias químicas como el glifosato. Y el olfato no le falló.

En conclusiones de trabajos previos al publicado en 2015 decían estos especialistas del Conicet: “A nivel mundial existen alrededor de 400 citas de trabajos científicos sobre su toxicidad (glifosato) en distintos modelos animales (de laboratorio y de vida silvestre). Específicamente, sobre sus efectos en especies de anfibios locales, podemos destacar un trabajo de Lajmanovich y colaboradores del año 2003 que describe malformaciones morfológicas externas (craneofaciales, bucales, en los ojos y curvatura de la aleta caudal), además de efectos sobre el esqueleto hiobranquial (alteraciones en la estructura cartilaginosa por disrupción en la formación de colágeno) en renacuajos de una especie de rana ampliamente distribuida en la Argentina expuesta a dosis sub-letales de glifosato”.

Paradoja panzaverde:

Tenemos, pues, una precisión en torno de los desequilibrios que presentan los animales ante el paquete químico del agro. Lo que era una suposición es ya una certeza.

Los panzaverdes podemos señalar que en nuestra provincia se da esta paradoja: es aquí donde Lajmanovich y sus pares dieron el alerta con mucha responsabilidad desde organismos públicos como la universidad y el Conicet, y es aquí donde el sistema se aplica de manera masiva alentado por el sector público. Lo más llamativo es que los partidos políticos de alta incidencia por cantidad de votantes, y las corporaciones y los sindicatos coinciden, en su mayoría, en aprobar el paquete, o en aprovechar sus frutos inmediatos, sin reparar en los peligros que ya ni siquiera se esconden. Es que un puñado de multinacionales lideradas por Monsanto y el Estado nacional son los principales beneficiarios del sistema.

Ante las dudas: derecho precautorio

“Al contrario de muchas reclamaciones, la toxicidad de los herbicidas glifosato no se ha evaluado minuciosamente. Por ejemplo, las pruebas de toxicidad en animales de laboratorio para toda la vida nunca se han hecho con las formulaciones de glifosato completas como son vendidas y utilizadas. Incluso glifosato solo nunca se ha probado a lo largo de toda la vida, porque las pruebas crónicas no se llevan a cabo durante todo el ciclo de vida natural de los animales, se inician en los adultos jóvenes que luego son asesinados antes de envejecer. Sin embargo, claramente los seres humanos no son sacrificados a los 60 años de edad”, dicen Séralini y Mesnage.

El estudio de los investigadores resume: “Herbicidas a base de glifosato, incluyendo Roundup, son los plaguicidas más utilizados en todo el mundo. Hemos revisado los efectos tóxicos medidos por debajo de los límites reglamentarios. Relevamos un cuerpo coherente de evidencia que indica que podría ser tóxico por debajo del nivel de regulación más bajo con efecto adverso observado para los efectos tóxicos crónicos”. Para Mesnage entra entonces a operar el derecho precautorio.

Los monstruitos con cola que denunciaba Carrasco:

El legado de Andrés Carrasco recobra vigencia ante los estudios de sus colegas del litoral.

Hacía años que en el litoral hablábamos de ranitas malformadas, gracias a los aportes de Lajmanovich y otros, y un día escuchamos a Andrés Carrasco en la Facultad de Ciencias de la Educación, durante una presentación que realizó junto al economista Luis Lafferriere y el bioquímico Daniel Verzeñassi.

Carrasco murió el 10 de mayo de 2014, hace apenas 15 meses.

En aquella conferencia explicó que la teratología es una disciplina científica dentro de la zoología que estudia a las criaturas anormales. Un ternero con dos cabezas, o con seis patas, por caso. Es decir, se dedica a los individuos que no responden al patrón de su especie. La palabra proviene del antiguo griego theratos: monstruo.

Teratógeno es un agente que puede provocar un defecto congénito, una sustancia que afecta al embrión.

