Agrocombustibles, negocio exclusivo de trasnacionales
Analistas alertan sobre los graves efectos que ocasionan. El impulso que en el ámbito mundial se da a la producción de agrocombustibles -etanol y otros- oculta los daños negativos como erosión del suelo, la disputa por el agua y los efectos sociales, como el "trabajo esclavo", ya que las beneficiadas serán las grandes trasnacionales
MATILDE PEREZ U.
Además de que es evidente la competencia entre la demanda de alimentos y la de dichos combustibles para los automóviles, advirtieron Silvia Ribeiro, Ana de Ita y Andrés Barreda, al participar en el foro México y el mundo actual, realizado por Casa Lamm y La Jornada.
Esto es un negocio, aquí no importa la eficiencia, asentó Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC. Al detallar que trasnacionales como Dupont, Cargill, Monsanto, entre otras, siguen promoviendo como "la mejor alternativa" las semillas transgénicas, denunció que esas empresas se convierten en las controladoras del comercio de granos y ahora los presentan como los óptimos para la elaboración de agrocombustibles, Ribeiro asentó que las plantas productoras de etanol son "más sucias que las petroleras".
Además, diversas investigaciones establecen que los agrocombustibles no podrían sustituir al petróleo, ya que por cada unidad de energía fósil, el metanol de maíz es equivalente a 0.77 por ciento; el etanol de madera a 0.63, o soya a 0.53 por ciento; y para producir un litro de etanol se requieren 2.5 kilos de maíz, 4 litros de agua y 500 gramos de carbón. Y para establecer una referencia sobre lo que significaría el uso de dichos agrocombustibles, mencionó que llenar una vez el tanque de una suburban con etanol equivale al consumo de alimentos de una persona durante un año.
"Este es un juego de las lógicas perversas del capitalismo, pues con el desastre que provoca sigue haciendo negocio" y desmintió que el uso de dicho agrocombustible sea la solución para el cambio climático. "Se trata de una situación mediática de gran beneficio para las trasnacionales y la industria automovilística. Ya el gobierno de Estados Unidos prevé inyectar más de mil millones de dólares para la construcción de 100 plantas de etanol y en este año dar 385 millones de dólares a seis grandes compañías, entre ellas Dupont y Monsanto, para continuar con la producción de semillas transgénicas para tener el agrocombustible."
En el caso de los países europeos, abundó, los gobiernos ya piensan en promover la reconversión productiva con el respaldo de préstamos por medio de las bancas multilaterales y se cobijan con el argumento de dar trabajo a "los pobres del Tercer Mundo" y en la expansión del comercio: no les interesan los efectos negativos que esos monocultivos dejarán en los suelos y en la sociedad.
Antes, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Andrés Barreda, puntualizó que "no hay superficie agrícola en el mundo para sustituir al petróleo y a la gasolina con etanol". Asentó que la propuesta de producir los agrocombustibles es para reducir en un mínimo el porcentaje de las emisiones de bióxido de carbono a la atmósfera y con eso continuar con la tasa de tres por ciento de crecimiento de la industria automotriz, aunque la capacidad de consumo es muy menor.
Los cambios energéticos impulsados por Estados Unidos -que prevé introducir sólo 5 por ciento en 2020 de mezcla de agrocombustibles con la gasolina- generan un caos geopolítico en Latinoamérica y los gobiernos no analizan que "este juego del agrocombustible es una llamarada de petate", y que el auténtico cambio será la elaboración de energéticos a partir de la biogenética.
Barreda destacó que el reciente emblema presuntamente ecológico que enarbolan Estados Unidos y los países europeos sólo alentará hambrunas en las naciones en vías de desarrollo y lleva consigo la generación de graves problemas en los mercados agrícolas mundiales.
Para México, abundó Ana de Ita, especialista en temas agrícolas, la determinación de Estados Unidos de destinar 70 por ciento de su producción de maíz para la elaboración de etanol significará que no tendrá una oferta garantizada de maíz, como hace algunos años, y estará en crisis. "La crisis de la tortilla al inicio de este año es un ejemplo de lo que ocurrirá en corto plazo", lamentó. Recordó que México importa 26 por ciento de sus requerimientos de maíz, pero además el mercado del grano, a partir del desmantelamiento de las industrias paraestatales, se concentró en pocas empresas, entre ellas Cargill y Monsanto. "Se juega con el estómago del país, con los productores y consumidores", subrayó.
Fuente: La Jornada