Y bien: para Carrasco, el producto químico más usado en Entre Ríos para batir récord sobre récord de granos es de altísimo riesgo. “Nadie dice que hay un trabajo que sugiere fuertemente que el glifosato es teratógeno porque induce la variación de concentraciones de un viejo y conocido teratógeno experimental de la clínica médica llamado ácido retinoico”, manifestó entonces el investigador, invitado por el Foro Ecologista de Paraná y por el programa de extensión Por una nueva Economía, de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER. Los investigadores lo verificaron a campo: Carrasco estaba en lo cierto.

La vitamina A:

El glifosato, agregó Carrasco en Paraná, “inhibe algunos genes pero no directamente porque no es una sustancia endógena del embrión: los inhibe a través de un mecanismo indirecto, que es el ácido retinoico, un derivado de la vitamina A que todos los vertebrados tienen, que regula muchos genes. Es un viejo teratógeno por exceso o por ausencia. El glifosato incrementa la cantidad de ácido retinoico en el embrión, y al interferir en el metabolismo produce la malformación”, subrayó el especialista.

Carrasco aportó un estudio científico que interpela a los gobiernos, y hoy se corroboran sus advertencias.

Ante un nutrido auditorio, y provisto de cuadros y fotografías gigantes de embriones (increíble el parecido de embriones de distintas especies, todos con colita), explicó los experimentos realizados en su laboratorio a través de la exposición de embriones de anfibios al glifosato diluido, o mediante la inyección de glifosato como droga pura en una célula.

En ambos casos, las consecuencias quedaron a la vista: embriones tuertos, con los ojos en el medio, con los cartílagos (que luego debían ser huesos) entreverados, con malformaciones evidentes en la zona cefálica.

“El culpable de la malformación es el glifosato”, subrayó para no dejar dudas, y aceptó que los otros productos que contiene la mezcla comercial pueden influir también, contra la formación natural y sana de los embriones.

Séralini y Mesnage:

En un reciente trabajo publicado junto a otros pares, los reconocidos investigadores Gilles Eric Séralini y Robin Mesnage refutaron argumentos de la multinacional Monsanto, y apoyaron así la resolución de la Organización Mundial de la Salud –OMS- que advirtió sobre los efectos probablemente cancerígenos del glifosato.

El estudio hace referencia a trabajos de los argentinos Carrasco y Lajmanovich entre otros, y los incorpora en su extensa bibliografía. Séralini y Mesnage explican porqué el glifosato puede ser tóxico debajo de límites de seguridad, contra lo que sostiene Monsanto.

Los autores examinaron diferentes tipos de efectos tóxicos para llegar a sus conclusiones, incluyendo toxicidad hepática y renal, neurotoxicidad, carcinogenicidad, toxicidad reproductiva y teratogenicidad (capacidad de causar defectos de nacimiento).

A diferencia de las autoridades reguladoras en los países donde se aplica el glifosato, los investigadores consideraron los estudios de la literatura independiente. Compartieron así el enfoque de la agencia de cáncer de la Organización Mundial de la Salud (IARC), que concluyó que el glifosato es un probable carcinógeno.

Tras la revisión, los autores afirmaron que pueden ocurrir disrupciones endocrinas (hormonales), efectos perturbadores por debajo de las dosis supuestamente no dañinas.

La alteración endocrina puede aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer. Los investigadores subrayan que los reguladores de los Estados Unidos y la Unión Europea no han finalizado sus requisitos de prueba de disrupción endocrina. Las conclusiones de la nueva revisión contrastan con los de varios exámenes patrocinados por Monsanto, que todos llegaron a la conclusión de que el herbicida es seguro. Dijo Robin Mesnage: “Esta es la primera revisión sistemática y revisada por expertos independientes para equilibrar las decenas de comentarios patrocinados por Monsanto de Roundup y la toxicidad del glifosato, que han concluido que estas sustancias son seguras de usar. Nuestra revisión muestra que hay un cuerpo coherente de pruebas que demuestran que pueden ocurrir efectos tóxicos debajo de los límites de seguridad reglamentarias”.

Fuente: UNO

Temas: Agrotóxicos

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